Definición de riesgo

Riesgo es un término proveniente del italiano, idioma que, a su vez, lo adoptó de una palabra del árabe clásico que podría traducirse como “lo que depara la providencia”. El término hace referencia a la proximidad o contingencia de un posible daño.

La noción de riesgo suele utilizarse como sinónimo de peligro. El riesgo, sin embargo, está vinculado a la vulnerabilidad, mientras que el peligro aparece asociado a la factibilidad del perjuicio o daño. Es posible distinguir, por lo tanto, entre riesgo (la posibilidad de daño) y peligro (la probabilidad de accidente o patología). En otras palabras, el peligro es una causa del riesgo.

Otro concepto generalmente vinculado al de riesgo es amenaza, y se trata de un dicho o hecho que anticipa un daño. Algo puede ser considerado como una amenaza cuando existe al menos un incidente específico en el cual la amenaza se haya concretado.

Existen riesgos de distinto tipo y que surgen en diferentes ámbitos. El riesgo laboral, por ejemplo, permite hacer referencia a la falta de estabilidad o seguridad en un trabajo. El riesgo biológico, por otra parte, hace mención a la posibilidad de contagio en medio de una epidemia o por el contacto con materiales biológicos que son potencialmente peligrosos.

El riesgo financiero, por último, está relacionado a la solvencia monetaria de una persona, una empresa o un país. Esta noción se refiere a la capacidad de pago de una deuda contraída. Un país con altos niveles de desocupación, baja producción, elevada inflación y grandes deudas, presenta un riesgo financiero muy alto. Por eso, es poco probable que dicha nación acceda a nuevos créditos, ya que se enfrentaría a serias dificultades para pagarlos.

Los riesgos que corren los niños

Cada familia adopta para la crianza de sus hijos diversas metodologías y se apoya en diferentes principios morales y creencias, que afectan sus decisiones y su perspectiva del mundo que los rodea. Algunos de los elementos más comunes de las civilizaciones occidentales son la desconfianza en los extraños, la censura del material erótico hasta cierta edad y la asunción de que los niños se encuentran seguros en el ámbito escolar; estos tres puntos, como veremos a continuación, no siempre ofrecen los resultados esperados.

En primer lugar, muchos estudios realizados con niños y adolescentes que han sufrido abusos de varios tipos demuestran que en más del 50% sus agresores fueron familiares o amigos cercanos de sus padres. Ante esta aterradora información, alimentar el mito del hombre de la bolsa no hace otra cosa que aumentar las posibilidades de estos abusadores conocidos.

Con respecto al contenido sexual, se podría decir que desde la aparición de Internet los padres tienen muy pocas posibilidades de supervisar la información a que consultan sus hijos; si bien todos los dispositivos con acceso a la Red cuentan con sistemas de control parental, existen más formas de pasar por alto los bloqueos que de aplicarlos, y cualquier niño con habilidades para la informática puede encontrar rápidamente la receta para hacer caso omiso de las decisiones de sus mayores.

Por último, las escuelas pueden convertirse en auténticas pesadillas para muchos estudiantes, en especial para quienes tienen defectos físicos imposibles de ocultar, para los homosexuales y para quienes pertenecen a una raza o una religión despreciada por su entorno. Los ataques físicos son tan solo la porción más evidente del sufrimiento al que son sometidos; las torturas psicológicas tienen consecuencias infinitamente más graves, tales como el suicidio y la depresión.

La infancia debería ser la mejor etapa de nuestras vidas, un período de amor sincero y de constante aprendizaje y enriquecimiento; en la práctica, sin embargo, cada paso que damos acarrea un riesgo, y no siempre confiamos en la persona adecuada.

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