Definición de riesgo físico
Una persona está en riesgo cuando se enfrenta a la proximidad, la inminencia o la cercanía de un daño eventual. La noción, por lo tanto, se vincula a la posibilidad de que un daño se materialice. Lo físico, por su parte, hace referencia al cuerpo.
Un riesgo físico está asociado a la probabilidad de sufrir un daño corporal. Existen diversas actividades y tareas que presentan un elevado riesgo físico ya que su desarrollo puede acarrear lesiones de diferente tipo e incluso, en caso de un error o accidente, provocar la muerte.
El boxeo, por citar un caso, es un deporte de un gran riesgo físico. Los boxeadores se someten a golpes de manera constante, muchos de los cuales impactan en zonas sensibles del cuerpo como la cabeza o el estómago. De este modo, quien practica boxeo pone su integridad física al servicio de esta disciplina.
Es posible comparar el boxeo con otros deportes que no implican riesgo físico para comprender la noción. En el golf es poco probable que el deportista sufra una lesión de importancia ya que la actividad no produce grandes riesgos.
El universo laboral también tiene oficios y profesiones de alto riesgo físico. Una persona que trabaja en una mina está expuesta a derrumbes y caídas y, además, puede estar en contacto con sustancias tóxicas. Por eso, a través de cascos, uniformes y diversos sistemas de seguridad, se intenta minimizar dicho riesgo físico para que el sujeto trabaje en las mejores condiciones posibles. Esto no implica, por supuesto, que el riesgo físico desaparezca: los accidentes en las minas suelen ser fatales.
Veamos a continuación algunos de los riesgos físicos que se deben prever en muchos ámbitos de trabajo.
Temperatura
En este apartado se dan las situaciones más extremas, y tanto las temperaturas muy altas como las muy bajas son nocivas para nuestra salud. En ambos casos, existen uniformes adecuados para proteger la piel y, si es necesario, el sistema respiratorio. Los hornos empleados en la siderurgia (la técnica para conseguir diferentes tipos de hierro) y los grandes frigoríficos propios de la industria gastronómica son dos claros ejemplos de ámbitos de trabajo en los cuales el riesgo físico por temperaturas extremas es inevitable.
Ruido
El oído humano puede tolerar el ruido hasta un límite definido: cuando la intensidad supera los 100 decibelios, comienza una sensación de incomodidad; entre los 130 y los 140, aparece el dolor; desde los 160 decibelios, las consecuencias pueden ser irreversibles. Se sabe que si la frecuencia es muy alta empeoran las sensaciones, aunque la tolerancia no está directamente ligada a esta propiedad del ruido.
Los ruidos constantes y de gran intensidad en el ámbito laboral acarrean un riesgo físico, además de uno emocional —no olvidemos que puede dificultarnos la concentración y entorpecer la comunicación con nuestros compañeros, lo cual seguramente derive en estrés—; la fatiga del oído medio que aparece como consecuencia de la exposición continua al ruido puede derivar en una destrucción celular irreparable. Los ruidos repentinos, por otro lado, suelen causar daños en el tímpano y la cadena de huesillos que se reparan con el tiempo sin dejar rastros.
Presión
La variación de la presión atmosférica no parece tener relevancia en la mayoría de los puestos laborales: tanto los trabajadores que deben permanecer durante horas a grandes alturas como aquellos que se ven obligados a adentrarse en profundos túneles parecen adaptarse sin ningún problema. Sin embargo, lo mismo no ocurre cuando el lugar de trabajo se encuentra debajo del agua.
Como es sabido, para las actividades subacuáticas se utiliza un sistema de respiración autónomo (tubos de oxígeno), aunque esto acarrea el problema del peso y de la duración. El riesgo físico resulta evidente, ya que nuestro organismo no está preparado para funcionar debajo del agua y, ante la incomodidad que suponen los trajes y la necesidad del recambio de los tubos, la experiencia puede ser todo un desafío. Se sabe que pasados los 20 metros de profundidad, es común sentir molestias.