Definición de reciclaje

Reciclaje o reciclamiento es la acción y efecto de reciclar (aplicar un proceso sobre un material para que pueda volver a utilizarse). El reciclaje implica dar una nueva vida al material en cuestión, lo que ayuda a reducir el consumo de recursos y la degradación del planeta.

El tratamiento de reciclaje puede llevarse a cabo de manera total o parcial, según cada caso. Con algunos materiales, es posible obtener una materia prima, mientras que otros permiten generar un nuevo producto.

La base del reciclaje se encuentra en la obtención de una materia prima o producto a partir de un desecho. Un bien ya utilizado (como una botella de plástico vacía) puede destinarse a la basura o reciclarse y adquirir un nuevo ciclo de vida (al derretir el plástico y utilizarlo en la fabricación de una nueva botella, por ejemplo).

Esto quiere decir que el reciclaje contribuye a luchar contra el agotamiento de los recursos naturales y también ayuda a eliminar los desechos de forma eficaz. Al separar los residuos según sus características, es posible aprovechar algunos para el reciclaje y eliminar el resto de manera adecuada.

En el reciclaje, por lo tanto, participan plantas de clasificación (que separan los residuos valorizables de los demás) y plantas recicladoras (donde los residuos finalmente se reciclan o se almacenan).

A nivel doméstico, es posible reciclar los restos de verduras y frutas para producir abono, el cual puede usarse, a su vez, para la creación de huertas urbanas. Sin necesidad de grandes inversiones económicas, es posible destinar algunas macetas a la plantación de alimentos, lo cual no solo repercute positivamente en nuestra economía sino que nos convierte en personas menos dependientes del mercado y más responsables.

La separación de residuos para fomentar el reciclaje puede realizarse en las ciudades con la colaboración de la población, que debe arrojar sus desechos en distintos contenedores: amarillos (para los envases), azules (papeles y cartones), verdes (vidrios), etc.

Las tasas de reciclado a nivel mundial son muy variadas. En Europa, por ejemplo, algunos países ya han superado el objetivo impuesto por la Asociación Europea de Medio Ambiente (AEMA), que exige para el año 2020 que se recicle como mínimo el 50% de los desechos domésticos; tal es el caso de Austria, Alemania, Bélgica, los Países Bajos y Suiza. Por otro lado se encuentran países como Inglaterra e Irlanda, que han mostrado un aumento considerable en la última década, pero aún no han alcanzado el 40%.

Sin embargo, a nivel mundial, se continúa desperdiciando un gran porcentaje de recursos por falta de apego a una propuesta tan sencilla como separar los residuos en diferentes bolsas y depositarlas en los contenedores indicados. Si bien es cierto que no todos los países cuentan con la infraestructura necesaria para que sus habitantes pongan su granito de arena, resulta lamentable que millones de personas que sí tienen la oportunidad de colaborar ignoren su responsabilidad.

Practicar el reciclado de residuos puede colaborar con la reducción de gases de efecto invernadero, además de preservar recursos de gran valor, dado que la utilización de materiales reciclados reduce el daño que causamos al medio ambiente. Según un informe emitido por la AEMA, gracias a los esfuerzos realizados desde el año 2001 por concienciar a la población acerca de estas ventajas, para el año 2010 se consiguió una disminución del 56% en la emisión de CO2, lo que equivale a 38 millones de toneladas.

Cabe señalar que los países que más han avanzado en cuanto a su compromiso con el reciclaje no necesariamente deben su éxito a un entendimiento espontáneo y profundo de las necesidades del planeta; por el contrario, y como ocurre en otros tantos campos, la táctica más eficiente consiste en la imposición de multas y castigos ante el incumplimiento de las reglas, lo cual acarrea una serie de gastos por parte del Estado para asegurar el control pertinente del accionar de la población.

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