Definición de prostituta
La mujer que ofrece servicios sexuales a cambio de un pago recibe el nombre de prostituta. Esto quiere decir que las prostitutas ejercen la prostitución, nombre por el cual se conoce la actividad que consiste en mantener relaciones íntimas con clientes que pagan por ese servicio.
Las prostitutas pueden desarrollar su actividad de distintas maneras. Hay mujeres que se manejan de forma independiente, mostrando su cuerpo en diferentes lugares para atraer a los clientes. Otras se desempeñan bajo las órdenes de un proxeneta.
En ocasiones, las prostitutas trabajan dentro de prostíbulos. Estos recintos cuentan con espacios donde las mujeres bailan o se exhiben para seducir a hombres con quienes, una vez acordada la contratación del servicio, se dirigen a un sector privado para mantener relaciones sexuales.
La situación laboral y jurídica de las prostitutas varía de acuerdo al país. En algunas naciones europeas, la prostitución es una actividad reconocida y regulada por el Estado: las prostitutas, de este modo, deben pagar impuestos y cuentan con una cobertura social.
En otros países, en cambio, contratar los servicios de una prostituta constituye un delito, una cuestión que implica una virtual persecución de las prostitutas, aún cuando ellas mismas no sean acusadas. También es frecuente que el proxenetismo sea considerado como delito.
Es importante destacar la diferencia entre la mujer adulta que, por voluntad propia, se convierte en prostituta, y aquella que es obligada a ejercer la prostitución. En el primer caso, algunos encuentran un acto de libertad de la mujer, aún cuando su cuerpo aparezca convertido en una mercancía. En el segundo caso, las prostitutas son víctimas de una red de trata.
La red de trata es una actividad que consiste en lucrar con la explotación de personas, generalmente con fines sexuales, aunque también incluye trabajos forzados, extracción de órganos y servidumbre. Es una parte perversa y compleja de la sociedad, que se nutre de un trabajo constante y de la combinación de varias fuerzas para mantener su accionar bajo un velo. Esto no significa que no sea posible divisar su presencia en la calle, sino que aquellos que podrían hacer algo para erradicarla se niegan a actuar, para mantener a salvo sus intereses.
Para que una persona inocente pase de llevar una vida libre a sufrir la condena de pertenecer a una red de trata, existe una sucesión de hechos bien definidos que estas organizaciones deben cumplir con precisión milimétrica, para asegurarse de borrar el mayor número posible de huellas y llevar a cabo sus retorcidos negocios sin riesgo de ser descubiertas.
No son pocas las historias de jóvenes mujeres que, por diferentes razones, caen en las garras de una red de trata y se convierten en prostitutas sin haberlo buscado. La sociedad suele despreciar la figura de la prostituta, pero en la mayoría de los casos no tienen la información suficiente como para emitir un juicio: independientemente de las cuestiones morales que cada uno pueda discutir con respecto al hecho de vender el propio cuerpo, es importante considerar que muchas de estas mujeres son víctimas, no llevan esa vida por voluntad propia.
Lejos de cualquier prejuicio anticuado y desinformado, una prostituta que cumple órdenes de un proxeneta no lleva una vida colmada de placer, sino que debe sufrir todo tipo de abusos y trabajar durante largas horas, soportando el asco que sienten por sus clientes y la impotencia de no poder escapar de ese infierno. Como si todo esto fuera poco, es común que las redes decidan esterilizar a sus prostitutas, para evitar por todos los medios que queden embarazadas. Por absurdo que parezca, las escogen por ser mujeres y luego las privan de eso que las hace mujeres: la capacidad de llevar vida en su interior.