Definición de motricidad
La noción de motricidad hace referencia a la capacidad que tiene un organismo de generar movimiento o de desplazarse. El concepto también alude específicamente a la facultad del sistema nervioso central de provocar contracciones musculares.
Puede entenderse a la motricidad como el dominio del cuerpo por parte de las personas. El ser humano no solo está en condiciones de reproducir movimientos, sino que puede expresar su intencionalidad de manera creativa o espontánea.
Los bebés desarrollan poco a poco su motricidad.
Tipos de motricidad
Es posible diferenciar entre la motricidad gruesa y la motricidad fina. La motricidad gruesa alude a la coordinación general y a los movimientos más amplios; la motricidad fina, a los movimientos que requieren mayor destreza y precisión. A lo largo del desarrollo del cuerpo y la mente, la motricidad fina se consigue después de la motricidad gruesa, ya que demanda una adecuada coordinación de las acciones que ejecutan diferentes grupos de músculos.
La motricidad, en definitiva, no es lo mismo que el movimiento. Un movimiento es una acción motora que lleva a cambiar la posición de un componente corporal o del cuerpo en general. La motricidad abarca la totalidad de las funciones y de los procesos que acarrea un movimiento, incluyendo el factor mental.
El sistema nervioso central, las articulaciones y los músculos participan en los movimientos voluntarios. A través de un proceso de aprendizaje, los niños van desarrollando la motricidad desde el nacimiento, adquiriendo poco a poco habilidades como pararse o caminar. Primero despliegan la motricidad gruesa y luego, una vez que alcanzan la madurez y el crecimiento físico necesarios, la motricidad fina. Para favorecer esos procesos es importante que los chicos realicen actividad física y sean estimulados por los adultos.
Las personas con problemas de motricidad pueden practicar deportes adaptados.
Deficiencias motrices
Los problemas de motricidad se enmarcan en la llamada deficiencia motriz, que se manifiesta a través de un trastorno en el aparato locomotor, el cual se encuentra formado por el sistema muscular y el osteoarticular. Una persona con un problema de este tipo puede mostrar dificultad para realizar tareas comunes, como ser tomar un bolígrafo y escribir, o bien para desplazarse, coordinar ciertos movimientos o mantener una postura firme.
La exactitud del movimiento es una de las facultades que afecta la deficiencia motriz, y esto puede ser muy grave en nuestra época, ya que casi todas nuestras actividades cotidianas, tanto en el ámbito del ocio como en el laboral y el estudiantil, requieren mucha precisión. En algunos casos, los problemas de motricidad también afectan el habla y provocan una reducción anómala en la fuerza de los músculos.
De fondo, lo que lleva a al cuadro de deficiencia motriz es una alteración en varias partes del cuerpo: los músculos, las articulaciones, los huesos y, por supuesto, el área del cerebro que se encarga de coordinar los movimientos.
Clasificación de las dificultades de la motricidad
Podemos distinguir dos tipos generales de problemas de motricidad:
* físico periféricos: afectan las articulaciones, los músculos, los huesos y las extremidades;
* neurológicos: hay un daño en el cerebro que interfiere en el envío de la información motriz al resto del cuerpo.
Estos trastornos en la motricidad se pueden originar antes, durante o después del nacimiento. En el primer grupo, suele tener lugar una infección o una enfermedad metabólica que afecte a la madre a causa de la incompatibilidad sanguínea con el padre. Durante el parto, la aparición de una deficiencia motriz puede deberse a la falta de oxígeno durante demasiado tiempo (a veces producida por una obstrucción en las fosas nasales del bebé), la prematuridad o un daño en el cráneo por el uso de fórceps.
Con respecto a los casos que comienzan después del nacimiento, algunas de las causas más comunes son la hemorragia cerebral, la meningitis o la trombosis.