Definición de mochila

Una mochila es una especie de bolsa o de bolso que se carga a la espalda. Para esto cuenta con dos correas que se pasan por los hombros.

Las mochilas pueden usarse para trasladar todo tipo de objetos. Son muy populares en viajes y excursiones, pero también se emplean en el ámbito escolar e incluso en la vida cotidiana.

Ante esta variedad de usos, existen múltiples tipos de mochilas. Las más grandes son aquellas que se utilizan en expediciones e incluyen un espacio para el almacenamiento de botellas, entre otras divisiones. Entre las más pequeñas aparecen las mochilas infantiles, destinadas a niños de corta edad.

Por lo general las mochilas disponen de varios compartimientos y bolsillos. Así el usuario puede elegir dónde guardar cada cosa y organizar sus pertenencias de acuerdo a su comodidad.

Por otra parte, es importante que las mochilas sean resistentes: de lo contrario, pueden romperse por el peso de la carga. Lo habitual es que se fabriquen con poliamidas y que presenten distintos cierres y broches para asegurar su contenido.

Cabe destacar que muchas mochilas tienen integradas pequeñas ruedas. De este modo, la persona puede colocarse el bolso en los hombros o arrastrarlo por el suelo.

Supongamos que un joven planea caminar varios kilómetros por la playa. El muchacho toma su mochila e introduce en ella un abrigo por si la temperatura desciende; una botella de agua; un paquete de galletas; una billetera con dinero; y las llaves de casa. De esta manera puede disfrutar el paseo con las manos libres y tiene a su disposición diversos elementos que le pueden resultar de utilidad.

De modo similar, para ir de acampada es prácticamente imposible pasar por alto la mochila, aunque en este caso se usan modelos diseñados específicamente para este tipo de experiencias. Se trata de la denominada mochila de montaña, aunque también se conoce como de mar o de senderismo. La característica que la distingue de las demás en primer lugar es su capacidad: debe superar los 40 litros. Sus materiales deben ser especialmente resistentes, tanto para hacer frente al peso de su contenido como para no deteriorarse fácilmente ante las inclemencias del tiempo.

En el cuerpo de una mochila de montaña hay dos partes separadas aunque conectadas por un cierre: una pequeña, ubicada en la base, donde se guarda el saco de dormir, y otra grande, destinada al resto de los objetos. A sus costados es común que cuente con diversos bolsillos para cosas que el usuario pueda necesitar con mayor frecuencia, como ser bebidas, dinero y llaves.

La tapa de la mochila se conoce como cabecero o seta, y también es común que tenga uno o dos bolsillos, tanto en su cara superior como en la inferior. En ellos se pueden dejar artículos como la bufanda, el gorro, las gafas de sol.

Finalmente se encuentra la espaldera, que se considera la parte fundamental. Está recubierta de espuma para proteger la espalda de las estructuras rígidas que actúan como sostén de la mochila, dos bandas verticales o asas diseñadas para estabilizarla y pegarla al cuerpo y un cinturón para aferrarla y mejorar la distribución del peso. Algunas mochilas de montaña incluyen placas solares, ideales para la carga de los dispositivos electrónicos.

Es importante no confundirlas con las mochilas deportivas, aunque ambas clases se usen en actividades físicas. Estas son más pequeñas, menos rígidas y tienen menos compartimientos, ya que se destinan al transporte de unos pocos materiales, que se usan en sesiones cuya duración se cuenta en minutos u horas, pero no para ausentarse del hogar durante días. Se comercializan en versiones genéricas, para cualquier deporte, o bien específicas.

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