Definición de LCD
La sigla LCD alude a Liquid Crystal Display, una expresión de la lengua inglesa que puede traducirse como Pantalla de Cristal Líquido. Una LCD, por lo tanto, es un tipo de pantalla, que se caracteriza por ser plana y por estar formada por píxeles que contienen moléculas de cristal líquido.
Estos píxeles se ubican entre dos capas de cristales polarizados y son iluminados por una fuente de luz fija. Las moléculas de cristal líquido permiten el paso de mayor o menor cantidad de luz según el estímulo eléctrico que reciben.
Puede decirse, por lo tanto, que una pantalla de LCD muestra las imágenes a partir de esa retroiluminación que permite la combinación de los colores. Una de las desventajas de este sistema es que no puede brindar un negro absoluto, una característica que incide en el contraste y que atenta contra la calidad de la imagen.
Actualmente las pantallas de LCD son relativamente económicas. Por eso podemos encontrar pantallas de cristal líquido en numerosos aparatos, desde televisores de más de 50 pulgadas hasta pequeñas calculadoras. Cabe destacar que la resolución nativa de las pantallas de LCD en Full HD es de 1920 x 1080 píxeles.
Mientras que en las pantallas de LCD la imagen se forma gracias a la lámpara ubicada detrás, las pantallas de OLED presentan pequeños diodos emisores de luz. En el caso de las pantallas de plasma, en tanto, cuentan con píxeles rodeados de una mezcla gaseosa que, al recibir corriente eléctrica, se vuelve justamente plasma, formando la imagen mediante una reacción del fósforo presente en los píxeles.
La elección de una u otra tecnología depende de varios factores. En primer lugar se encuentra el económico: con el paso del tiempo, las pantallas de tipo LCD se volvieron muy económicas, y esto permitió que las grandes marcas lanzaran modelos de gama baja, muy accesibles para los bolsillos más ajustados. Si bien cuando se presentó en el mercado parecía algo futurista y elitista, en cuestión de un par de décadas se convirtió en el tipo de pantalla más usado.
Para aquellas personas que cuentan con un presupuesto muy holgado, el factor económico no es un problema. Por lo tanto, su decisión por una u otra tecnología se puede basar en cuestiones técnicas o simplemente en sus preferencias. Existen muchos puntos de vista acerca del tipo de pantalla más adecuado para cada tipo de contenido: hay quienes aseguran que es necesario uno para mirar películas con las luces apagadas, otro para los videojuegos a plena luz del día, otro para el ordenador, etcétera. En este terreno la subjetividad siempre impregna el juicio, por lo cual lo importante es sentirse conforme con la propia elección.
Una de las mayores confusiones con respecto a las pantallas surge a partir de las siglas usadas para cada tecnología, ya que en muchos casos se crean para esconder el hecho de que no ha habido muchos cambios entre un modelo y otro. Tomemos el caso de los televisores LCD y los LED: el mercado intenta hacernos creer que son dos tecnologías diferentes, pero ambos usan pantallas de cristal líquido. ¿Cuál es la diferencia, por lo tanto? La retroiluminación (también conocida como iluminación trasera).
Mientras que las primeras pantallas LCD usaban unas pocas lámparas relativamente grandes para su retroiluminación, las LED se apoyan en muchas y muy pequeñas. El resultado es una mayor uniformidad de color, en especial en los negros puros, que de todos modos no pueden reproducirse con exactitud con esta tecnología. Cuanto mayor sea el número de lámparas, mejor será el contraste; si el dispositivo es capaz de controlarlas de manera independiente, entonces el resultado será aún mejor.