Definición de juglar
La noción de juglar se remonta a la Edad Media. Así se llamaba a aquel que iba de pueblo en pueblo recitando, cantando, bailando o entreteniendo a la gente. Los juglares incluso podían presentarse ante los nobles y los monarcas.
Los juglares, por lo tanto, eran artistas ambulantes. Por lo general desplegaban su talento en las plazas, actuando a cambio de comida o de dinero. En algunos casos, los contrataban los reyes para que animasen banquetes y festejos. Los juglares podían viajar en soledad o sumarse a caravanas de feriantes.
Existían diversas clases de juglares. Muchos se dedicaban a interpretar las composiciones de los trovadores, que eran los creadores de las obras. También había juglares que eran imitadores o ilusionistas.
La diferencia entre los trovadores y los juglares, de este modo, radica en la autoría. Los trovadores escribían textos y componían música, centrándose en temas como las leyendas heroicas y las aventuras de los caballeros. Los juglares, por el contrario, solían limitarse a memorizar esos trabajos y a recitarlos ante el público.
Durante el medioevo había juglares a lo largo y ancho del continente europeo. Por eso las presentaciones se desarrollaban en diferentes lenguas y dialectos.
En la actualidad ya no existen los juglares en el mismo sentido que en la época medieval, aunque sí hay artistas que desarrollan un trabajo similar. Los artistas callejeros que, al terminar su presentación, pasan una gorra para recolectar las contribuciones de su público, pueden considerarse como juglares modernos, sobre todo si se trasladan por distintas localidades para realizar su espectáculo.
Como se menciona en párrafos anteriores, la labor del juglar era variada ya que sus espectáculos podían incluir literatura, música, historias recitadas, juegos o incluso acrobacias. Dependiendo de la actividad en la que se enfocasen, podemos distinguir diferentes tipos de juglares:
* líricos: eran quienes se dedicaban a recitar las obras líricas que componían los trovadores;
* épicos: interpretaban varias composiciones narrativas, como los cantares de gesta;
* remedadores: se centraban principalmente en las imitaciones;
* goliardos: se trataba de clérigos sin hogar o estudiantes con vidas poco ordenadas;
* zaharrones: estos juglares se disfrazaban y realizaban gestos grotescos en sus presentaciones;
* trasechadores: eran prestidigitadores, o sea que hacían ciertos trucos principalmente basados en los juego de manos;
* menestriles: a diferencia de otros tipos de juglares, estos no se trasladaban de un sitio a otro sino que servían a un señor de manera exclusiva. Su principal actividad era la música;
* cazurros: esta clase de juglares no seguía regla alguna, sino que sus recitales podían describirse como «disparatados»;
* juglaresas y soldaderas: se trataba de mujeres que bailaban y cantaban en público y llevaban una vida considerada errante.
Esta clasificación no está completa, sino que reúne los principales tipos de juglares a grandes rasgos. Por ejemplo, si quisiéramos ahondar más en las diferencias podríamos hablar de los juglares de voz y los de instrumentos, que incluían canto o instrumentos musicales en sus actuaciones, respectivamente. Entre los instrumentistas más comunes se encontraban los cedreros, los violeros, los tromperos y los tamborreros.
Los juglares colaboraron con la preservación de un tesoro de valor incalculable que transmitieron de forma oral y que probablemente se extiende desde la poesía épica medieval hasta la cortesana pre-renacentista. Muchos de los juglares ofrecían sus espectáculos de forma gratuita y entre las obras que interpretaban podemos destacar cuatro temas de tradición castellana que aparecían con frecuencia: Cantar del mio Cid; Leyendas del Conde Fernán González; Cantar de Zamora; Historia de los siete infantes de Lara.
Los recursos que usaban los juglares para llamar la atención de su audiencia eran fórmulas apelativas dirigidas a ella (oíd, os diré, sabed), división de la obra en varias partes y el uso de la valoración subjetiva.