Definición de inflexión
La noción de inflexión proviene del vocablo latino inflexio. El término tiene diferentes acepciones de acuerdo al contexto.
Una inflexión puede ser un arqueamiento o una torsión de algo que, hasta entonces, era plano o recto. El concepto también alude, en el terreno de la geometría, al punto de una curva en el cual se produce una modificación del sentido de su curvatura.
Cuando se cambia el tono de voz, atenuándolo o elevándolo, se produce una inflexión. En el campo específico de la gramática, en tanto, una inflexión o flexión es una alteración de ciertas voces que implica un cambio en la vocal de la raíz o en la terminación para codificar determinados contenidos.
Dicho de otra manera, en lingüística se define el concepto de inflexión como el cambio que atraviesan las palabras por medio de morfemas constituyentes de acuerdo con el significado categórico o gramatical para denotar sus varias funciones en el contexto de una oración, así como sus relaciones de concordancia o de dependencia con otros vocablos o elementos de la oración.
El morfema es el fragmento más pequeño con la capacidad de expresar un significado y de modificar el de un lexema al unirse a él. El lexema, por su parte, es un elemento que tiene un significado referencial, o sea que al combinarse con una palabra produce una idea que el hablante puede comprender.
La gramática tradicional reconoce más de un nombre para las inflexiones, dependiendo del la clase de palabras a las que se apliquen. Por un lado tenemos la inflexión verbal, que también se conoce con el nombre de conjugación. La inflexión nominal, por su parte, también se llama declinación; en las lenguas indoeuropeas (la familia más grande de lenguas, en la cual se encuentran casi todas las habladas en Europa y Asia meridional), ésta se suele aplicar a los adjetivos, a los sustantivos y a los pronombres.
Cuando el morfema se agrega en la raíz de la palabra, se produce la denominada inflexión radical, mientras que la temática tiene lugar cuando se agrega al tema. A todo segmento que se añada para indicar un accidente de la inflexión se lo conoce con el nombre de desinencia.
A través de las inflexiones verbales podemos especificar cuestiones tales como el tiempo, el modo, la persona y el número, todas variaciones que entendemos dentro del concepto de conjugación. Por ejemplo, no es lo mismo «comO» que «comÍSTEIS». Las inflexiones nominales, por su parte, nos permiten reconocer el género y el número de los adjetivos y los sustantivos, entre otros aspectos. De este modo, podemos saber que «gatOS» son dos o más y que son machos o que no se conoce su sexo, mientras que «gatA» es una sola y hembra.
En nuestra lengua, las interjecciones y las preposiciones, entre otras categorías, se consideran palabras invariables porque no admiten inflexiones; dicho de otra manera, su forma nunca cambia.
Si nos centramos en el ámbito geométrico, se llama punto de inflexión al punto donde una función deja de ser convexa para convertirse en cóncava o viceversa. En el gráfico, esta transformación se advierte como un cambio en el sentido de la curva.
En los puntos de inflexión, la función derivada alcanza sus mínimos y máximos. La función va creciendo cada vez más hasta llegar al punto de inflexión: al sobrepasarlo, comienza a crecer menos.
Para la climatología, el punto de inflexión supone el paso de un estado estable hacia otro. Se trata, por lo tanto, de una transición.
En la lingüística, por último, una inflexión es una alteración que se registra en un término a través de morfemas que le permiten expresar diversas funciones en una oración y especificar relaciones de concordancia o de dependencia con otros elementos.