Definición de inflamación
La etimología de inflamación nos lleva al vocablo latino inflammatio. La noción alude al acto y el resultado de inflamarse o de inflamar: provocar hinchazón y enrojecimiento; acalorar; encender un elemento.
El uso más habitual del concepto se vincula a la alteración patológica de cualquier sector del cuerpo que se produce por un trastorno en la circulación sanguínea. La parte inflamada se hincha, adquiere un color rojizo, incrementa su temperatura y suele causar dolor.
La inflamación es una respuesta del organismo ante una agresión. Puede tratarse de la manifestación de diversas enfermedades: con la inflamación, el cuerpo intenta aislar al agente que provoca un daño y reparar el órgano o el tejido afectado.
Como reacción del sistema inmunológico innato, la inflamación es un proceso que se desencadena cuando un agente patógeno produce un ataque. Este mecanismo defensivo puede orientarse a aquello que causa el mal, pero también a otros agentes que en realidad no son dañinos.
Una inflamación se produce por un agente biológico (como un virus o una bacteria), un agente químico (un veneno), un agente físico (calor, frío), una alteración inmunitaria o vascular o un traumatismo, por mencionar algunas de las posibilidades. Un médico debe analizar cada caso y determinar los pasos a seguir.
Al fármaco que se emplea para la prevención o la disminución de una inflamación se lo denomina antiinflamatorio. Estos medicamentos suelen inhibir o imposibilitar la biosíntesis de ciertos agentes mediadores. Más allá de los fármacos, hay acciones que también ayudan a combatir una inflamación, como la aplicación de frío o la elevación de una extremidad inflamada.
La medicina casera o el uso de productos naturales para aprovechar sus propiedades en el tratamiento de diferentes trastornos es muy popular, y a través de Internet se propaga con más intensidad que nunca. Si bien no toda la información al respecto es fiable, no podemos negar el poder curativo de la naturaleza; después de todo, los animales lo aprovechan así como hacían nuestros antepasados cuando todavía no había surgido la medicina de la cual hoy en día tanto dependemos.
Entre los productos que pueden actuar como antiinflamatorios se encuentran algunas plantas y especias, así como ciertos alimentos. Uno de los más usados y efectivos es la cúrcuma, una especia cuyo origen se encuentra en el continente asiático que nos mejora las comidas con su color anaranjado tan característico pero también nos permite prescindir del ibuprofeno ante diversos males.
Además de ser eficaz en el tratamiento de ciertas inflamaciones, el jengibre tiene propiedades antioxidantes y analgésicas muy eficaces, ideal para tratar infecciones y para los procesos de desintoxicación del organismo. Para consumirla es posible preparar una infusión combinando 20 gramos de cúrcuma, tres cucharadas de miel y tres tazas de agua.
El jengibre es otro de los productos naturales más usados ante una inflamación. Se trata de una raíz muy preciada por ésta y otras de sus propiedades, como ser su eficacia para tratar los dolores en las articulaciones. También se recomienda para mantener la garganta sana, en caso de náuseas y vómitos. Usarlo es muy fácil, ya que podemos comer la raíz directamente o comprarla en polvo, agregarla a un té o bien preparar una infusión especial con dos cucharadas de miel y dos vasos de agua.
Si de reducir una inflamación se trata, tampoco pueden faltar las semillas de lino, que podemos comprar en tiendas naturales como herbolarios a un precio accesible. El secreto de su éxito se encuentra en el Omega-3, que sirve para reforzar el sistema inmune y nos ayuda a combatir muchas de las infecciones se forman en torno a las articulaciones.