Definición de homilía
El término homilía procede del latín tardío homilĭa, a su vez derivado de un vocablo griego. La primera acepción que menciona el diccionario de la Real Academia Española (RAE) refiere al discurso o el razonamiento que se desarrolla para exponer o transmitir cuestiones religiosas.
La homilía, por lo tanto, es la explicación o la reflexión que realiza el sacerdote luego de proclamar la palabra de Dios. En ella orienta a los fieles sobre la aplicación de los mandatos divinos en la vida cotidiana.
En el marco de la homilía también pueden explicarse los rituales y las oraciones de la liturgia. La intención es que el creyente conozca en profundidad la celebración y pueda participar en plenitud.
El predicador no debe incluir sus opiniones en la homilía: su función es servir a Dios, transmitiendo la fe de la Iglesia. No se trata de un instrumento para que el religioso dé a conocer su parecer o su visión subjetiva de algún acontecimiento, sino que es un mecanismo para optimizar la llegada de los contenidos religiosos a los fieles.
Cabe destacar que el sacerdote no puede improvisar la homilía. Por el contrario, tiene que prepararla a conciencia. A la aplicación de los preceptos de la retórica en la predicación se la denomina homilética.
Precisamente en este punto se abre el debate acerca del mejor modo para preparar una homilía. Por un lado, el sacerdote debe seguir una serie de reglas inquebrantables, para que su sermón sea digno de ser presentado en la casa de Dios. Pero también es cierto que la homilética le propone la búsqueda de caminos inexplorados para renovar la experiencia en cada encuentro con los fieles.
Encontrar un tema no es fácil, y esto les pesa en particular a los sacerdotes más jóvenes. Cualquier persona que haya asistido a una misa cristiana alguna vez debe saber que por lo general existe un hilo conductor de toda la ceremonia, y que éste no siempre es de carácter religioso —por así decirlo— sino que puede tratarse de un problema social, de una noticia que haya impactado a la gente en los medios de comunicación o simplemente de una enseñanza útil para convertirse en mejores personas.
Para que el mensaje llegue a la gente con el impacto deseado, el sacerdote debe hacer uso de varios recursos, tanto materiales como simbólicos. La colocación de la voz es uno de los aspectos fundamentales, ya que influye en su salud vocal tanto como en la claridad con la de sus palabras. Para conseguir este objetivo con éxito puede tomar clases de teatro o de canto, o bien seguir los consejos de sus mayores.
Por otro lado, el uso de textos bíblicos para complementar el mensaje es un recurso muy recomendado. Se trata de una práctica muy antigua que todavía al día de hoy resulta eficaz, ya que les aporta más peso a las palabras del sacerdote, las respalda en la propia palabra de Dios.
Los gestos, la participación del público, las canciones escogidas para intercalar los sermones con música y el movimiento del sacerdote por la iglesia son otros de los aspectos importantes para potenciar la comunicación. La homilía que más impacta es aquella con la cual la gente puede sentirse identificada, una que vivan intensamente desde el principio hasta el final y no un discurso que deban escuchar pasivamente.
Puede decirse que la homilética es el arte de la preparación de la homilía para que la transmisión del discurso religioso sea efectiva. Resumiendo todo lo dicho hasta el momento, el clérigo debe analizar el estilo, la composición y la elaboración del sermón y aprender a utilizar su voz, su cuerpo y sus gestos para que la comunicación con quienes escuchan la homilía sea exitosa.