Definición de glaciar

El concepto de glaciar tiene su origen en el francés glacier y da nombre al bloque o estructura de hielo que se suele acumular en ciertas áreas de las cordilleras, justo encima de la línea que marca el límite de las nieves perpetuas. La parte inferior de un glaciar se encuentra en movimiento, con un deslizamiento muy lento y similar al de un río.

Cabe resaltar que los glaciares almacenan 33 millones de km3 de agua dulce y ocupan el 10% de la superficie de nuestro planeta. Según los expertos, se forman a raíz de la compactación y la recristalización de la nieve, mientras que su conservación está determinada por los niveles de precipitación de nieve (que superan la evaporación que tiene lugar en verano). Por este motivo, los glaciares suelen ubicarse cerca de los polos o en territorios montañosos.

Cuando la nieve cae sobre la tierra en una región donde las temperaturas se mantienen por debajo del punto de congelación, cambia su estructura y se recristaliza, formando granos de hielo que son más espesos y tienen apariencia esférica. Estos granos de hielo se conocen con el nombre de neviza.

Mientras la nieve sigue cayendo y se transforma en neviza, comienza a acumularse y las capas inferiores sufren una presión cada vez más fuerte. Poco a poco, el peso termina desarrollando cristales de hielo más grandes, con capa de varias decenas de metros. De esta manera, se desarrolla el hielo glaciar y surgen los glaciares.

El peligro del deshielo causado por el calentamiento global

El calentamiento global constituye un problema muy serio para los glaciares: cuanto más alta es la temperatura, los glaciares se derriten más rápido y comienzan a retroceder. Esto puede causar un aumento en el nivel de los océanos y producir grandes inundaciones.

Con el aumento de las temperaturas, los glaciares sufren transformaciones evidentes: el deshielo. Si bien esta es una causa natural que se repite cada primavera, en los últimos años este proceso se ha incrementado llegando a un punto en el que el deshielo ha superado la cristalización, es decir, se produce a una velocidad tan acelerada que no deja tiempo a la recuperación de las capas de hielo.

Esto trae consecuencias como aumento de la masas de H2O en la tierra, lo que conlleva inundaciones, extinción de especies cuyo hábitat es el hielo y rotundos cambios en lo que respecta a ecosistemas de todo el planeta. Es muy probable que en un futuro tengamos severos problemas para conseguir abastecernos de agua potable, ya que el 60% del total que consumimos proviene de los glaciares.

Una de las causas fundamentales de este deshielo es, como hemos dicho antes, el recalentamiento del planeta, el cual se encuentra relacionado con la emisión de gases a la atmósfera. Además, a causa de este aumento de temperatura y la escasez de hielo y nieve, la tierra y el mar deben absorber una mayor cantidad de luz solar, lo que asevera el calentamiento.

El derretimiento completo de los glaciares, además de significar una pérdida irrevocable implicaría un aumento de la masa de los océanos, que avanzarían sobre la superficie terrestre, sepultando muchas de las costas a su paso, desencadenando cientos de impensables problemas de tipo ecológico.

Lamentablemente los seres humanos parecemos velar sólo por nuestra especie y despreocuparnos de todos los desequilibrios que causamos en nuestro entorno; sin embargo es necesario que de una vez por todas comprendamos que nuestras acciones no sólo repercuten en el medio ambiente sino también en nuestras vidas porque, si se derriten los glaciares y la temperatura continúa aumentando no sólo habremos puesto en riesgo la vida del planeta, sino también la supervivencia de nuestra especie. Es que ni siquiera mirando la problemática desde una óptica especista e individualista podemos quedarnos indiferentes.

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