Definición de eosinófilos
Los eosinófilos son granulocitos de pequeño tamaño que se originan en la médula ósea. Los granulocitos, por su parte, son leucocitos (células blancas) que presentan gránulos en su citoplasma. Esta clase de granulocito permanece entre tres y cuatros días en la sangre y luego se instala en las mucosas o el epitelio de los tejidos.
El alemán Paul Ehrlich, quien recibió el Premio Nobel de Medicina, fue el primer médico en describir los eosinófilos. En 1879, Ehrlich observó cómo, utilizando un colorante llamado eosina, estos granulocitos se teñían de manera intensa. De este modo los bautizó como eosinófilos.
Con un núcleo que tiene dos lóbulos vinculados a través de puentes intercromatinícos y que alberga en su centro a la cromatina, cada eosinófilo dispone de unos veinte gránulos en su citoplasma. Los gránulos, a su vez, almacenan distintos tipos de proteínas.
Los eosinófilos miden entre diez y doce micrómetros y suelen representar del 1% al 4% del total de los leucocitos que circulan en la sangre. Entre sus funciones, se encuentra la regulación de reacciones de hipersensibilidad y de las respuestas alérgicas y la defensa ante el accionar de ciertos microorganismos. Esto los convierte en actores importantes para cuidar al organismo de infecciones, procesos inflamatorios y alergias en general.
Cuando, en un análisis de sangre, la cantidad de eosinófilos detectada resulta inferior al 1% o superior al 4% respecto al total de glóbulos blancos, se considera que el valor es anormal y que, por lo tanto, podría revelar un problema de salud.
Se conoce con el nombre de conteo absoluto de eosinófilos al examen de sangre que tiene el objetivo de medir el número de glóbulos blancos. Para llevar a cabo el conteo, lo normal es extraer la sangre de una de las venas ubicados en el dorso de la mano o la parte inferior del codo. Es importante limpiar la zona con un producto antiséptico antes de realizar la punción.
El profesional de la salud debe ubicar alrededor del antebrazo del paciente una banda elástica para presionarlo y reducir el flujo de sangre por la vena escogida para el examen. Es recién entonces que puede proceder a introducir la aguja.
La eosinopenia aparece cuando el conteo de los eosinófilos es bajo. Este trastorno puede vincularse a una infección, una intoxicación, un tratamiento con corticoides, estrés, anemia aplásica, enfermedad de Cushing o VIH, por ejemplo. Es importante señalar que un número bajo de eosinófilos no necesariamente provoca problemas de salud ya que el sistema inmune puede compensar esta anomalía de forma adecuada.
De hecho, el número bajo de eosinófilos suele advertirse en el resultado de un hemograma completo que el médico pide por otras razones, de manera que lo sorprende precisamente porque no había síntomas que lo delataran. Con respecto a la solución de esta anomalía, se consigue por medio del tratamiento de la causa.
Si los eosinófilos se encuentran en un nivel alto, por otro lado, se habla de hipereosinofilia o eosinofilia. Entre los posibles motivos se encuentran algunas alergias, el asma, el síndrome de Churg-Strauss, la rinitis alérgica, el eczema, algunas infecciones parasitarias, la dermatitis atópica y la nefropatía intersticial.
El número de eosinófilos también puede aumentar de forma anómala en presencia de ciertos tipos de cáncer, como ser la leucemia y el linfoma de Hodgkin, sin dejar de lado los trastornos mieloproliferativos. Cuando la cantidad no es excesivamente elevada por encima de la normal, los síntomas son escasos. Por otro lado, en el caso contrario pueden aparecer daños en ciertos órganos e inflamaciones en los tejidos; los pulmones, el corazón, el sistema nervioso y la piel son las partes más afectadas, aunque los problemas pueden advertirse en otras partes del cuerpo.