Definición de entonación
El concepto de entonación hace referencia al acto y el resultado de entonar: dar un cierto tono o ajustarse a él. El término suele utilizarse para nombrar a los rasgos melódicos empleados en un enunciado.
La entonación, en este marco, se forma con las características dadas al sonido en cuanto a su intensidad, su duración y su tono. De esta manera, se logra que el enunciado adquiera ciertos matices y refleje emociones, intenciones, etc.
Es importante tener en cuenta que la entonación suele contar con objetivos lingüísticos o comunicativos. Al conseguir uno u otro tono en determinadas sílabas o palabras, se producen diferentes efectos.
Con la entonación es posible establecer oraciones exclamativas e interrogativas. Supongamos que un hombre, al cruzarse con un amigo en la calle, le dice: “¿Estás bien?”. La entonación hace que el enunciado se convierta en una pregunta: el individuo quiere saber si su amigo se encuentra bien, por lo cual espera una respuesta. Si recurre a otra entonación, puede expresar su sorpresa o alegría por confirmar que el sujeto en cuestión, efectivamente, está bien: “¡Estás bien!”.
La ironía también puede marcarse con la entonación. Tomemos la frase “Eres muy inteligente”. Según la entonación empleada, puede tratarse de un elogio o indicar exactamente lo contrario a lo dicho. Si el hablante alarga el adjetivo “muy”, puede estar demostrando el componente irónico de su afirmación: “Eres muuuuuy inteligente”.
La importancia de la entonación en idiomas como el nuestro a menudo se pasa por alto en el ámbito de la educación. De hecho, es común que los extranjeros aprendan este aspecto de la lengua con mucha más precisión y empeño que los hablantes nativos, quienes adquieren esta habilidad de forma «natural» y espontánea.
Uno de los rasgos de la entonación que la vuelven tan difícil de dominar en un idioma extranjero es su naturaleza impredecible: incluso entre todos los países que comparten el español, por ejemplo, una misma frase puede entonarse de muchas formas diferentes, y la intuición no basta para acertar sino que debemos aprender cada una por separado.
Retomemos por un momento las preguntas. Dado que no todas persiguen el mismo objetivo, tampoco debemos entonarlas de la misma manera. Por ejemplo, si realmente deseamos recibir una respuesta, como en el ejemplo anterior, la entonación será diferente de aquellas que simplemente se emiten por cortesía («¿Qué tal?») o las retóricas («¿Cuántas veces debo repetirte que no eres bienvenido aquí?»).
Como se puede advertir, basta con estudiar los diferentes tipos de preguntas para apreciar una fracción de la gran complejidad que presenta la entonación. Incluso al preguntar por el estado del interlocutor se pueden imprimir diferentes variaciones a la entonación para expresar cosas tales como la suposición de que no se encuentra bien o la ansiedad que nos supone conocer su respuesta.
Pensemos en dos situaciones diferentes. En primer lugar, una persona visita a otra en un hospital, donde se encuentra hace meses por una enfermedad terminal; seguramente, al preguntarle «¿Cómo estás?», lo haga con una entonación que denote una gran preocupación, con una mezcla de tristeza, entre otros sentimientos y sensaciones similares. Por otro lado, un encuentro entre dos amigos que tienen muchas buenas noticias para contarse que ya han sido anticipadas en una conversación previa entonarán esta misma pregunta con mucha ansiedad, pudiendo agregar «¡Cuéntame, cuéntame!».
En el ámbito de la música, por último, la entonación se vincula a la precisión del sonido: es decir, a la producción o la percepción correcta de la altura. No hay que confundir la entonación con la afinación, que consiste en el ajuste del tono de un sonido en base a una nota de referencia.