Definición de ironía

Este término deriva de un vocablo latino que a su vez procede del griego, y se entiende como una burla disimulada. Consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice a través de una cierta entonación o del lenguaje corporal.

Un ejemplo del uso de la ironía en el habla coloquial puede ser el siguiente. En un programa de televisión se da la noticia de que un hombre fue hallado muerto con cinco disparos en la cabeza. Un espectador comenta que según su opinión se trató de un asesinato; a lo que otra persona que se hallaba observando la noticia, ante la obviedad de la afirmación del primero, expresa: “¡Qué inteligente! Me sorprende tu capacidad de deducción”.

Una ironía puede ser una burla disimulada o un mensaje sarcástico.

Ironía, burla y sarcasmo

La ironía no siempre está destinada a la burla del prójimo ni resulta agresiva. Una persona que debe ir al hospital a visitar a un pariente enfermo puede comentar, a modo de lamento: “Tengo un plan muy entretenido para esta tarde”. Algo similar ocurre cuando dos compañeros de clase se juntan a estudiar y uno afirma: “No sabes cuánto nos vamos a divertir con estos libros”.

La ironía más cruel y violenta se conoce como sarcasmo: “No, no estás gorda, es que todas las demás están muy flacas”. Este tipo de expresiones supone una agresión que intenta discriminar y herir a la destinataria.

Otra frase irónica o sarcástica es la siguiente: “Por supuesto que valoro tu dedicación, es más, voy a organizar una fiesta en tu honor para premiar la relevancia de tu inconmensurable esfuerzo en pos de esta empresa”.

Puede emplearse la ironía como una figura retórica.

Una figura retórica

En el caso de la ironía como figura retórica podemos decir que permite que se trata de una herramienta que permite a un autor que exprese una cosa diciendo lo contrario. Sirve para dotar a los textos de una cierta suspicacia o volverlos burlescos.

Entre los autores que mejor han sabido valerse de este recurso a la hora de escribir podemos mencionar a Francisco de Quevedo y William Shakespeare. Sin embargo, en este punto es importante señalar que existen muchos tipos de ironía. Entre los más destacados se encuentran:

* Ironía trágica: también conocida como ironía dramática, es propia de las tragedias antiguas y muy presente en casi todas las obras del escritor anglosajón Shakespeare.

Se utilizaba para aumentar la intensidad de las situaciones delicadas en obras donde las palabras y acciones del personaje se expresan de una forma tan cercana para el lector que parecen sumamente verosímiles, pese a contar con un alto contenido de dramatismo que podría considerarse absurdo en la realidad. Detrás de las frases irónicas, el autor consigue acercarse al público y abrirle los ojos en una serie de cuestiones de la vida real que para él ha pasado desapercibido.

* Ironía cómica: presente en las obras de caracter burlesco, en las que el autor presentó una crítica a la sociedad con tintes graciosos y bufones. En la obra de Quevedo encontramos muchísimos ejemplos de este uso.

Ironía para evidenciar una incongruencia

En este caso, la ironía sirve para mostrar una incongruencia entre las expectativas que tiene el lector y lo que al final ocurre. Suelen plantearse tramas sumamente absurdas o, en algunos casos, explicarse situaciones de la vida real de una forma convincente pero estrambótica, dando a entender al lector que la propia realidad se encuentra llena de cuestiones inaceptables que pasan como «normales» e instándolo a razonar y plantearse un cambio ante los posibles hechos que se suceden.

Existen otros ejemplos de ironía. Uno muy claro es el comienzo de la obra «Orgullo y prejuicio» de Jane Austen. Dice: «Es una verdad concebida que un hombre soltero en posesión de una buena fortuna debe estar en búsqueda de mujer».

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