Definición de energía renovable
La energía es un recurso natural que puede aprovecharse industrialmente a partir de la aplicación de tecnología y de diversos recursos asociados. El concepto también permite nombrar a la capacidad de poner en movimiento o transformar algo.
Renovable, por su parte, es aquello que puede renovarse. El verbo renovar está vinculado a reemplazar algo, poner de nuevo, transformar o restablecer algo que se había interrumpido.
La noción de energía renovable hace mención al tipo de energía que puede obtenerse de fuentes naturales virtualmente inagotables, ya que contienen una inmensa cantidad de energía o pueden regenerarse naturalmente.
La energía eólica, la energía solar y la energía geotérmica son ejemplos de energías renovables no contaminantes (energías verdes), debido a que su utilización supone una mínima huella ambiental. Las energías que se obtienen a partir de biomasa, en cambio, son energías renovables contaminantes.
Las energías no renovables son aquellas cuya fuente no puede volver a generarse. Es decir, lo que se gasta, no puede reponerse. Los combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón o el gas natural, son energías no renovables.
La lógica indica que el ser humano debería apostar por la energía renovable para garantizar su subsistencia como especie. Se estima que el Sol abastecerá las fuentes de energía renovable (a través de la radiación solar, su incidencia en las lluvias, el viento, etc.) durante, al menos, cuatro mil millones de años. El uso de estas energías, por otra parte, no genera gases de efecto invernadero ni otras emisiones contaminantes.
Entre los puntos en contra de la energía renovable, aparece su irregularidad (no puede usarse la energía eólica cuando no hay vientos, por ejemplo). Por otro lado, si bien se trata del camino más respetuoso para con la naturaleza, el mal uso de estas fuentes de energía puede acarrear desastres de diversos grados, ya que todas ellas generan un impacto en el medio ambiente.
Por ejemplo, la energía geotérmica puede resultar perjudicial si se traen a la superficie gases de efecto invernadero y metales pesados (elementos con propiedades metálicas, tales como los lantánidos, actínidos y algunos de los semimetales). La energía hidráulica, por su parte, si bien puede ser menos nociva cuando se utiliza en pequeña escala (a través de centrales minihidráulicas), suele basarse en la construcción de imponentes presas, lo cual afecta directamente la biodiversidad y promueve la producción de metano por los residuos vegetales.
Más efectos negativos del mal aprovechamiento de la energía hidráulica son enfermedades pandémicas como el dengue, la fiebre amarilla y la equistosomiasis (un trastorno parasitario causado por una clase particular de gusanos, que suele tener lugar principalmente en países en vías de desarrollo con climas cálidos y templados), además de inundaciones que destruyen paisajes naturales y ciudades, con sus consiguientes evacuaciones y muertes, y el aumento de sales minerales disueltas en los cauces fluviales.
La energía eólica también puede tener consecuencias negativas para el medio ambiente si no se utiliza con un plan bien definido, o si se intenta explotar en exceso. A primera vista, la colocación de molinos rompe con la belleza de cualquier paisaje natural. Por otro lado, es importante recordar que producen un ruido de baja frecuencia muy peligroso para la salud de quienes habiten en sus proximidades; entre sus consecuencias en seres humanos se encuentran el trastorno del sueño y la irregularidad del pulso.
Cabe mencionar que gran parte de dichos sonidos están por debajo del límite de nuestra percepción auditiva, y sin embargo nos hacen daño. Por último, no se debe olvidar que los molinos eólicos representan un peligro para ciertas especies de aves si no los detectan y se lastiman con sus aspas. Entre las energías que menos impacto ambiental producen se encuentran la solar y la undimotriz (de las olas).