Definición de disfagia

Se denomina disfagia a la complicación o el impedimento de tragar. Este verbo, por su parte, alude a los movimientos involuntarios y voluntarios que permiten que un elemento que está en la boca pase al estómago.

La disfagia, por lo tanto, supone un trastorno que dificulta la acción de comer. Este inconveniente suele surgir a partir de una enfermedad del esófago o de algún órgano que se encuentra a su alrededor, aunque las causas pueden ser diversas.

Si la persona experimenta problemas para que los alimentos pasen de la boca y la faringe hacia el esófago, se habla de disfagia orofaringea. En cambio, si la dificultad se registra en el descenso de la comida a través del esófago, el trastorno se conoce como disfagia esofágica.

La disfagia puede incluir dolor al tragar, atragantamiento, babeo, masticación extendida, carraspeo, imposibilidad de cerrar los labios y hasta el rechazo o la expulsión de la comida por intermedio de la lengua. Para determinar su origen, el médico puede apelar a distintos estudios, como una manometría esofágica, una radiografía o una esofagogastroduodenoscopia.

Se conoce como manometría esofágica a un estudio que se realiza con el objetivo de medir la fuerza, el tono muscular o la presión en ciertas zonas del esófago mientras se encuentra en estado de reposo. Del mismo modo, permite registrar las características de los movimientos internos en pleno proceso de deglución, tomando en cuenta la actividad de los músculos que intervienen en él.

La esofagogastroduodenoscopia, por su parte, también se denomina gastroscopia y se trata de un examen que sirve para observar el duodeno, el estómago y el esófago. El procedimiento se lleva a cabo con ayuda de un endoscopio y una serie de tubos flexibles con una lámpara y una cámara de vídeo en su extremo que permiten al operador filmar las cavidades y verlas en un monitor.

El cáncer, el mal de Parkinson, un accidente cerebrovascular (ACV), el reflujo gastro-esofágico, problemas en la glándula tiroides, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), la enfermedad de Alzheimer y la amigdalitis son algunas de las posibles causas de la disfagia. Es importante descubrir la patología de origen para definir el tratamiento, que puede incluir cambios en la dieta, fármacos o una intervención quirúrgica.

A nivel de la alimentación, por lo general se sugiere que el paciente no ingiera alcohol ni comidas picantes y que modifique la consistencia de los alimentos y las bebidas para favorecer la deglución y así minimizar la disfagia. Es importante señalar que si no se trata de forma adecuada, la disfagia puede comprometer de forma seria el organismo del paciente, tanto a causa de una nutrición deficiente como una falta de hidratación.

Entre los muchos consejos que los expertos suelen dar a sus pacientes con disfagia para mejorar su relación con la comida, se encuentran los siguientes:

* evitar las situaciones de estrés a la hora de comer, algo en lo que debe colaborar la persona encargada de cuidar al paciente;

* nunca comer de prisa, sino asumir que la deglución tardará más tiempo del normal, pero permitirle al organismo que complete el proceso a su ritmo;

* permanecer sentado durante la comida y un mínimo de media hora durante el comienzo de la digestión, para asegurarse de que los alimentos hayan descendido lo suficiente a lo largo del esófago;

* a aquellas personas con disfagia que se encuentren en cama, es necesario ayudarlas a sentarse como sea posible ya que darles la comida mientras están recostadas es una decisión inaceptable;

* si debemos dar de comer a un paciente de disfagia, los cubiertos debemos acercárselos desde abajo, para evitar que se vea obligado a levantar la cabeza.

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