Definición de digestión

Del latín digestio, digestión es la acción y efecto de digerir. Este verbo refiere a la actividad que realiza el aparato digestivo para convertir los alimentos en sustancias que sean asimilables por el organismo.

La digestión, por lo tanto, implica la transformación de los alimentos que han sido digeridos. Los alimentos, gracias a este proceso, se convierten en sustancias más sencillas que pueden ser absorbidas por el cuerpo. Los organismos heterótrofos (como los animales) apelan a la digestión para obtener energía de la materia orgánica que ingieren, ya que la comida se transforma en minerales y nutrientes necesarios para la subsistencia.

Es importante destacar que la digestión se desarrolla a diferentes niveles: subcelular, celular y multicelular. El aparato digestivo está compuesto por diversos órganos que participan de los procesos químicos y mecánicos de la digestión. La primera etapa es mecánica (se reduce el tamaño de los alimentos), mientras que las siguientes son químicas (para preparar los alimentos para su absorción).

El proceso de alimentación, por lo tanto, se inicia con la ingestión (introducir la comida en la boca), continúa con la digestión (mecánica y química para convertir las moléculas complejas en sustancias simples), alcanza la absorción (los nutrientes pasan a los capilares linfáticos y circulatorios mediante la ósmosis) y finaliza con la excreción (se desechan los materiales no digeridos a través de la defecación).

En un sentido simbólico, la digestión está vinculada a la meditación cuidadosa de algo para entenderlo o al sufrimiento que se lleva con paciencia: “Aún no logro digerir la noticia”, “Quedarme sin empleo fue un asunto de difícil digestión”.

Consejos para mejorar la digestión

Los problemas digestivos suelen reflejar una o más conductas poco apropiadas, relacionadas con la alimentación, el reposo y el ejercicio físico. Pero, además de su repercusión en nuestra salud, generan un malestar general y reducen nuestro rendimiento en el trabajo y el estudio, dado que provocan dolores e incomodidad que nos impiden concentrarnos. Veamos algunos trucos para mejorar la digestión:

* consumir más frutas con cáscara, ya que esta última parte es la que aporta el mayor porcentaje de fibra. Entre las frutas más recomendadas se encuentran la pera, la guayaba y la manzana;

* beber un mínimo de dos litros de agua al día. El agua es fundamental para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo;

* comer verduras verdes. En especial, espinaca, calabaza, lechuga y acelga, tanto en ensalada, asadas o como guarnición;

* masticar bien los alimentos antes de tragarlos. Es un consejo que muchos recibimos de pequeños, y que con el tiempo creemos exagerado o innecesario, pero cuanto más triturada ingrese la comida, más fácil será su digestión. El truco es comer en compañía de gente que nos sea grata, evitar el estrés y tomarse el tiempo necesario para saborear los alimentos, lejos de la televisión e Internet;

* evitar comer de más. A veces es difícil aceptar que estamos satisfechos, especialmente cuando nos encontramos atravesando ciertos conflictos emocionales, pero ignorar la sensación de saciedad al comer es el primer paso para dificultar la digestión;

* no beber agua durante las comidas, sino una vez finalizadas;

* evitar los picantes en exceso, ya que afectan el trabajo del sistema digestivo;

* reducir al mínimo el consumo habitual de harinas;

* respetar los horarios de las comidas.

Si bien algunos consejos parecen difíciles de llevar a cabo, no se deben pensar como una unidad indivisible, sino como una serie de pequeños objetivos que podemos perseguir uno a uno, con esfuerzo y con paciencia. Todos podemos adquirir mejores hábitos si nos lo proponemos, y la promesa de una buena digestión debería ser suficiente para ponerse manos a la obra.

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