Definición de desgarro
Un desgarro es una rotura o rompimiento. El término suele utilizarse para nombrar al desgarro muscular, que es una lesión del tejido muscular con daños en las fibras interiores y la rotura de los vasos sanguíneos.
Por ejemplo: “El delantero chileno sufrió un desgarro y estará dos semanas sin jugar”, “López ha dejado de correr repentinamente: pareciera que acaba de sufrir un desgarro”, “Esta temporada me he perdido cuatro torneos ya que tuve dos desgarros y una pubalgia”.
El desgarro puede producirse por contracción (con un esfuerzo que supera la capacidad biológica del músculo para resistir la tensión) o elongación (por un estiramiento exagerado). Un calentamiento adecuado antes de la actividad física reduce la posibilidad de sufrir un desgarro, aunque no la anula por completo. El desagarro también puede producirse por exceso de actividad, cuando la persona siente cansancio en los músculos pero sigue realizando esfuerzos.
Entre los factores de riesgo, se encuentran el sedentarismo, la desnutrición, la circulación deficiente y enfermedades tales como la diabetes. Otra posibilidad es que el desgarro se produzca por un traumatismo.
Quien sufre un desgarro, siente un pinchazo que le impide contraer el músculo. Se trata de un dolor repentino e intenso que puede estar acompañado por una inflamación y la aparición de un hematoma.
Ante estos síntomas, es importante cesar la actividad física de inmediato ya que, de lo contrario, es posible lesionar aún más el músculo afectado. Los expertos recomiendan reposo, la aplicación de hielo en la zona y la utilización de una venda que permita contener la hemorragia. Luego de unos días de utilizar frío para calmar la inflamación, el calor también resulta beneficioso para recuperarse de un desgarro.
Así como se explica en la definición de distensión muscular, existen tres grados de desgarro, teniendo en cuenta su gravedad: leve, que conlleva lesiones en algunas fibras musculares sin alcanzar los tendones y con una recuperación promedio de una semana; moderado, con la posibilidad de que los tendones se vean afectados y un dolor que impide continuar con la actividad física, llegando a demandar un reposo de dos semanas para la total recuperación; grave, el rompimiento total del vientre muscular y de la inserción tendinosa, acarreando un período promedio de un mes para la recuperación.
Entre las lesiones más comunes que puede sufrir la retina se encuentra el desgarro, que consiste en una ruptura capaz de causar su desprendimiento (la completa separación de la retina y el epitelio pigmentario). Entre las causas más comunes de desgarro de retina encontramos las siguientes:
* modificaciones en el humor vítreo: se trata de un líquido transparente y gelatinoso que ocupa el espacio entre la cara posterior del cristalino y la superficie interna de la retina. Con el pasar de los años, se vuelve más líquido y su retraimiento puede arrastrar la retina y generar un desgarro;
* degeneración lattice: se trata de zonas de la retina que se deibilitan y se encogen, lo cual favorece los desgarros. Son especialmente frecuentes en personas con un alto grado de miopía;
* aparición de cicatrices: ciertas enfermedades que afectan a la retina, como ser la retinopatía diabética, vuelve más posible la aparición de tejido fibroso entre la retina y el vítreo, que mueven la retina y la doblan, llegando a provocar su desprendimiento o su desgarro. Lo mismo ocurre con traumas oculares.
El mayor riesgo de sufrir un desgarro de retina lo poseen los ancianos, los pacientes con miopía alta y las personas que: hayan sufrido de trauma ocular; se hayan sometido a una cirugía; sufran de adelgazamiento o debilidad de la retina; estén atravesando diabetes mellitus; tengan familiares que hayan padecido de un desgarro o desprendimiento.