Definición de traumatismo
Traumatismo es un término que procede del griego y que significa “acción de herir”. Se trata de la lesión de los órganos o los tejidos que se produce por una acción mecánica externa.
El traumatismo implica un daño físico que, en ciertos casos, puede derivar en complicaciones secundarias que ponen en riesgo la vida. Por ejemplo: “La víctima quedó hospitalizada por los múltiples traumatismos”, “Un traumatismo de cráneo dejó al jugador internado en terapia intensiva”, “Ayer tuve un accidente con el coche pero sólo tuve un traumatismo leve”.
El traumatismo en un tejido blando tiene lugar cuando se produce una pérdida de continuidad de la piel, lo que genera una comunicación entre el interior del cuerpo y el exterior. Estas heridas pueden ser punzantes, contusas, incisas o de otro tipo.
Cuando se aplica una fuerza en el esqueleto, ya sea directa o indirectamente, es posible que se produzca una lesión en el sistema muscular o bien en el ósteoarticular. Los traumatismos en las extremidades no suelen ser la causa de un riesgo de muerte, aunque si no se sigue el tratamiento adecuado, es probable que las secuelas incluyan algún tipo de discapacidad de variada importancia. Entre los recursos típicamente utilizados para su diagnóstico se encuentran la resonancia magnética nuclear, la artrocentesis, las radiografías y las artroscopías.
Las lesiones de tipo traumático que se producen en las extremidades incluyen los siguientes tipos:
esguince: es la separación temporal de las superficies de las articulaciones que generan el estiramiento o la ruptura de los ligamentos. Suele tener lugar luego de que una articulación se tuerza con demasiada fuerza en una dirección determinada. En algunos casos, el esguince puede provocar el desprendimiento de un fragmento óseo dentro del cuerpo, el cual deberá ser detectado a través de una radiografía para su posterior extracción;
luxación: se trata de la división de las superficies articulares que se mantiene en el tiempo; dicho en otras palabras, la articulación se desmonta. Entre las causas de esta lesión se encuentran las caídas o las colisiones (dentro del grupo de mecanismos directos) y los estiramientos que fuerzan la articulación (los mecanismos indirectos). Una luxación acarrea la ausencia permanente de la relación que debe existir entre las superficies de una articulación, y es frecuente que la acompañe una ruptura o la desinserción de la cápsula articular y los ligamentos. También puede entenderse como una dislocación que, por lo general, recibe el nombre del hueso más distal de la articulación afectada (como puede ser una rodilla o un codo) o bien de la región que pasa a ocupar el hueso desplazado;
fractura: tiene lugar cuando se pierde la continuidad en el tejido de un hueso. Las consecuencias son muy variadas: pueden ser tan leves como una fisura de poco tamaño o tan graves como la destrucción del hueso, y el desplazamiento de sus dos extremos.
Los traumatismos craneales son mucho más riesgosos que los anteriores: una fractura de cráneo puede suponer una lesión del encéfalo con compromiso de conciencia, amnesia postraumática o síndrome vertiginoso. El dolor de cabeza persistente, náuseas, convulsiones y vómitos son síntomas de la existencia de un traumatismo de cráneo tras un golpe en la cabeza.
Cuando se habla de traumatismo en la columna vertebral el verdadero riesgo no reside en la fractura de alguna de sus vértebras, sino en el daño que recibe la médula espinal, ya que este siempre acarrea una lesión traumática en los ligamentos y en las estructuras ósea y muscular. Cuando el foco de la lesión es el cuello, independientemente del daño que hayan recibido los huesos y la médula, es posible que las estructuras blandas se vean comprometidas.