Definición de contaminación del agua
El concepto de contaminación se emplea para referirse al proceso y el resultado de contaminar: modificar, de manera nociva, las características naturales o normales de algo. El agua, por su parte, es la sustancia con moléculas compuestas por un átomo de oxígeno y dos átomos de hidrógeno, que en estado puro aparece como un líquido insípido, inodoro, incoloro y transparente.
La idea de contaminación del agua, por lo tanto, se vincula a una alteración de las condiciones normales de este líquido indispensable para la vida. Las modificaciones en el agua suelen ser provocadas por el hombre a través de distintas acciones.
El agua contaminada deja de ser potable: es decir, ya no puede beberse sin riesgos. De esta manera, la contaminación hace que el agua no sea apta para el consumo ni para la agricultura o la industria. A su vez, el agua contaminada puede imposibilitar el desarrollo de actividades recreativas (natación, pesca, etc.).
Un mar, un río, un lago, un arroyo y una laguna, por citar algunas posibilidades, pueden presentar aguas contaminadas. Los posibles responsables de la contaminación son muy diversos: desde una persona que deja una botella de plástico en una playa y el envase luego termina en el mar hasta una fábrica de papel que arroja sus desechos industriales un río. Por supuesto, el nivel de contaminación que produce una industria es mucho mayor que el generado por un individuo.
Es importante destacar que la contaminación del agua no solo afecta a los seres humanos. También los animales que beben agua y los que habitan en ella sufren las consecuencias de las malas condiciones del agua.
Ante el problema de la contaminación del agua, muchas personas optan por tomar ciertas medidas de precaución para reducir al máximo el riesgo, y para ello existen diversos consejos que todos podemos seguir en nuestra vida cotidiana. Es importante recordar que el agua es un recurso fundamental para la subsistencia del planeta, por lo cual debemos usarla con respeto y moderación.
El cuidado del agua comienza por una evaluación profunda de nuestros hábitos domésticos: muy probablemente podamos mejorar al menos una de nuestras costumbres para reducir el impacto que nuestro día a día tiene en la contaminación del agua. Por ejemplo, se aconseja usar menos productos químicos para las tareas de limpieza, algo que puede resultar especialmente difícil ante la influencia de las publicidades en los medios de comunicación.
Entre las razones por las cuales deberíamos optar por productos de limpieza naturales se encuentran que los químicos tóxicos como el amoniaco y el blanqueador no sólo afectan el suministro del agua una vez que pasan a las tuberías sino que son innecesarios para dejar la casa en perfectas condiciones. Para aquellas personas que no sepan qué limpiadores escoger, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) ofrece una lista de los más recomendados dentro de las opciones «verdes», es decir, respetuosas con el medio ambiente.
Otro de los hábitos que debemos revisar en nuestra vida cotidiana es la administración de los residuos. En primer lugar, nunca deberíamos verter en el desagüe una sustancia que no sea biodegradable. Si necesitamos usar productos tales como pintura para las paredes, disolvente de limpieza, aceite de motor o químicos para piscinas, debemos desechar los restos siguiendo los pasos recomendados por el gobierno local, tanto para la preparación como para la elección del contenedor adecuado.
Los medicamentos tampoco debemos arrojarlos al desagüe; mucha gente se deshace de pastillas y jarabes vencidos en el inodoro o el lavabo, y esto contribuye en gran medida con la contaminación del agua. Así como para los productos tóxicos mencionados en los párrafos anteriores, también existen programas de reciclaje específicamente diseñados para los medicamentos.