Definición de clorofila
El término clorofila deriva del francés chlorophylle, aunque sus raíces etimológicas se hallan en dos vocablos de la lengua griega: chlōrós (que alude al color verde amarillento) y phýllon (traducible como “hoja”). La etimología de clorofila, por lo tanto, nos habla de hojas de tonalidad verde amarillenta.
La clorofila, en concreto, es un pigmento que puede encontrarse en las plantas verdes y en algunas bacterias y algas. Se trata de una biomolécula esencial para el desarrollo de la fotosíntesis, que es el proceso que llevan a cabo determinados organismos para convertir la luz del sol en energía.
El descubrimiento de la clorofila tuvo lugar en 1817, cuando los científicos franceses Joseph Bienaimé Caventou y Pierre-Joseph Pelletier lograron aislar el pigmento. Pelletier, de hecho, apeló al uso de disolventes para aislar por primera vez otras sustancias como la quinina y la cafeína.
La clorofila se sitúa en los orgánulos conocidos como plastos de las células eucariotas de las plantas y las algas y en las membranas de los sacos llamados tilacoides, presentes en bacterias y otros organismos. Cada molécula de clorofila presenta una cadena de fitol (que permite que la clorofila permanezca integrada en la membrana fotosintética) y un anillo de porfirina (el cual desarrolla la absorción de la luz).
El color verde de la clorofila se debe a que refleja la parte del espectro visible de la luz que corresponde a dicha tonalidad. El pigmento también transfiere este color a los tejidos y a los organismos que lo contienen.
Como muchos otros productos de la naturaleza, la clorofila ha probado ser muy beneficiosa para nuestra salud. Es importante señalar que la medicina no avala directamente las propiedades que expondremos a continuación, sino que éstas se basan en la experiencia de quienes la han probado y la recomiendan.
Uno de los nombres que recibe la clorofila en el habla cotidiana es “la sangre de las plantas”, en particular porque presenta una estructura molecular similar a la de nuestra sangre; la diferencia entre ambas es que la primera está compuesta en su mayor parte por magnesio, mientras que la segunda, por hierro.
Los defensores de la clorofila aseguran que se trata de una “sustancia milagrosa”, y basan su afirmación en los resultados de diversos estudios de carácter científico según los cuales nos ayuda a mantener la salud promoviendo el buen estado y funcionamiento de nuestros órganos.
En primer lugar, podemos decir que su consumo sirve para desintoxicar y oxigenar el organismo, actuando directamente sobre la sangre para incrementar su producción. Un mayor volumen de sangre nueva repercute en que el oxígeno se traslade con mayor eficacia hacia las células, lo cual beneficia directamente la salud de los órganos más importantes.
La clorofila puede ayudar a prevenir los efectos negativos de la radiación, y también a eliminar los metales pesados y otros desechos de nuestro organismo. Este efecto desintoxicante se complementa con su acción limpiadora en el colon, gracias a la cual aumenta la presencia de la flora bacteriana en el intestino y se reducen las probabilidades de cáncer.
Por otro lado, también es posible mantener fuerte el sistema inmune por medio de un consumo regular de clorofila, ya que una gran cantidad de bacterias y virus no pueden proliferar en el oxígeno y que la clorofila participa en la oxigenación el organismo.
Los problemas digestivos se encuentran entre los más comunes, y la clorofila también tiene una solución en este contexto. No sólo protege la integridad del colon, sino que también favorece el buen funcionamiento de la vesícula, el estómago y el hígado, y colabora en la descomposición de los cálculos para promover la eliminación del ácido excesivo.