Definición de cierre contable
El cierre contable es el proceso que consiste en cancelar las cuentas de resultados (compuestas por las cuentas de ingresos, gastos, costos de venta y costos de producción) y trasladar dichas cifras a las cuentas de balance respectivas (activo, pasivo y patrimonio). Este cierre permite conocer el resultado económico del periodo y cuantificar las ganancias o las pérdidas.
El resultado del cierre de las cuentas de resultados se debe incluir en la cuenta de patrimonio. Esto quiere decir que, si los resultados son positivos (utilidades), la cuenta de patrimonio aumenta, mientras que si los resultados son negativos (pérdidas), la cuenta disminuye.
Para cancelar o cerrar las cuentas de resultados, es necesario realizar ajustes (depreciación de los activos fijos, amortización de los activos intangibles, etc.) y conciliaciones (de cuentas bancarias).
En resumen, el cierre contable implica, como primer paso, la regularización de las cuentas de gastos e ingresos para obtener el resultado del ejercicio. Esto permite saber cuánto se ha ganado o perdido en el periodo. Luego se debe regularizar las cuentas de patrimonio neto (si aumentó o disminuyó según las ganancias o pérdidas) y, finalmente, cerrar todas las cuentas con saldo para que el mismo sea igual a cero.
Es posible que surjan diversos problemas con el cierre contable a partir de errores en los registros de los movimientos. Entre los más comunes se encuentran las anotaciones con valores equivocados, las anotaciones en cuentas erróneas (anotar gastos como ingresos o viceversa) y las operaciones no documentadas (como una compra sin factura).
Guía práctica para efectuar el cierre contable
1) Hacer un balance para comprobar las sumas y los saldos al cierre del ejercicio contable, que suele ser el 31 de diciembre, lo que devuelve si la contabilidad está cuadrada o no. Luego de este primer paso, si se halla algún error es necesario resolverlo antes de continuar. Cuando se utilizan programas informáticos, conviene comprobar que los descuadres sean reales y no, producto de problemas técnicos;
2) Revisar una por una todas las fichas del libro mayor para asegurarse de que no haya fallos en la contabilidad, tales como haber olvidado olvidar abrir una cuenta de amortización, haber ingresado algún valor incorrectamente o que los saldos no coincidan;
3) Se debe realizar el ajuste de las cuentas que pueden modificar el resultado del beneficio contable. Las cuentas que se debe analizar son: existencias, inmovilizado, provisiones para gastos y riesgos, deterioro del valor de los activos, ajustes a causa de periodificación, operaciones que hayan sido imputadas al Patrimonio Neto, amortizaciones;
4) Habiendo completado el paso 3, ya es posible conocer el resultado antes de impuestos, o sea, la resta de los gastos contables a los ingresos contables. Pero para dar con el resultado fiscal es necesario realizar ciertos ajustes establecidos por la Ley del Impuesto de Sociedades (dicho impuesto se calcula multiplicando el tipo de gravamen por el beneficio del ejercicio).
Ya estamos en condiciones de realizar el cierre del ejercicio; en otras palabras, los cuatro pasos descritos anteriormente permiten regularizar y cerrar el año actual, y abrir un nuevo año contable. Es muy importante tener una copia de seguridad de toda la información, ya sea que se utilice en medios informáticos o en papel.
Si bien existe un gran número de herramientas informáticas especialmente diseñadas para asistir a los contadores en la realización del cierre del ejercicio, así como en el pasado no había alternativas al papel, un buen manejo de aplicaciones de hoja de cálculo permite automatizar la actividad sin necesidad de adquirir un programa específico. Sin embargo, uno de los riesgos de confeccionar nuestras propias tablas es que podemos pasar por alto algún elemento fundamental para la contabilidad, y generar errores que salgan a la luz a largo plazo.