Definición de anosmia
Se denomina anosmia a la pérdida total del olfato. Este sentido alude a la capacidad de percibir olores. Cuando la reducción de dicha capacidad no es absoluta, sino parcial, se habla de hiposmia (término que no es reconocido por la Real Academia Española en su diccionario).
La anosmia puede ser crónica (si se mantiene en el tiempo) o solo temporal (la incapacidad no se prolonga). Por otra parte, es posible hacer referencia a la anosmia específica, que solamente impide la detección de determinados aromas.
Para el diagnóstico de anosmia, los médicos suelen hacer que los pacientes huelan diferentes fragancias. Así consiguen saber si perciben el aroma o si, por el contrario, no logran registrarlo.
Si la persona nace con anosmia, se habla de anosmia congénita. Existe la posibilidad de que el individuo nazca con una capacidad olfativa normal y que, con el tiempo, la pierda por una enfermedad, una infección, una cirugía u otra causa.
Pese a que ciertas anosmias no pueden tratarse, otras pueden revertirse con el uso de corticoides. El objetivo es minimizar la inflamación de las mucosas que impide el normal funcionamiento del olfato.
Cuando un ser humano sufre anosmia, padece diversos trastornos. Estas personas tienen dificultades para distinguir el sabor de las comidas ya que, si bien la lengua se encarga de detectar si se trata de un alimento ácido, amargo, salado o dulce, es el olfato el responsable de reconocer todos los demás matices. La anosmia también impide que el individuo advierta una fuga de gas, por ejemplo.
Las personas que gozan de un buen estado de salud general desde pequeñas no suelen ser conscientes del impacto que una condición tal como la anosmia puede tener en sus vidas. Por lo general, a los seres humanos nos preocupan más las afecciones tales como la ceguera o la parálisis, porque creemos que dependemos más de nuestras piernas y de nuestra vista que, por ejemplo, de nuestro olfato.
Sin embargo, si nos enfocamos en el hecho de que la anosmia no sólo puede impedirnos disfrutar de la comida y el aroma de las flores, sino que también puede llevarnos a ignorar una fuga de gas o un incendio que está teniendo lugar en nuestra propia vivienda, sobra decir que no se trata de una enfermedad leve.
Existen ciertas condiciones que guardan una relación con la anosmia, aunque sus síntomas sean diferentes o, incluso, opuestos; veamos tres ejemplos a continuación:
* hiperosmia: se trata de una mayor capacidad de percepción olfativa de lo normal, lo cual a su vez acarrea una detección más eficiente de los sabores. Es importante señalar que, a pesar de su relación con la anosmia y la hiposmia, este fenómeno es mucho menos frecuente. Entre los tipos de causas más comunes están las ambientales, las genéticas, el consumo de ciertos fármacos o incluso el embarazo (en estos últimos dos casos, la hiperosmia se da de forma temporal);
* parosmia: es una condición caracterizada por la incapacidad de identificar el olor intrínseco o natural de los diferentes objetos, a causa de un deterioro del olfato. En pocas palabras, una persona con este trastorno percibe ciertos olores de forma distorsionada, generalmente desagradable. Algunas de las causas de la perosmia son las infecciones en las vías respiratorias superiores, la epilepsia, traumas en la cabeza y la enfermedad de Parkinson;
* fantosmia: esta enfermedad lleva a la persona a percibir olores que no se encuentran presentes, tanto agradables como desagradables o preocupantes, como ser el aroma de las flores o el olor a quemado. Las estadísticas indican que este trastorno puede desaparecer con el tiempo, aunque también puede tratarse con ayuda médica. Si bien no es una condición grave en sí misma, suele venir acompañada de problemas tales como tumores cerebrales, enfermedad de Parkinson o esquizofrenia, entre otros.