Definición de analgésico
Analgésico es aquello vinculado a la analgesia: la ausencia o la eliminación de dolor. Las sustancias que provocan esta analgesia reciben el nombre de analgésicos.
De este modo, cuando una persona habla de analgésicos, es probable que esté haciendo referencia a un fármaco destinado a mitigar una sensación dolorosa en el cuerpo. Los analgésicos son indicados por los médicos para aplacar el dolor corporal (en los músculos, en los huesos, etc.).
El analgésico más conocido es la aspirina. Además de calmar el dolor, este analgésico es antiinflamatorio (reduce o elimina las inflamaciones) y antipirético (disminuye la fiebre). Esto hace que una gran variedad de dolencias y de trastornos leves de la salud puedan ser tratados con aspirinas.
La morfina también es un analgésico. A diferencia de las aspirinas, que son de venta libre, el suministro de morfina está regulado ya que es un estupefaciente que provoca adicción. Por su potente acción analgésica, la morfina suele ser recetada después de una intervención quirúrgica o en el tratamiento de cáncer.
Es importante tener en cuenta que todos los analgésicos tienen contraindicaciones y pueden provocar efectos adversos. La aspirina, por ejemplo, puede generar problemas intestinales, incluyendo úlceras. Como es un antiagregante plaquetario, ayuda a combatir el desarrollo de coágulos en las venas y en las arterias pero, por la misma razón, puede provocar hemorragias.
Más allá de estas cuestiones, prestando atención a los prospectos y consultando a un especialista en medicina, los analgésicos son beneficiosos para combatir malestares cotidianos como el dolor muscular o la cefalea.
Daños específicos por abuso de analgésicos
La medicina ha definido con mucha claridad el daño que puede provocar el abuso de analgésicos a cada parte de nuestro cuerpo. Veamos a continuación los casos más importantes.
Fármacos tales como los opiáceos pueden suprimir nuestra capacidad de respirar, y de esta manera interfieren con el correcto funcionamiento de los pulmones. Por esta razón se considera que existe una relación directa entre el abuso de estos analgésicos y la pulmonía.
Inhalar ciertos opiáceos, como ser la hidrocodona o la oxicodona, por otro lado, puede derivar en que se acumulen fluidos en los pulmones, y esto acarrea una particular dificultad para respirar.
El abuso de analgésicos también puede afectar el sistema gastrointestinal. En el caso de los opiáceos, incluso una dosis moderada puede provocar estreñimiento. Cuando una persona aumenta la dosis mucho más allá de los valores recomendados, es común que llegue a depender de laxantes para estimular el movimiento intestinal, y esto puede conducir a daños en el esfínter o en el ano, como las dolorosas fisuras.
Como puede apreciarse, no siempre es la acción del analgésico que se consume en demasía la que nos afecta directamente, sino que en algunos casos el daño mayor comienza con las medidas que debemos tomar para contrarrestar sus efectos.
Consumir analgésicos en cantidades demasiado altas también pone en riesgo la integridad del hígado, ya que cualquier fármaco debe ser descompuesto y procesado por este órgano. El estrés que sufre el hígado a causa del exceso de analgésicos puede derivar en el almacenamiento de las toxinas.
El paracetamol que se encuentra en muchos de los analgésicos es el causante de los peores daños al hígado: el abuso de pastillas de Lortab, Percocet y Vicodin, por citar algunos de los medicamentos en los que se presenta en altas concentraciones, puede generar insuficiencia hepática.
En resumen, no debemos subestimar las consecuencias del abuso de los analgésicos, ya que en algunos casos esta conducta puede ser mortal. Es importante, por lo tanto, seguir las indicaciones de los médicos y siempre contrastarlas con las presentes en los prospectos de los medicamentos.