Definición de ablación
La noción de ablación tiene su origen en el vocablo en latín ablatio. Su significado más usual describe la consecuencia de realizar un corte, llevar a cabo una separación o simplemente quitar algo.
En el campo de la medicina, hace referencia específica a la separación o extracción de un órgano o parte de la estructura corporal. En este sentido, hay que resaltar que la ablación se concreta en el marco de una escisión o intervención quirúrgica. Por lo general, se entiende por ablación a la operación mediante la cual se logran extirpar los órganos y tejidos de un sujeto ya fallecido con el propósito de transplantarlos a otra persona. Tal como establecen los procedimientos oficiales, los órganos que se han extraído se conservan en recipientes a baja temperatura, en condiciones de esterilidad y con líquidos de preservación. Los tejidos, por su parte, poseen distintas formas de conservación.
En la geología, por otra parte, la ablación es la clase de erosión que experimenta un relieve a raíz de la potencia de procesos físicos o químicos (ablación continental). La ablación glaciar, en cambio, se caracteriza por describir la pérdida de masa que sufren los glaciares a causa de fusiones, sublimaciones o quiebres de icebergs.
Violencia, horror y sexismo
Una de las costumbres más ancestrales y que más estragos hacen en el género femenino en el Continente Africano son los ritos de iniciación, que consisten en la ablación del clítoris (práctica también conocida como mutilación genital femenina) ya sea absoluta o parcial en niñas de no más de siete años. Esta operación es sumamente dolorosa y su único objetivo es mantener las costumbres y «salvar» a las niñas de una vida promiscua. Se calcula que, en África, más de 100 millones de mujeres viven en la actualidad tras ser sometidas a este proceso.
La modalidad más extrema de esta clase de ablación es la circuncisión faraónica o infibulación, que se basa en la extracción completa del clítoris y de los labios tanto mayores como menores, además de incluir un cosido posterior en ambos costados de la vulva con alambre, hilo de pescar o una pasta que se prepara de forma casera y funciona como pegamento. Se deja tan sólo un mínimo orificio a fin de no obstruir la sangre menstrual ni la orina. Después de la intervención, se juntan ambas piernas de la víctima y se las ata con unas sogas, asegurando que es una forma de preservar la virginidad de la niña y ayudar a la cicatrización.
Entre las consecuencias dañiñas provocadas por la ablación genital, se pueden mencionar las infecciones agudas, la mala cicatrización, la formación de quistes y el aumento de la susceptibilidad al contagio del SIDA. Incluso puede desencadenar la muerte por colapso hemorrágico o neurogénico.
Pero el dolor de estas niñas-mujeres no concluye ese nefasto día. Cuando años más tarde contraen matrimonio, con un hombre generalmente escogido por sus tutores o padres, vuelven a enfrentarse al dolor agudo, cuando nuevamente una partera debe abrir el orificio para que puedan consumar el acto sexual.
La ablación no sólo es un atropello a la libertad y a la naturaleza de las mujeres, sino que además trae terribles consecuencias. Las infecciones a las que las víctimas deben enfrentarse en muchos casos terminan con sus vidas y en otros las condenan a sufrimientos todavía más atroces y martíricos como posteriores menstruaciones sumamente dolorosas, entre otros sufrimientos.
Sin embargo, posiblemente la mayor marca que deja este acto bandálico es la que no se puede percibir desde afuera, un daño psicológico del que no se recuperan. Es una mutilación que causa daños irreparables en sus víctimas; de hecho, muchas niñas entran en un estado de shock causado por el intenso dolor sufrido durante la intervención, un trauma psicológico severo y el extremo agotamiento como consecuencia de los gritos incesantes, del que les resulta muy difícil salir.
Cada año millones de niñas pequeñitas son sometidas a esta operación, en nombre de una religión, de una creencia barbárica y sin siquiera tener la opción de escogerlo; esta costumbre es tan atroz como la circuncisión de los niños judíos o la matanza indiscriminada de animales y no hay nada que lo justifique, es necesario que se termine de una vez por todas. ¡Salvemos la infancia!