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Sociedad patriarcal

Te explicamos qué es la sociedad patriarcal, cómo se originó y su relación con el machismo. Además, cómo puede combatirse.

¿Qué es una sociedad patriarcal?

Una sociedad patriarcal es una configuración socio-cultural que otorga al hombre predominio, autoridad y ventajas por sobre la mujer, quien queda en una relación de subordinación y dependencia. A este tipo de sociedad también se la denomina patriarcado.

Hasta el día de hoy, la mayoría de las sociedades humanas son patriarcales, a pesar de que a lo largo de los dos últimos siglos se ha avanzado hacia la igualdad entre hombres y mujeres. Además de miles de años de costumbre, el patriarcado es respaldado por una tradición cultural y una serie de instituciones sociales y políticas, de manera más o menos abierta.

Por ejemplo, en muchos textos religiosos como la Biblia se explicita la autoridad del hombre sobre la mujer (dice que se “señoreará” sobre ella, como sobre los animales) y se llama a esta última a una vida de obediencia y recato.

Desde luego, la sociedad patriarcal no se manifiesta en todos los casos de la misma manera. En algunas sociedades puede ser más brutal (como en las sociedades tradicionales islámicas, donde la mujer debe cubrirse de la vista del hombre y cuenta con menos derechos civiles) o más laxa.

Sin embargo, existen evidencias claras de hasta qué punto este tipo de sociedad está arraigada en nuestra historia. Por ejemplo, hasta mediados del siglo XX la mujer en Occidente ni siquiera tenía derecho al voto.

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Origen de la cultura patriarcal

La mayoría de las aproximaciones al tema concuerda en que la dominación patriarcal surgió en algún momento próximo al desarrollo de la agricultura. Gracias a esta nueva práctica, la sociedad humana primitiva se asentó y abandonó el nomadismo, dependiendo del cultivo de la tierra y de la domesticación de los animales.

Este cambio ocurió hace 12.000 años durante la llamada Revolución del Neolítico. Como consecuencia se inventó la propiedad privada, ya que los primeros campesinos velaban por la propia tenencia de la tierra cultivable.

Del mismo modo se estableció un régimen de propiedad sobre la mujer, que le daría al hombre hijos que labraran la tierra. Así, la sociedad se organizó en torno al patrilineaje y a la administración masculina de los recursos, ya que los varones más fuertes eran más aptos para las labores agrícolas.

Sin embargo, existe debate en torno a este tipo de conclusiones, que corren el riesgo de asumir el patriarcado como un orden “natural”. Por el contrario, en la evolución de las sociedades humanas no es tanto la biología lo que interviene, sino las dinámicas sociales y culturales.

Patriarcado y machismo

La principal expresión de una sociedad patriarcal es el machismo. Esto se traduce en una actitud agresiva, posesiva, de enseñoreamiento, de parte de los hombres hacia las mujeres, que se ven así reducidas a una categoría secundaria en materia de decisiones, tenencia de propiedades y ejercicios legales.

El machismo tiene muchas formas distintas de manifestarse, incluso bajo la apariencia de discursos proteccionistas que victimizan a la mujer y la suponen débil, incapaz, y por ende necesitada de que el hombre vele por ella y decida por ella.

A su vez, el machismo engendra formas de discriminación de todo tipo: salarios más bajos para las mujeres por hacer el mismo trabajo, topes profesionales más bajos, e incluso formas de violencia como el acoso sexual, e incluso el feminicidio.

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¿Cómo se combate la sociedad patriarcal?

La lucha contra el patriarcado no es cuestión simple, ni atañe únicamente a las mujeres. Una sociedad más igualitaria beneficiaría también a los hombres, permitiéndoles escapar de patrones de masculinidad asfixiante y tóxica, que les enseñan a reprimir sus sentimientos, a vincularse mediante la violencia, o a confundir el amor con la posesión.

En ese sentido, la lucha contra el patriarcado pasaría por:

  • La “desconstrucción” de la masculinidad tóxica. Normalizar formas de masculinidad menos tradicionales, permitir la diversidad y la aceptación de las formas menos convencionales de “ser hombre”.
  • Dar voz a la mujer. La inclusión de la mujer en la sociedad como un igual pasa, necesariamente, por darle mayores cuotas de participación en la misma, de visibilizar sus aportes, sus esfuerzos y sus sufrimientos, y de permitir que la voz de la mujer goce del mismo respeto, consideración y autoridad que la del hombre. Esto es un camino largo de cambio cultural que no puede darse de la noche a la mañana.
  • Comprender el feminismo. Lejos de lo que muchos creen, el feminismo no es una escuela de pensamiento nueva, ni promueve el odio a los hombres, ni aspira a una sociedad matriarcal. Se trata de una forma de pensamiento crítico que expone a la vista las articulaciones del machismo que no pueden percibirse porque están muy normalizadas por la costumbre. Informarse al respecto y aprender a valorar los aportes del feminismo es una manera de luchar contra el patriarcado.

Matriarcado

En teoría, el matriarcado sería el régimen social y político en el que el dominio recaería sobre las mujeres, es decir, lo opuesto al patriarcado. Semejante organización no ha existido nunca en la historia de la humanidad, al menos que se tenga registro.

Sin embargo, muchos estudiosos de la antropología concuerdan en que a juzgar por las culturas cazadoras-recolectoras actuales, a las que la humanidad primitiva se habría asemejado, las mujeres en algún momento jugaron un rol mucho más activo y protagónico en la sociedad, lo cual habría incluso permitido la poliandria.

Por otro lado, existen culturas en la actualidad que valoran el reparto de las propiedades (especialmente la tierra) en base a la transmisión materna, en lo que se conoce como matrilinaje. Esto les otorga un rol mucho más dominante en la conducción de la sociedad, pero no por ello establece algo que pueda llamarse propiamente matriarcado.

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Referencias