Servidor público
Te explicamos qué es un servidor público y cuál es su relación con los gobiernos. Además, los servidores públicos por excelencia.
¿Qué es servidor público?
Un servidor público es aquella persona que se encarga de realizar una tarea con el fin de generar un bienestar entre la sociedad. Con esto no afirmamos que su trabajo sea ad honorem, sino que independientemente del salario percibido, su principal característica es que su tarea no está destinada a la actividad privada sino al servicio de la sociedad.
Los servidores públicos se encuentran trabajando al servicio del Estado, generalmente en la administración pública. Como vemos, los funcionarios son una variante de servidores públicos pero no todo servidor público es funcionario. Por ejemplo, un bombero es un servidor público, ya que su trabajo implica un gran aporte para el bienestar de la sociedad.
Uno de los rasgos que más deben sobresalir de un servidor público es su ética, ya que las consecuencias de sus acciones suelen llegar a un conjunto mayor de la sociedad. A esto se le suma el prestigio social con el que cuentan, ya que en muchos casos suelen manejar fondos económicos estatales (por ende son el resultado del aporte de todos los ciudadanos), además del hecho que suelen representar instituciones con una larga tradición.
La regulación de los servidores públicos es materia estatal, generalmente contenidos dentro de la constitución de cada país, acompañada de otras legislaciones de menor envergadura.
Ver además: Derecho público
Su relación con los gobiernos
El tamaño y la calidad de los servicios públicos no es algo que se encuentre definido de antemano, sino que dependerá del tamaño del aparato estatal y de los fondos disponibles. Los países que defienden las políticas de un Estado de bienestar, propio de los países europeos durante los años 70, y retomado por algunos países latinoamericanos, tienden a contar con una gran cantidad de servicios y servidores públicos, ya que una buena parte de los servicios sociales se encuentra monopolizado por el Estado.
La educación pública y los hospitales públicos, por ejemplo, son baluartes del Estado de bienestar. Con esto no estamos afirmando que un médico de una clínica privada no sea un servidor público, pero sí existen diferencias. Por ejemplo, entre un servicio de seguridad privado y la policía estatal. Si bien ambos pueden ser considerados servidores públicos, el nivel de responsabilidad que tiene un efectivo policial es mucho mayor.
Uno de los problemas con los que cuentan los gobiernos neoliberales es la reducción de los fondos destinados a los servidores públicos, principalmente al sector administrativo y burocrático. Esta «reducción del Estado», entendida como un proceso necesario para eliminar gastos innecesarios, conlleva el relegamiento de funciones públicas a sectores privados. Esto es una de las fuertes críticas de los sectores más defensores del estado de bienestar, aduciendo que no es más que una manera de favorecer a los sectores más ricos de la sociedad.
Los servidores públicos por excelencia: los políticos
La política históricamente ha sido considerada como una de las principales formas de servir a la sociedad. De hecho, es el fin en sí mismo de la política. Esto encuentra su punto máximo de expresión en las democracias y no en otros sistemas políticos, ya que durante los gobiernos monárquicos y totalitarios los gobernantes no tenían ninguna responsabilidad explícita con aquellas personas que representaban, sino viceversa.
Toda persona dedicada a la política tiene que tener como fin desarrollar su tarea para lograr un bien común, más allá del prestigio y sus ambiciones personales. La necesidad de una conducta intachable y una ética rigurosa se le suele ser exigida a la clase política, ya que son los representantes de las voluntades populares. Sin embargo, todos sabemos que esto rara vez sucede.
Distintos profesionales de las más diversas áreas han abordado la temática de los políticos como servidores públicos, como por ejemplo Maquiavelo o Max Weber. Mientras que el primero de estos autores han insistido en la necesidad de la complejización del concepto de vocación política, Max Weber se especializó en la influencia de la racionalización occidental en la política. Estos son tan sólo dos ejemplos de una basta cantidad de intelectuales que han abordado esta problemática.