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Libre albedrío

Te explicamos qué es el libre albedrío y su relación con la libertad. Además, cómo lo piensan la filosofía, la religión y la ciencia.

¿Qué es el libre albedrío?

Cuando hablamos del libre albedrío o la libre elección, nos referimos a la capacidad de los individuos de tomar decisiones autónomas, o sea, de hacerse enteramente responsables de sus acciones desde un punto de vista moral, filosófico e incluso psicológico. El término proviene de las voces del latín liber (“libre”) y arbitrium (“juicio”).

La existencia (o no) del libre albedrío ha sido uno de los debates más antiguos y extensos de toda la filosofía occidental y buena parte del pensamiento religioso, y se puede encontrar todavía en diferentes disciplinas científicas (como la psicología).

Fundamentalmente, el debate consiste en dos posiciones encontradas, una de las cuales propone que nuestras acciones están regidas por ciertas causas previas (Dios, el destino, los genes, etc.), y otra que propone exactamente lo contrario, que estamos enteramente a cargo de lo que hacemos. La postura que tomemos en este debate tendrá consecuencias éticas, jurídicas y científicas, de ahí su importancia en la tradición del pensamiento occidental.

A fin de cuentas, si no somos los responsables de nuestras acciones, tampoco podemos asumir la culpa de sus consecuencias; pero si creemos estar enteramente a cargo de lo ocurrido, perdemos de vista las tendencias de conducta y los patrones comunes, quedándonos únicamente en la decisión del individuo.

Ver también: Voluntad

Libre albedrío y libertad

Las nociones de libre albedrío y de libertad están muy estrechamente relacionadas, tanto así que perfectamente pueden ser sinónimas. Tener libre albedrío implica contar con la libertad de decidir por cuenta propia las acciones llevadas a cabo, o sea, no estar sujeto a condicionantes o imperativos externos que nos obliguen a actuar de alguna manera.

Sin embargo, de todas formas seguimos sujetos a las leyes y normas sociales con que la sociedad se rige a sí misma, sino que, en nuestro fuero interno, podemos elegir entre obedecerlas o romperlas y asumir entonces las consecuencias.

Perspectivas filosóficas sobre el libre albedrío

La cuestión del libre albedrío, desde un punto de vista filosófico, tiene dos formas de encararse, que coinciden con las posturas del debate que mencionamos al principio. Estas dos posturas son, principalmente, el determinismo duro y el libertarismo.

  • El determinismo parte de la idea de que todo evento en el universo físico posee una causa identificable, y por ende se rige según el esquema de causa-efecto, de modo tal que si manejamos la suficiente información respecto de un fenómeno, podremos eventualmente determinar sus causas. Así, si una pelota vuela por los aires, es porque antes alguien la arrojó, y ese mismo sentido tendría entonces que aplicarse al ser humano, cuyas decisiones serían producto de una configuración mental determinada por el entorno o por la composición química del cerebro, por ejemplo.
  • El libertarismo, en cambio, defiende la idea de que nuestras acciones están únicamente motivadas por nuestra voluntad, y que la inherente sensación de libertad que ello implica no debe ser descartada, sino que forma un importante fenómeno de nuestra vida subjetiva. Según esta postura, no hace falta realmente indagar respecto de los factores que inciden en nuestra conducta, sino que debemos hacernos cargo de ella y asumir las propias decisiones como individuos libres.

Estas dos posturas forman el llamado incompatibilismo, un polo filosófico que niega la posibilidad de dar con alguna postura que reconcilie la noción del libre albedrío con la certeza de que, en el universo físico, todos los fenómenos están determinados por una causa reconocible.

Sin embargo, existe un polo opuesto, lógicamente conocido como compatibilismo, que afirma lo contrario: que en un universo determinista, es posible definir el libre albedrío como una motivación interior, de tipo mental, como los pensamientos, deseos y creencias con que está poblada nuestra interioridad. A este tipo de posturas también se las conoce como determinismo “suave”.

Más en: Libertad

Libre albedrío en la religión

En el pensamiento religioso, el tema del libre albedrío suele ocupar un lugar de importancia. En primer lugar, porque la existencia de un Dios todopoderoso, omnisciente y omnipresente, tal y como lo proponen las grandes religiones monoteístas, hace que la voluntad divina sea la razón determinante de absolutamente todo en el universo.

Según esta lógica, si Dios sabe lo que ocurrirá y tiene la potestad para evitarlo, pero no lo hace, significa entonces que lo permite, y que por ende es el responsable de todo.

El problema de semejante visión es que se pude interpretar como que exculpa al ser humano de la responsabilidad moral de sus actos, y por lo tanto no podría ser luego juzgado por Dios en base a sus decisiones de vida o a su fidelidad al código moral que la religión misma plantea. Después de todo, ¿por qué no nos hizo Dios como tendríamos que ser?

Para resolver esta contradicción, surgió en la tradición religiosa Occidental la idea de que Dios le entregó al ser humano el libre albedrío para que actúe con libertad y tome sus propias decisiones.

Esta noción, según distintas tradiciones, tendría que ver con la existencia misma del alma, y en la tradición del pensamiento judío es vital para que pueda haber un premio o un castigo divinos. Así, según la literatura rabínica, todo estaría previsto por Dios, pero al mismo tiempo el libre albedrío está garantizado.

Otros teólogos, como el fraile católico Santo Tomás de Aquino (1224-1274) consideraba a los seres humanos como entidades preprogramadas por Dios para perseguir determinadas metas, pero dotadas de la libertad interior suficiente para elegir el camino hacia ellas.

En cambio, en el Concilio de Trento del siglo XVI, se decidió que el ser humano poseía un libre albedrío terminado y animado por Dios, con el que puede cooperar con la voluntad divina o puede, por el contrario, oponérsele.

Libre albedrío en la ciencia

La idea del libre albedrío es motivo de mucho debate e investigación en el campo científico, especialmente en el psicológico y neurológico, dado que el descubrimiento del cerebro como el órgano encargado de generar -a través de procesos todavía desconocidos- la conciencia, ha supuesto la posibilidad de que hallemos en él las respuestas a por qué somos como somos.

Por otro lado, es posible preguntarse qué porcentaje de nuestras decisiones está codificado en nuestras células y en nuestro genoma, así como en el ADN están codificadas otras características fisiológicas de nuestro organismo, o las facciones de nuestro rostro, o las enfermedades que sufriremos a una edad avanzada.

Experiencias con animales, como moscas de la fruta, por ejemplo, han determinado que existe un margen reconocible de ejercicio de libertad de decisión incluso en las formas de vida más simples, que hasta no hace mucho se pensaban como autómatas predecibles, cuya interacción con el entorno se basa en el estímulo y la respuesta.

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Referencias