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Cultura teotihuacana

Te explicamos todo sobre la cultura teotihuacana. Ubicación, economía, religión y otras características. Además, sus principales aportes.

¿Qué fue la cultura teotihuacana?

Se habla de cultura teotihuacana o de cultura de Teotihuacán, para referirse a los desconocidos pobladores originarios de la ciudad antigua de Teotihuacán, una de las mayores ciudades de la Mesoamérica prehispánica. Esta ciudad fue fundada en algún momento alrededor del 1.000 a. C.

Se sabe poco respecto al carácter étnico de esta cultura precolombina, aunque las investigaciones apuntan a los totonacos, nahuas y los otomíes. Pudo tratarse incluso de alguna combinación cosmopolita de pueblos mesoamericanos remotos.

La cultura teotihuacana es de las más misteriosas de la era precolombina americana, cuyos orígenes y desaparición son objeto de debate entre los especialistas. Se sabe de su existencia sólo por las ruinas y restos de su ciudad, Teotihuacán, equivalente de la antigua y enorme Roma imperial.

Su influencia se observa en los motivos claramente teotihuacanos hallados en las ruinas de otros centros ceremoniales como Tikal o Chichen Itzá. La ciudad teotihuacana es una importante zona de monumentos arqueológicos hoy en día, con un alto interés turístico y antropológico, célebre por sus grandes pirámides.

Se sabe que los teotihuacanos fueron una influencia importante en el desarrollo de otras culturas mesoamericanas. Por ejemplo, Teotihuacán fue un centro de peregrinaje importante de la cultura azteca, muy posterior, quienes vieron en esta ciudad ya abandonada un lugar propicio para las revelaciones religiosas.

De hecho, el nombre que le damos proviene del náhuatl (significa “Ciudad del Sol”), la lengua de los mexicas, dado que se ignora cómo se llamaban los teotihuacanos a sí mismos o a su ciudad.

Otras culturas:

Ubicación geográfica

La ciudad de Teotihuacán se ubica en el noroeste del valle de México, en el Estado de México, municipios de Teotihuacán y San Martín de las Pirámides, a unos 78 kilómetros de distancia de la Ciudad de México, en el altiplano mexicano. Esta zona fue declarada patrimonio mundial de la humanidad por UNESCO en 1987.

Por lo tanto, la cultura teotihuacana debe haberse desarrollado en las inmediaciones geográficas de la ciudad. Su apogeo tuvo lugar durante el Período Clásico, entre los siglos II y VII d. C., cuando se produjo su declive, como parte del colapso de Mesoamérica del siglo VII d. C., producido por una combinación de inestabilidad política y cambio climático.

Características de la cultura teotihuacana

A juzgar por los restos de Teotihuacán, sus fundadores eran expertos constructores con un sentido monumental de la arquitectura. Son célebres sus pirámides del Sol y de la Luna, su templo a Quetzalcóatl y otras construcciones similares, cuyas paredes pintaban con motivos alegóricos a su religión, su cosmovisión, así como una fina y hermosa cerámica ritual.

Los alrededores de la ciudad servían para el desarrollo agrícola y la explotación de la obsidiana. Por eso, esta urbe era también un importante centro comercial de la región.

Es probable que la sociedad teotihuacana se conformara, a semejanza de otras mesoamericanas, por sacerdotes, guerreros, comerciantes y agricultores. Se sabe que la cultura teotihuacana poseía una fuerte impronta imperial, y conquistó otras ciudades mayas vecinas.

Religión y dioses de la cultura teotihuacana

Los teotihuacanos cultivaron una religión politeísta y compleja. Posee muchos puntos de contacto con las de otras culturas mesoamericanas, tanto previas como posteriores, seguramente a través de dinámicas de herencia y de contagio cultural.

El culto a la serpiente emplumada, Quetzalcóatl, por ejemplo, es frecuente en las ruinas de otras culturas de la región. En Teotihuacán, Quetzalcóatl es venerado en un impresionante templo, además de estar presente en forma de estatuillas y murales.

Otros dioses importantes de su panteón fueron Tlaloc, dios de la siembra; Huehuetéotl, dios del fuego; Tezcatlipoca, dios del cielo y la tierra. También poseían un conjunto de animales míticos o sagrados: el búho, el puma, el águila y la serpiente.

Es muy probable que sus ritos involucraran sacrificios humanos, cosa común en la región. Los sacrificios eran llevados a cabo por una élite cerrada de sacerdotes o chamanes.

Ciudades más importantes

La gran ciudad teotihuacana y la única que sobrevive hasta nuestros días es Teotihuacán. Tanto así, que la ciudad le da nombre a la cultura, a pesar de que su nombre provenga de la lengua azteca.

La historia de esta ciudad fue objeto de interés y curiosidad no sólo para nosotros, también en su momento los toltecas y mexicas hicieron de sus ruinas un sitio de peregrinaje. En la actualidad, Teotihuacán es, junto al Chichén-Itzá, El Tajín y Monte Albán, algunos de los lugares de interés turístico y antropológico más importantes de la región.

Teotihuacán cubrió, en su momento de apogeo, una superficie de alrededor de 21 kilómetros cuadrados. Se estima que albergó a una población de entre 100.000 y 200.000 habitantes.

Son célebres su calzada de los Muertos, en eje norte-sur, atravesada en su momento por el río San Juan, que fue desviado de su cauce. También por las Pirámides del Sol y de la Luna, el templo a los Animales Mitológicos, el Palacio de Quetzalpapálotl, el templo de Quetzalcóatl, o los conjuntos habitacionales de Yayahuala, Tetitla, Xala y Zacuala.

Economía teotihuacana

La economía teotihuacana, como la de muchas otras culturas mesoamericanas, se sustentaba en tres ejes:

  • Agricultura. Se cultivaba especialmente maíz, frijoles, pimientos y cereales, todo mediante técnicas de regadío y dispuestos en terrazas.
  • Comercio. Era facilitado por las enormes dimensiones de la ciudad y su importante influencia en la región.
  • Guerras. Se sabe de las gestas épicas de conquista teotihuacana de las ciudades mayas de Tikal, Copán y Quiriguá, durante el apogeo de Teotihuacán entre los siglos II y IV.

Aportes de la cultura teotihuacana

A pesar de que mucho se desconoce de los pobladores originarios de Teotihuacán, su impronta se dejó sentir en la región. Su legado permanece hasta hoy, más que nada en las ruinas de la que fuera su gran metrópoli.

Se conserva parte de sus relatos mitológicos. Muchas de sus creencias son compartidas total o parcialmente con otras culturas mesoamericanas, en un melting pot cultural de suma importancia histórica.

También perdura su cerámica y mampostería, su impresionante visión de la arquitectura e ingeniería, o las coloridas máscaras ceremoniales con que emprendían sus ritos.

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