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Anfibios

Te explicamos qué son los anfibios, cuál es su origen y sus características principales. Además, cómo se clasifican y ejemplos.

¿Qué son los anfibios?

Se conoce como anfibios a los vertebrados terrestres que dedican buena parte de su vida a un medio acuático, y que atraviesan un período de metamorfosis durante su desarrollo: una serie de profundos cambios morfológicos que distinguen cada una de las etapas de su ciclo de vida, y que generalmente implican un período de vida acuática.

Dicho de otro modo, la primera parte del ciclo de vida de los anfibios se pasa en el agua, mientras que la segunda etapa sobre la tierra. Esta condición dual está reflejada en el origen de su nombre: proviene del griego amphi (“ambos”) y bios (“vida”), es decir, que posee una vida doble.

Los anfibios cumplen un rol ecológico importante, ya que transportan materia y energía desde el agua a la tierra y viceversa. Entre ellos se cuentan un buen número de especies cotidianas (unas 7492 descritas) que en la civilización humana han estado siempre asociados a la transformación, al cambio y, por ende, a la magia y la hechicería.

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Origen de los anfibios

El origen de los anfibios es incierto, incluso para los especialistas en materia filogenética. Muchos asumen que provienen de los temnospóndilos: un grupo de tetrápodos primitivos del período Carbonífero, precursores de algunos dinosaurios también, y de las primeras especies en abandonar el agua.

Otros suponen que descienden de los lepospóndilos: un grupo distinto de tetrápodos acuáticos del período Carbonífero, que fueron abundantes en Europa y América del Norte. Pero también hay una tercera posibilidad: que ambas herencias fueran ciertas y los anfibios posen un origen múltiple. En todo caso, los anfibios son clave para explicar el tránsito de la vida vertebrada del agua a la tierra.

Características de los anfibios

En general, los anfibios poseen cuatro extremidades móviles y son ectotermos: regulan su temperatura a partir del medio ambiente, lo que equivale a decir que tienen sangre fría, como los reptiles y los peces, sus parientes más próximos.

Por otro lado, los anfibios son ovíparos, o sea, se reproducen mediante la puesta de huevos fertilizados a través de la cópula entre macho y hembra, y sus puestas de huevos se producen generalmente en medios acuáticos. De estos huevos eclosiona un renacuajo, especie de larva acuática de respiración branquial, que con el paso del tiempo crece y sufre una metamorfosis paulatina hasta asemejarse al adulto. Entonces abandona el agua, emprende la respiración pulmonar y da inicio a su vida terrestre.

Los anfibios son mayoritariamente carnívoros, constituyéndose en depredadores importantes para insectos, artrópodos, gusanos e incluso especies más pequeñas de anfibios. Durante su etapa acuática, en cambio, pueden ser herbívoros o básicamente omnívoros, dependiendo de la especie.

Por último, la piel de los anfibios es muy particular: no posee escamas, pelo o cubierta protectora, ya que es permeable al agua y está constituida más que nada por glándulas. Gracias a ello los anfibios pueden estar siempre húmedos en su contexto terrestre, y pueden también intercambiar gases y fluidos con el entorno (respiración cutánea). En muchas especies estas glándulas secretan, además, sustancias tóxicas como aparato de defensa, para desanimar a sus depredadores; o contienen también pigmentos especializados para camuflarse con el entorno.

Clasificación de los anfibios

A grandes rasgos, los anfibios se clasifican en:

  • Ranas y sapos. Anfibios sin cola en su etapa adulta, de patas traseras más largas, permitiéndoles el salto (hasta 20 veces su cuerpo en distancia). Sus pieles pueden ser húmedas y lisas, o secas y rugosas, dependiendo de su hábitat. Algunas especies tienen un canto característico (croar).
  • Salamandras y tritones. Anfibios de cuerpo alargado y con cola, de patas cortas del mismo tamaño, y cierta capacidad regenerativa que les permite reproducir miembros perdidos. Son buenos nadadores y algunas especies pueden ser venenosas.
  • Cecílidos. Los anfibios más peculiares, poseen un cuerpo largo y cilíndrico, casi de gusano o serpiente, ya que perdieron sus patas a lo largo de la evolución. Por esta razón suelen nadar o deslizarse como las serpientes. Existen apenas 42 especies conocidas y son mayormente centro y sudamericanas.

Anfibios y reptiles

Los anfibios y los reptiles son parientes lejanos, ambos vertebrados y de sangre fría, pero adaptados a hábitats distintos. Mientras los anfibios pueden llevar una vida doble dentro y fuera del agua, volviendo a ella siempre para reproducirse o para mantenerse húmedos, los reptiles en su mayoría pueden llevar una vida terrestre lejana del agua, ya que no necesitan reproducirse en ella, sino que pueden poner sus huevos en tierra, dado que están protegidos por una cutícula resistente e impermeable que los mantiene húmedos por dentro, y que luego la cría atravesará para salir.

A diferencia de los anfibios, los reptiles no atraviesan una metamorfosis, sino que las crías presentan la misma morfología adulta, solo que de menor tamaño (podría decirse que la metamorfosis ocurre durante el desarrollo embrionario dentro del huevo).

Los reptiles provienen evolutivamente de los anfibios, apareciendo en el devónico inferior, hace unos 310 millones de años. Su surgimiento marca el inicio de una verdadera conquista de la tierra por parte de la vida animal, y fueron ellos quienes dieron luego pie al surgimiento de los dinosaurios, así como de los primeros mamíferos.

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Ejemplos de anfibios

Algunos ejemplos cotidianos de anfibios son:

  • La rana flecha rojiazul (Oophaga pumilio). Una rana caribeña venenosa, presente en Nicaragua, Panamá y Costa Rica. Su nombre proviene de su color rojo y azul (las patas) intenso, aunque su coloración puede cambiar dependiendo del hábitat.
  • La salamandra común (Salamandra salamandra). El más común de los anfibios de Europa del género de los urodelos, es totalmente terrestre excepto a la hora de reproducirse, y posee un cuerpo negro con amarillo inconfundible.
  • El sapo europeo (Bufo bufo). El tipo más común de sapo de la familia Bufoidae, muy común en aguas estancadas y albercas, es de color marrón y piel rugosa, con protuberancias semejantes a verrugas.
  • La tapalcua o tepelcua (Demophis mexicanus). Es un tipo de cecílido común en México y Centroamérica, de hábitos subterráneos, por lo que no sólo carece de patas sino de ojos, reemplazados por gran olfato y sensibilidad a las vibraciones.

Referencias