Homo naledi: qué es, caracteristicas, cráneo, herramientas y hábitat
¿Qué es el Homo naledi?
El Homo naledi es una especie extinta de homínido que se calcula vivió en Sudáfrica hace unos 2 millones de años (±0,5 millones), estimación basada en que su cráneo se asemeja a los de otras especies: H. rudolfensis, H. erectus y H. habilis.
En la eterna búsqueda de sus orígenes, el ser humano se ha afanado en ubicar restos que dibujen la traza evolutiva que dio origen al Homo sapiens. Desde hace muchos años investigaciones paleontológicas y hallazgos en diferentes latitudes del planeta han arrojado luces y conformado un hilo conductor en las conclusiones científicas relacionadas con este tema.
Sin embargo, apenas a mediados del 2013 una expedición liderada por los arqueólogos Lee Berger y John Hawks, junto con un grupo de especialistas de la Universidad de Witwatersrand de Johannesburgo, en Sudáfrica, encontraron los restos de lo que resultó ser una nueva especie de homínido.
Este ejemplar está echando por tierra lo que se daba como cierto hasta ahora, producto de las evidencias halladas anteriormente.
Además, en 2017 se descubrió un cráneo de un niño Homo naledi (al que bautizaron Leti), lo cual ha sido un descubrimiento increíble pues no es común el hallazgo de restos de homínidos jóvenes que no sean neandertales o humanos modernos.
Descubrimiento del Homo naledi
En una intrincada cámara del sistema de cuevas conocido como Rising Star, ubicado a unos 80 km al norte de Johannesburgo, estos científicos dieron con lo que hasta ahora puede ser el hallazgo más nutrido de restos homínidos que se hayan ubicado jamás.
Casi 1.600 piezas conforman el grupo de restos óseos hallados en la caverna Naledi –cuyo nombre dio origen a la especie– que corresponden, según los estudios, a unos 15 individuos de varios grupos etarios.
Tal número de restos (pertenecientes, además, a los mismos individuos) permitió una reconstrucción prácticamente total del esqueleto de este nuevo ancestro, que arroja unas características morfológicas que contradicen lo que hasta ahora era el patrón evolutivo humano aceptado universalmente.
(Lo común es encontrar fósiles y restos dispersos, pero que no pertenecen al mismo individuo. Lo más notable de estos hallazgos es que los restos concuerdan con esqueletos, para formar varios individuos. Es decir, se pudieron completar los esqueletos casi completos de varios Homo naledi).
Las particularidades del Homo naledi combinan características que hasta ese momento nunca se esperaron encontrar en un solo individuo.
El desarrollo de la forma redondeada del cráneo, que aloja un cerebro de tamaño muy pequeño, y la presencia de un pulgar confrontado al resto de los dedos (que sin embargo seguían teniendo falanges largas y curvadas), presentan una especie de rompecabezas que atenta contra las hipótesis evolutivas conocidas.
Recuperación de fósiles
La odisea que significó la recuperación de los restos está enmarcada en las dificultades de acceso a la cámara en donde estos se encontraron.
El proceso requirió que los espeleólogos de contextura más delgada fueran los que abrieran paso a una ruta, que transita a varios niveles un recorrido de más de 80 m, ya que en el transcurso del mismo tuvieron que sortear grietas de hasta apenas unos 25 cm. La caverna en cuestión se ubica a unos 30 metros de la superficie.
Las escenas, que fueron grabadas por el equipo de arqueólogos que se encargó del proyecto, son fiel testimonio de las dificultades que afrontaron para recaudar el material y lo peligroso del descenso.
Curiosamente, todo indica que los cuerpos no llegaron allí por efecto de algún cataclismo o desastre natural, por lo que se presume que fueron cadáveres —incluso de varias generaciones— que fueron amontonados en el sitio por razones de higiene.
Esta práctica se adjudicaba hasta ahora solo al Homo sapiens, que se suponía era la primera especie que inició alguna clase de ritos mortuorios.
En 2017, a unos 12 metros de la cueva, se recuperaron fragmentos de un cráneo infantil (Leti), con algunas piezas dentales, sin otros huesos. Esto ayuda a reconstruir casi toda la etapa de crecimiento de esta especie.
Características del Homo naledi
A simple vista, el esqueleto del Homo naledi asemeja un rompecabezas hecho con piezas de humano actual y chimpancé. Las características más relevantes se manifiestan en su altura, que se ha determinado que en promedio llegaría a 1,50 m, y a su peso, de aproximadamente unos 45 kg.
Por una parte, la forma del cráneo se presenta bastante redondeada como en el Homo sapiens, pero paradójicamente es de un tamaño reducido, que llega a ser en algunos casos la mitad del cráneo actual promedio.
Lo anterior contradice la creencia de que la forma más achatada que tienen especies más antiguas evolucionó hacia la redondez al crecer el cerebro.
Dientes
Otro factor importante que desmonta argumentos aceptados hasta ahora tiene que ver con la dentadura.
Por supuesto que el tamaño de los dientes está preconfigurado hasta cierto punto por el tamaño del cráneo, por lo que son mucho más pequeños que otras especies homínidas, pero adicionalmente sus formas indican hábitos alimentarios considerados avanzados.
Torso
En lo que se refiere al torso, vemos el rasgo retrógrado más marcado, con una caja torácica angosta en su parte superior y que se ensancha en su parte inferior, que sugiere un fuerte vínculo con especies de mayor data.
Esto ayuda a que su aspecto luzca algo incongruente con las extremidades inferiores, que prácticamente podrían confundirse con las de un humano actual.
Manos y pies
En las manos también se observan características consideradas antagónicas. El pulgar opuesto al resto de los demás dedos contrasta con lo curvado de los mismos.
Hasta ahora el desarrollo del pulgar se atribuía a un punto en la evolución en donde predominaba el uso de herramientas, y se había abandonado casi por completo el hábito de trepar, que justifica dedos largos y curvados.
Edad de los restos
En 2017 se determinó que los restos tienen una antigüedad que oscila entre 230 mil y 330 mil años, lo que sorprendentemente hace que el Homo naledi se haya solapado en algún punto de la historia con el Homo sapiens; es decir, el ser humano tal y como lo conocemos hoy.
Este hecho asombró al mundo científico ya que, a pesar de contar con ciertas características actuales, no era de esperarse que un homínido de esa data relativamente tan reciente guardase aún diferencias tan marcadas en otros aspectos, sobre todo en lo que respecta al tamaño del cráneo y, por ende, del cerebro.
Capacidad craneal
El centro de la polémica suscitada por el hallazgo del Homo naledi se circunscribe a su capacidad craneal. Hasta ahora se asociaba esta característica al grado de evolución de la especie y, como consecuencia, a su antigüedad.
Sin embargo, en este caso la capacidad craneana desdice esta premisa al estar presentes otras características antes reservadas a especies de data más reciente.
La capacidad craneal de este nuevo antecesor del Homo sapiens se acerca a los 610 cc (465 cc en hembras) que, comparada con la actual, que ronda los 1.300 cc, le otorga una desventaja tan grande que dificulta aplicar los criterios tradicionales para justificar la presencia de otros avances genéticos en su configuración.
Evolución
Lo que se manejaba en los medios científicos internacionales era que la evolución del cerebro —en términos de sus dimensiones— habría desencadenado unos comportamientos que, a su vez, originaron los demás cambios que resultaron finalmente en el Homo sapiens. Todo esto está siendo ahora revisado.
El hecho de que con un cerebro de dimensiones tan pequeñas esta nueva especie de homínido haya logrado estilizaciones en manos, muñecas, dientes y pies tan cercanas a las que poseemos en nuestros días, es un enigma para la comunidad paleontológica moderna.
Manejo de cadáveres
Puede verse como algo menor el que este grupo de humanos primitivos se ocuparan expresamente de deshacerse de sus cadáveres, pero eso sugiere cierta conciencia humana que no había sido detectada en otras especies.
Esto asoma también lo que puede ser el surgimiento de los primeros ritos funerarios, o al menos la determinación de preservar la higiene del ambiente donde se desarrollaron.
Todas estas consideraciones son materia de polémica en la actualidad y motivo de revisión de paradigmas asumidos por toda la comunidad científica global.
Herramientas que usó el Homo naledi
Aunque no fueron encontradas herramientas de trabajo o algunos utensilios en el lugar de la excavación —lo que le da fuerza a la tesis de ser cámaras para depositar cadáveres deliberadamente—, la constitución de la mano y las muñecas denota un manejo de herramientas con bastante precisión.
El tamaño de los dedos y su relación con el tamaño del pulgar indica que esta especie estaba capacitada para asir herramientas con firmeza y seguridad. Al estar el pulgar confrontado al resto de los dedos, se puede inferir la posibilidad de manipular herramientas con cierta destreza.
Otro asunto al que también se asocia esta posibilidad aún no confirmada es que, para el momento en que existió el Homo naledi, ya existían rudimentarias herramientas hechas de piedra, por lo que no sería descabellado pensar que pasaron por sus manos.
En todo caso, el descubrimiento en la zona y el tiempo de antigüedad dificultan la comprensión clara de qué especie hizo primero ciertos utensilios de piedra.
Alimentación del Homo naledi
La forma y tamaño de las dentaduras recopiladas también arrojan algunas luces sobre la dieta de este nuevo antecesor humano.
Los dientes son inesperadamente pequeños y sus molares presentan hasta cinco cúspides, lo que señala que el Homo naledi pudo haber consumido alimentos con más dureza que sus antecesores.
La altura de las piezas dentales y su dureza sugieren que eran capaces de alimentarse de elementos que otros homínidos no consideraban.
El desgaste presente en las dentaduras estudiadas, correspondientes a restos de individuos de mayor edad, arroja que es probable que el Homo naledi no tuviese problemas en consumir ciertos alimentos recubiertos de minerales o restos de sedimentos.
También hay que mencionar como otra característica distintiva el arco dental, ya que tiene la forma de parábola (presente en el humano moderno), en contraposición a los primeros homínidos, cuyas denticiones se acomodan en mandíbulas y maxilares más bien en forma de “U”, sugiriendo forma de hocico.
Hábitat
Igual que en el caso de los hábitos alimentarios, el hallazgo del Homo naledi no deja claro el tema del posible hábitat en donde se desarrolló este no tan antiguo pariente humano.
Lo que sí queda claro después de los estudios antropológicos y paleontológicos de estos polémicos restos, es que esta especie era capaz de combinar su movilidad entre caminatas bipodales y traslados a través de la vegetación y árboles, tal como lo hacen todavía los chimpancés.
Por ser tan reciente este evento científico de importancia global, todavía quedan muchas incógnitas que resolver y que actualmente los científicos siguen analizando. De hecho, hay otras cámaras en el mismo sistema de cuevas que contienen fósiles que seguramente aportarán más pistas.
Hasta el momento se han encontrado más de 2.000 fragmentos óseos de dos docenas de individuos de diferentes edades, lo que constituye una cantidad de información muy completa sobre una misma especie homínida.
Estos fragmentos se hallaron en la cueva Naledi y en otra caverna cercana, descubrimiento que se hizo en 2020 con el apoyo de la National Geographic Society.
Homo naledi es considerada, hasta ahora, la especie antigua de la que se tiene más conocimiento.
Referencias
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