Historia

Cultura totonaca: qué es, ubicación, origen, características, religión


¿Qué es la cultura totonaca?

La cultura totonaca fue una civilización indígena que se asentó en Mesoamérica, concretamente en el actual estado mexicano de Veracruz, en la zona de norte de Puebla y en la costa. En un principio conformaron una confederación de ciudades, aunque los historiadores señalan que, posteriormente, crearon tres señoríos.

Sus centros urbanos más importantes fueron El Tajín (entre el 300 y 1200 d. C.), Papantla (entre el año 900 y el 1519) y Cempoala (las mismas fechas del anterior). Aunque los tres destacaron por su arquitectura monumental y sus esculturas, fue el primero el que se convirtió en el mejor exponente del esplendor de esta cultura.

Los orígenes de los totonacas son poco conocidos. Según la teoría más acertada, este pueblo, perteneciente al núcleo huasteco, provendría de Chicomoztoc, desde donde iniciarían una migración que les puso en contacto con otras culturas que habitaban el país. Aunque no tuvieron éxito en sus intentos de asentarse en varias zonas, sí recogieron influencias de los olmecas o los chichimecas.

Más adelante sufrieron los ataques de los aztecas, quienes lograron conquistar buena parte del territorio controlado por los totonacas. En respuesta a esto, se produjo una reunión de todas sus ciudades en la que decidieron apoyar a los recién llegados conquistadores españoles en su lucha contra el enemigo común.

Ubicación geográfica y temporal

La cultura totonaca apareció en el periodo Clásico y continuó durante el Posclásico, dos de las etapas en las que se divide la historia de Mesoamérica.

Esta civilización recibe también el nombre de cultura del Tajín, denominación que proviene del centro ceremonial y urbano más importante de los totonacas. La etapa de mayor esplendor de esta ciudad se produjo entre el 300 y el 1200 d. C.

Además de El Tajín, los totonacas contaron con otros dos importantes centros ceremoniales. Ambos, Papantla y Cempoala, vivieron su mejor época entre el 900 y el 1519 a. C., hasta la llegada de los conquistadores españoles.

Ubicación geográfica

El área que los totonacas ocuparon se encontraba en el centro de Veracruz, en el actual México. Durante el Clásico tardío extendieron sus territorios hasta llegar por el sur al río Papaloapan. Igualmente, alcanzaron parte de los estados de Oaxaca y Puebla, el Valle de Perote, las sierras de Papantla y Puebla y la zona baja del río cazones.

Una de las características de la región de Totonacapan, la ocupada por esta cultura, fue su clima húmedo y templado. Esto les permitió obtener grandes cosechas de maíz, frijol, chile o calabaza, algo fundamental para que la población aumentara.

La fertilidad de la tierra permitió que sobrevivieran a la hambruna que se produjo en el centro de México entre el 1450 y el 1454, que afectó a los aztecas hasta el punto de ofrecerse como esclavos a los totonacas a cambio de maíz.

Origen e historia

Se conocen pocos datos sobre el origen de la cultura totonaca. Los historiadores piensan que procedían del núcleo huasteco, aunque desarrollaron una cultura propia tras entrar en contacto con los olmecas y los diferentes pueblos nahuas del centro de México, como los toltecas o los teotihuacanos.

Migración

Según las teorías más aceptadas, los totonacas abandonaron Chicomoztoc, situado en el norte de México, y se dirigieron hacia el centro del país. En su trayecto pasaron por varios lugares, como la laguna de Tamiahua, Misantla, Tula o Teotihuacán, hasta alcanzar Mixquihuacan, donde establecieron su capital.

Desde esa localidad empezaron a conquistar algunas tierras cercanas. Sin embargo, no pudieron mantener su dominio en la zona, ya que fueron expulsados por los chichimecas.

Esto supuso que debiera volver a trasladarse en busca de un mejor lugar donde asentarse. Según parece, atravesaron Teayo y Yohualichan antes de encontrar una zona propicia. Finalmente, en una región que recibiría el nombre de Totonacapan, pudieron levantar ciudades como El Tajín y Cempoala.

Época de esplendor

Los historiadores dividen la historia de esta cultura en varias etapas. La inicial, durante el Clásico temprano, se caracterizó por el desarrollo del barroquismo.

Tras este periodo, ya en el Horizonte clásico, la cultura totonaca evolucionó de manera considerable. Desde el siglo VI al IX, los asentamientos de esta civilización crecieron notablemente. Como ejemplo, El Tajín llegó abarcar unas 1200 hectáreas.

A partir del 900 d. C., en el Postclásico temprano, se produjo un crecimiento en la actividad comercial de los totonacas, así como en otros aspectos de su economía. Estas mejoras condujeron a su momento de mayor esplendor, que comenzó en el 1200 y se prolongaría hasta la llegada de los españoles.

Ataques aztecas y llegada de los españoles

A pesar de su fortaleza, los totonacas no pudieron evitar ser derrotados por los aztecas, quienes emprendieron una campaña militar en su contra a mediados del siglo XV. Tras su victoria, el emperador mexica, Moctezuma I, impuso el pago de fuertes tributos a los vencidos, así como la obligación de entregar cada año cientos de niños para esclavizarlos.

La situación cambió con la llegada del conquistador español Hernán Cortés. Este habían llegado a las costas de Veracruz en 1519 y, en su camino hacia el norte, supieron de la existencia de Cempoala. Los españoles enviaron un mensaje a las autoridades de la ciudad totonaca y acordaron mantener una reunión con ellos.

El jefe totonaca de Cempoala recibió a los españoles con gran hospitalidad. Según los relatos, cuando Cortés preguntó como podía recompensar el buen recibimiento, los totonacas comenzaron a quejarse del trato que recibían por parte de los aztecas.

Los totonacas vieron en la llegada de los españoles una buena oportunidad para librarse del dominio azteca. Así, 30 pueblos pertenecientes a esa cultura se reunieron en Cempoala y acordaron aliarse con Cortés para derrotar a sus enemigos.

El resultado fue la incorporación de 1300 guerreros totonacas a las fuerzas de Cortés. Junto con los 500 españoles presentes en la zona, se dispusieron a derrotar al imperio de los aztecas.

Bajo dominio español

La alianza con los españoles permitió a los totonacas deshacerse del control azteca. Sin embargo, esto solo les sirvió para pasar a estar bajo dominio español. Muy pronto, los conquistadores comenzaron a obligarles a abandonar sus tradiciones y creencias.

Una de las principales herramientas para que los totonacas abandonaran su cultura fue la religión ya que impusieron el cristianismo frente al tradicional politeísmo que habían seguido hasta ese momento.

Encomiendas

Como sucedió con otros pueblos mesoamericanos, los totonacas pasaron a ser siervos de los españoles mediante el sistema de encomiendas. Así, fueron destinados a trabajar en las haciendas, especialmente en las dedicadas a la caña de azúcar.

Cempoala acabó siendo abandonada y la cultura totonaca, prácticamente, desapareció. Solo a finales del siglo XIX fue redescubierta gracias a los trabajos del historiador y arqueólogo mexicano Francisco del Paso y Troncoso.

Mortandaz

Aunque los españoles apenas usaron la violencia para conquistar Totonacapan, sus habitantes sufrieron una gran mortandaz. La causa principal fueron las enfermedades llevadas por los conquistadores.

No obstante, en la actualidad aún residen unas 90 000 personas que mantienen la lengua totonaca. Estos están divididos entre 26 municipios de Puebla y 14 localidades de Veracruz.

Características de la cultura totonaca

Como se ha señalado, la cultura totonaca recogió e incorporó muchas características de otros pueblos, como los olmecas o los teotihuacanos. Con esas influencias y sus propias aportaciones crearon una importante civilización que se extendió hasta llegar a Oaxaca.

Etimología

La palabra “totonaca”, según el Diccionario de la Lengua Náhuatl o Mexicana, es el plural de “totonacatl” y hace referencia a los pobladores de la región de Totonacapan. Algunos expertos apuntan que “totonaco” podría significar “hombre de tierra caliente”.

Por otra parte, en el idioma totonaco la palabra tiene el significado de “tres corazones”, lo que haría referencia a los tres grandes centros ceremoniales levantados por esta cultura: El Tajín, Papantla y Cempoala.

Organización sociopolítica

Existen pocas referencias sobre la organización social y política de la cultura totonaca. Los estudios realizados se han basado en los hallazgos arqueológicos y la teoría más aceptada es que se trataba de una sociedad dividida en varias clases sociales.

Esta pirámide social estaba encabezada por la nobleza, compuesta por el Cacique gobernante, el resto de las autoridades y los sacerdotes. Todos ellos se encargaban de controlar todos los ámbitos de poder, desde el político al religioso, pasando por el económico.

Su gobierno, como se ha señalado, estaba liderado por el Cacique, quien era asistido por el Consejo de Ancianos.

Por su parte, los sacerdotes jugaban también un papel principal dentro de esta cultura. Entre sus funciones se encontraban la dirección de los cultos ceremoniales, realizar las observaciones astronómicas y dirigir las ceremonias.

Esta casta religiosa estaba gobernada por los fiscales (miembros del Consejo de Ancianos) y, tras ellos, los mayordomos (patrocinadores de las fiestas) y los topiles (encargados del cuidado de los templos).

En cuanto a la base de la pirámide, esta estaba formada por los plebeyos, la mayoría de los habitantes. Estaban encargados de la producción agrícola, de la artesanía, de la pesca y de la construcción.

Alimentación

Los totonacas aprovecharon la fertilidad de las tierras que habitaban para cultivar grandes extensiones de maíz. Sin embargo, a diferencia de otras civilizaciones precolombinas, este cereal no era el elemento principal de su dieta. Ese papel lo jugaban frutas como el zapote, la guayaba, el aguacate o la palta.

Según los expertos, campesinos y nobles coincidían en la composición de su primera comida del día: gachas de maíz. En cuanto al almuerzo, los nobles comían estofados con frijol y mandioca, aderezados con salsa de carne. Los pobres, aunque con una dieta parecida, no podían permitirse esas salsas.

Además de esos alimentos, se sabe que los hombres pescaban tiburones y cazaban tortugas, armadillos, venados o ranas. Por su parte, las mujeres criaban perros y pavos. Ambos aspectos llevan a pensar que incorporaron esos animales a la dieta.

Vestimenta

De acuerdo al fraile Bernardino de Sahagún, un misionero franciscano que llegó a aprender náhuatl para documentar las costumbres indígenas, las mujeres totonacas eran muy elegantes y vestían de manera llamativa.

Según el religioso, las nobles solían llevar faldas con bordados, además de un poncho triangular de pequeño tamaño a la altura del pecho y que llamaban quexquemetl. Igualmente, se adornaban con collares de jade y concha y usaban pendientes y una especie de maquillaje rojo.

Por su parte, los hombres de la nobleza vestían capas de varios colores, taparrabos, bezotes y otros elementos elaborados con plumas de quetzal.

Hoy en día, las mujeres de esta cultura tienen como vestimenta tradicional la camisa, el delantal, la enagua, la fajas y el quexquemetl. Todo ello es elaborado por las propias mujeres, ya que mantienen la fama de se excelentes tejedoras.

Religión

Como en otros aspectos, la religión practicada por los totonacas es muy poco conocida. Casi todo lo que se sabe procede de un ensayo realizado por el etnógrafo francés Alain Ichon, en 1960. Entre sus conclusiones destaca la complejidad del sistema de creencias de esta cultura.

Dioses

El panteón totonaca estaba compuesto por un gran número de dioses que estaban organizados de acuerdo a una jerarquía de importancia. Así, existían las siguientes categorías: dioses principales; secundarios; dueños; dueños menores; y dioses del inframundo. En total se cree que sumaban unas 22 deidades.

El dios más importante era identificado con el Sol, a quien se le ofrecían algunos sacrificios humanos. Junto a él se encontraba su esposa, la Diosa del Maíz, quien era obsequiada con sacrificios de animales, ya que detestaba los de humanos. Otra deidad importante era “Trueno Viejo”, llamado Tajín o Aktsini.

Los totonacas también incorporaron a su panteón algunos dioses comunes a los de otras civilizaciones de Mesoamérica. Entre ellos se encontraban Tláloc, Quetzalcóatl, Xochipilli o Xipetotec.

Ceremonias

Las ceremonias de la cultura totonaca estaban muy relacionadas con sus creencias religiosas. Así, entre las más frecuentes se encontraban los sacrificios, tanto humanos como de animales, una siembra ceremonial o prender fuego. También se practicaba el autosacrificio.

En el ámbito de las costumbres funerarias los totonacas usaban tanto los enterramientos individuales como los colectivos.

Otra ceremonia religiosa importante era la de Los Voladores. Esta, que aún sigue practicándose, era utilizada para pedir a los dioses que acabara un periodo de sequía.

Actualidad

Los conquistadores españoles obligaron a los totonacas a abandonar sus creencias y abrazar el catolicismo. Por ese motivo, hoy en día para la mayoría es su religión principal, aunque con algunos elementos provenientes de su antigua religión politeísta.

Al igual que hicieron otros pueblos en Latinoamérica, los totonacas incorporaron a su catolicismo algunos de sus mitos y rituales. Esta combinación dio lugar a una religiosidad propia, en la que se le da una gran importancia a los seres sagrados. En muchas ocasiones, los santos cristianos fueron identificados con algunas de sus deidades.

Por otra parte, en las comunidades totonacas actuales aún sigue existiendo la figura del curandero, encarnado por alguna persona de prestigio con profundos conocimientos sobre la salud, el bienestar y las buenas cosechas.

Centros ceremoniales

Antes de que los conquistadores españoles llegaran a Mesoamérica, los totonacas habían levantado varias ciudades importantes. Entre ellas, tres centros ceremoniales que se convirtieron en el centro de su civilización: Cempoala, Papantla y El Tajín.

El Tajín

La ciudad de El Tajín fue construida en el actual estado de Veracruz. Su momento de mayor esplendor se produjo entre los siglos IX y XIII d. C., periodo en el que fue uno de los centros urbanos más importantes de Mesoamérica.

La influencia de El Tajín se extendió bastante más allá de la ciudad. De esta forma, esa influencia se extendió por todo el golfo y llegó hasta la región controlada por los mayas.

Uno de los aspectos más destacables de este centro ceremonial fue la majestuosidad de su arquitectura. Esta, decorada por complejos relieves tallados en los frisos y columnas, era planificada de acuerdo a la astronomía.

El edificio de mayor importancia era la Pirámide de los Nichos, el mejor ejemplo de cómo los totonacas incorporaban sus observaciones astronómicas y su simbolismo a sus construcciones.

Papantla

Papantla (900 – 1519) fue construida en la Sierra Papanteca. Justo antes de la llegada de los españoles, la ciudad contaba con 60 000 habitantes, un número muy importante para la época. Ya en la época colonial, Papantla tomó el relevo de El Tajín como principal foco de la cultura totonaca.

El nombre de la ciudad proviene de la palabra náhuatl “papán”, que designaba a un tipo de ave de la zona, y de “tlan”, que significa “lugar”. Por lo tanto, la traducción más exacta sería “lugar de los papanes”.

Sin embargo, los habitantes de la zona afirman que, en realidad, el nombre no deriva de esas dos palabras. Su teoría es que significa “lugar de la Luna buena”.

Cempoala

La etimología de su nombre (Cēmpoal significa “veinte” en náhuatl y ā(tl), significa “agua”) ha hecho pensar a algunos historiadores que esta ciudad podía contar con muchos canales de riego y acueductos. Estos servirían para llevar el agua a las tierras de cultivo y a los jardines.

Cempoala fue ocupada por los totonacas cuando los toltecas se encontraban en su apogeo, entre el 1000 y el 1150 a. C. Según los expertos, su llegada al lugar se debió a que los propios toltecas los habían expulsado de la zona este de la Sierra Madre Oriental.

Los restos arqueológicos´encontrados prueban que el lugar contaba con grandes plazas y fortificaciones. Para construir esas estructuras, los totonacas usaban piedras del río, a las que aplicaban mortero y cal.

Los aztecas llamaban a “lugar de las cuentas” a la ciudad, ya que era allí donde cobraban los tributos a los pueblos de la costa del golfo de México.

Economía

Como se ha señalado, la región en la que se asentaron los totonacas gozaba de unas condiciones muy favorables para la agricultura. Por ese motivo, esa actividad se convirtió en su principal motor económico.

Los cultivos más importantes de esta cultura fueron el maíz, el frijol, el chile, el cacao, la vainilla y una importante variedad de fruta.

Al cultivo de sus fértiles tierras, los totonacas unieron su actividad comercial, concretamente el intercambio de artesanías y otros artículos con los pueblos cercanos. Sus vías de comunicación con esos otros pueblos fueron eminentemente fluviales y lacustres, aunque también crearon algunas redes de transporte por tierra.

Otras actividades económicas con peso en esta cultura fueron la caza y la pesca. En el primer caso, solían capturar animales como el jabalí o el pavo silvestre, mientras que sus pescadores aprovechaban todas las especies que podían encontrar.

También destacó el provecho que esta cultura obtuvo de los manglares. De este tipo de terreno obtenían moluscos, peces, tortugas y algunas aves.

Selección de la tierra

La primera técnica de cultivo que usaron los totonacas fue la milpa. Esta consiste en un sistema de selección de tierra que tiene la ventaja de no agotar los suelos. La causa es que los distintos productos plantados, como el maíz, los frijoles o las calabazas, aportan los nutrientes que el terreno necesita para mantenerse en un estado óptimo.

Con el tiempo, aunque se mantuvo este sistema, los agricultores de esta cultura empezaron a utilizar canales de regadío artificiales.

Arte y esculturas

Las manifestaciones artísticas más importantes de la cultura totonaca se dieron en la escultura, en la cerámica y, especialmente, en la arquitectura. Los restos encontrados en sus antiguos centros ceremoniales han mostrado la habilidad de este pueblo en la construcción.

Arquitectura

Las construcciones realizadas por los totonacas solían tener como materia prima a la piedra y el adobe. Todavía hoy se pueden comprobar esas características en Cempoala, gracias a los edificios levantados sobre las plazas.

Entre todos los edificios construidos por esta cultura, el más destacado es la Pirámide de los Nichos. Situada en El Tajín, se trata de una estructura piramidal de piedra con un gran significado astronómico y simbólico. Su nombre procede de sus 365 ventanas, que representan a los días del año.

Artesanía

La cerámica fue otra manifestación artística en las que la cultura totonaca demostró una gran habilidad.

Un buen ejemplo son las conocidas Caritas Sonrientes, unas pequeñas obras de alfarería que representan rostros humanos sonriendo. De pequeño tamaño, unos 20 centímetros de alto, estaban realizadas con barro cocido.

Escultura

Los principales elementos utilizados por los totonacas para elaborar sus esculturas fueron la piedra y el barro. Su función era eminentemente decorativa, destacando las llamadas Jícaras Humeantes.

Otras esculturas, realizadas con una técnica muy elaborada, representaban hachas, candados, palmas o a los jugadores de pelota.

Música y baile

El baile tradicional de la cultura totonaca recibe el nombre de son huasteco o huapango. Cada núcleo de población aportaba algunas características propias a la danza y a la música.

La música que acompaña aún hoy a este baile es ejecutada con jaranas, violines, guitarras y quintas. A estos instrumentos se unen otros elaborados artesanalmente por los mismos totonacas.

Lengua

La cultura totonaca poseía una lengua propia: el totonaco. Esta, al igual que sucedía con el tepehua, no estaban vinculadas a otras familias lingüísticas. El idioma recibe también otros nombres, como tutunacu, tachihuiin o tutunakuj.

Los expertos consideran que el totonaco pertenecía al denominado tronco macro-maya y fue descrito por primera vez por un misionero español, Fray Andrés de Olmos.

El totonaca en la actualidad

Según el censo elaborado en 1990, en la actualidad existen 207 876 personas que hablan la lengua totonaca. La mayoría de ellos residen en Veracruz y Puebla, aunque también se pueden encontrar en otros estados como el de México, Tlaxcala, Quintana Roo, Campeche o Hidalgo.

Costumbres y tradiciones

Las tradiciones y costumbres de los totonacas fueron el resultado de la mezcla entre las suyas propias y las recogidas de otros pueblos con los que se relacionaron. De acuerdo a los expertos, durante su etapa formativa recibieron una importante influencia de los olmecas, así como de algunos pueblos nahuas, como los toltecas.

Aparte de la influencia de esas civilizaciones, la cultura totonaca también recogió elementos de los mayas, de los teotihuacanos y de los huastecos.

Organización familiar

Las familias totonacas estaban organizadas en núcleos consanguíneos muy extensos. Normalmente, todos sus miembros residían cerca de la figura del padre.

Cuando se celebraba un matrimonio era costumbre que los padres de la novia entregaran una dote en forma de dinero, bienes o trabajo.

Por otra parte, los hombres totonacas debían trabajar para la comunidad al menos un día al año, aunque los nobles podían librarse si pagaban una cantidad determinada.

Uso de la rueda

Aunque no es una teoría aceptada unanimemente, muchos arqueólogos afirman que los totonacas fueron el primer pueblo americano que utilizó la rueda antes de la llegada de los españoles.

Sin embargo, el uso de este elemento no se producía en la economía. Así, la cultura totonaca no la utilizaba para la agricultura u otras actividades agropecuarias, sino como parte de algunos juguetes.

Además, también era utilizada como elemento en la construcción de esfinges con forma de animales. Estas estatuas, con sus hachas y ruedas incorporadas, eran elaboradas para algunos rituales o ceremonias.

Voladores de Papantla

La danza de los Voladores es, sin duda, la tradición totonaca más famosa. Con un gran simbolismo, este baile se asociaba (y aún se hace) con los rituales para que la cosecha fuera buena. De esta forma, los participantes invocan a los denominados cuatro rumbos del universo, al agua, al viento, a la tierra, al Sol y a la Luna para que favorezcan la fertilidad de los terrenos.

No se conoce a ciencia cierta cuándo comenzó a practicarse esta danza. La falta de datos sobre ella fue causada por la destrucción de documentos y códices llevada a cabo por los conquistadores españoles en su intento de que los indígenas abandonaran sus tradiciones y creencias.

Sin embargo, la historia oral y los escritos de algunos misioneros han permitido a los expertos elaborar teorías sobre la aparición de esta danza y su evolución.

De acuerdo a un mito totonaca, una gran sequía afectó a su territorio. Esto provocó falta de alimentos y agua, por lo que cinco jóvenes decidieron enviar un mensaje al dios de la fertilidad, Xipe Totec. Su intención era que la divinidad enviara lluvias y, de esta forma, que las cosechas mejoraran.

Los jóvenes se adentraron en el bosque, quitaron las ramas y las hojas del árbol más alto. Tras esto, cavaron un agujero para poder fijarlo en vertical. Después de bendecir el lugar, los cinco hombres usaron plumas para adornar sus cuerpos y que Xipe Totec pensara que eran pájaros.

Por último, enrollaron unas cuerdas en sus cinturas, se aseguraron al árbol y realizaron su petición volando con un sonido surgido de una flauta y un tambor.

Según los estudiosos, este baile se realizaba en buena parte del México precolombino. En concreto, se hacía cada 52 años, cuando cambiaba el ciclo del calendario. Tras un tiempo, solo los totonacas y los otomíes mantuvieron la tradición.

Ninin

Otra tradición prehispánica que se sigue celebrando, aunque con cambios, es la del Ninin, término que se traduce en español como “los muertos”. En líneas generales se trata de una serie de rituales relacionados con las ceremonias funerarias, a los que fueron incorporados algunos elementos católicos tras la conquista.

La celebración da comienzo el 18 de octubre, en el día de San Lucas (santo que los totonacas identificaron con el dios del trueno). Ese día llegan las primeras almas, las pertenecientes a los que fallecieron ahogados. Según la tradición, a partir de esa fecha se lanzaban cohetes o se hacían tocas las campanas tres veces al día.

Igualmente, los totonacas comienzan ese día a comprar todo lo que necesitan para levantar sus altares. Dan inicio también las reuniones familiares, en las que se reparten las tareas que cada uno debe llevar a cabo.

Los altares tienen que estar preparados y adornados para el 31 de octubre, ya que al mediodía deben llegar las almas de los niños que hayan muerto. Esa presencia dura solo una jornada, ya que el 1 de noviembre, cuando llegan las almas de los adultos, las de los pequeños se retiran temporalmente.

Entre los días 8 y 9 de noviembre, los totonacas celebran el aktumajat para decir adiós a los fallecidos de muerte natural. A partir de entonces y hasta finales de ese mes, se produce la despedida de los que murieron violentamente.

El día 30, todas las almas marchan hacia el cementerio acompañada de ofrendas, música, cantos y bailes.

Medicina tradicional

Las comunidades totonacas actuales siguen conservando algunas de las figuras tradicionales relacionadas con los cuidados médicos. Se trata de las parteras, que ayudan a las madres durante el parto, los curanderos, expertos en plantas medicinales, y los brujos, que afirman tener poderes sobrenaturales.