Historia

Los 7 Valores del Renacimiento Más Importantes


Los valores del Renacimiento fueron las cualidades peculiares que surgieron o reaparecieron durante el la época renacentista. Los tres más importantes fueron el antropocentrismo, el secularismo y el individualismo. Los otros valores que acompañaron este movimiento fueron el escepticismo, el hedonismo y el mecenazgo.

El Renacimiento (que significa resurgimiento o florecimiento de algo) es el nombre que recibe el gran movimiento cultural acontecido desde el siglo XIV al siglo XVII en Europa, que produjo grandes cambios en la economía, la ciencia y la sociedad.

Es un período transitorio entre la Edad Media (del siglo V al siglo XIV) y la Edad Moderna (del siglo XVIII). Inició en las ciudades italianas pero pronto se extendió por toda Europa Occidental.

En el Renacimiento se despertó nuevamente el interés por la erudición clásica y floreció el interés por el ser humano como un ser dotado de multifacéticas capacidades dignas de apreciar tanto como las divinidades celestiales.

Hubo numerosos inventos y descubrimientos pero podemos destacar el descubrimiento de la pólvora, la invención de la imprenta, la invención de la brújula y el descubrimiento de nuevos continentes.

Valores principales del  Renacimiento

El Renacimiento fue un movimiento cultural que despertó el intelecto y la individualidad del ser humano. Si bien fue revolucionario y cambió muchas cosas de la época, como cualquier otro cambio cultural, fue lento y gradual.

De modo que, aunque los hombres altamente educados de la época eran renacentistas, convivían con servidores de la Iglesia y el vulgo que todavía eran medievales.

Explicaremos las características de cada uno de los valores a continuación.

El humano como el centro principal

El valor principal del Renacimiento es que se comenzó a dar valor al humano, a su potencial.

En este período se dio una transición en el eje central del conocimiento, la filosofía y la vida en general. El Renacimiento sustituyó la religión y a Dios como punto central (teocentrismo) imperante durante toda la Edad Media para otorgárselo al ser humano. A este cambio se le denominó antropocentrismo.

Este cambio de enfoque reconoció que es el ser humano el autor y actor de la historia humana, por lo que éste es a la larga el centro de la realidad.

El antropocentrismo fue una de las corrientes filosóficas, epistemológicas y artísticas iniciadas por lo griegos y los romanos pero olvidada durante la Edad Media, por lo que los renacentistas acudieron al conocimiento clásico de la Antigüedad para recuperarla. No obstante, el antropocentrismo del renacimiento dio lugar al humanismo.

El humanismo es la doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos.

También se entiende como el sistema de creencias centrado en el principio de que las necesidades de la sensibilidad y de la inteligencia humana pueden satisfacerse sin tener que aceptar la existencia de Dios y la predicación de las religiones.

Gracias al Humanismo, esta época se llena de optimismo y de confianza respecto a las capacidades del ser humano, es por eso que se aventuran cosas nunca antes imaginadas, como explorar territorios de ultramar, formular explicaciones racionales de los sucesos naturales y crear cosas nuevas.

Es imprescindible dejar en claro que el humanismo no descarta a Dios, pues muchos escritores, científicos y artistas renacentistas fueron devotos creyentes de Dios o se inspiraron en el mismo, pero no redujeron su creatividad y explicación de las cosas a la voluntad de Dios.

Hoy en día antropocentrismo y humanismo se usan como sinónimos en varios contextos. Los términos están íntimamente ligados, pero en campos como la epistemología y la filosofía tienen sus particularidades.

Deseos terrenales: hedonismo

En el Renacimiento se le daba valor a los deseos terrenales en lugar de a las necesidades espirituales.

Es la teoría y doctrina que viene de la escuela de pensamiento griego que afirma que el placer y la felicidad son los bienes intrínsecos que fundamentan la vida humana.

A través de esta doctrina se abandona el sufrimiento, la resignación y la culpa de sentir inculcados por la Iglesia durante toda la Edad Media y se aboga por la recuperación de los placeres sensoriales, carnales y materiales.

Diferenciarse: individualismo

Cada persona intentaba diferenciarse de todas las demás.

El humanismo órbita en torno del hombre pero no como una colectividad sino como un individuo singular con deseos propios que puede alcanzarlos sin intervenciones externas, sean divinas, sociales, clericales o estatales.

El individualismo enfatiza en el principio moral, político e ideológico de “dignidad moral del individuo”. En esta época las personas se descubren a sí mismas como seres individuales que desean cobrar importancia y ser recordados como únicos.

Así las cosas, los artistas empiezan a firmar sus obras, los nobles y burgueses piden ser retratados por artistas, se redactan biografías, etc.

Cuestionarse: escepticismo

En el Renacimiento se cuestionaba lo que había aceptado hasta ese momento con explicaciones simples.

La  Iglesia medieval y sus explicaciones simplistas y reduccionistas sobre la ciencia y los aspectos sociales de la vida humana, liberan en los pensadores renacentistas el deseo de buscar respuestas más estructuradas y profundas de los fenómenos naturales y la vida de las personas. De esta inquietud surge el escepticismo.

El escepticismo fue la actitud inquisitiva en todos los aspectos de la vida y la ciencia. Por consiguiente, los pensadores renacentistas empezaron a dudar de las verdades o explicaciones ampliamente aceptadas sobre las cosas.

El escepticismo dio cabida posteriormente al racionalismo y al empirismo y abrió un abanico de variantes como el escepticismo filosófico, el escepticismo religioso y el escepticismo científico.

Clasicismo: dando valor al conocimiento

Se tenía la idea de que cada individuo debía tener conocimiento y habilidades en diferentes campos de interés.

Debido a que el antropocentrismo despertó el interés en las capacidades y en la apreciación del ser humano como centro de todo, los renacentistas revalorizaron el conocimiento clásico válido del mundo conocido entonces: el del imperio griego y romano.

En consecuencia, los pensadores renacentistas se volcaron a las obras filosóficas, literarias, históricas y artísticas de los griegos y los romanos, las estudiaron, las aprendieron para traerlas de vuelta después de 15 siglos.

Gracias a este retorno, se reconsideraron teorías científicas de griegos y romanos que fueron menospreciadas por la Iglesia en el pasado.

El aspecto desventajoso que tuvo fue que solo tuvieron en cuenta las ideas griegas y latinas, excluyendo culturas antiguas científicas muy avanzadas como la egipcia o la babilónica.

Secularismo 

A partir del humanismo y del empoderamiento del ser humano como autor de su destino y constructor de la realidad, surge el secularismo, una doctrina cultural que gana mucho terreno en la política, la economía y la vida cotidiana.

El secularismo es la creencia o doctrina que considera que la religión no debe tener parte en los asuntos públicos, la economía y el ordenamiento de la vida privada de las personas.

El secularismo junto con el humanismo estuvo presente en el Renacimiento pero no significa que fue inmediatamente aceptado.

Recordemos que la Iglesia era una institución con más de 1000 años de consolidación que había regido la economía, la política, la religión y la vida social de las personas, por lo que su influencia no desapareció en cuestión de años, incluso siglos.

Mecenazgo

El mecenazgo es el patrocinio económico a artistas, escritores y científicos para desarrollar sus obras.

Fue llevado a cabo por familias nobles o burguesas pudientes que proporcionaban dinero y otros recursos.

Referencias

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  6. Pick, S., Givaudan, M., Troncoso, A., & Tenorio, A. (2002). Tema III. La sociedad como proceso histórico y cultural: Los valores durante el Renacimiento,. En S. Pick, M. Givaudan, A. Troncoso, & A. Tenorio, Formación cívica y ética. Primer grago. (págs. 285-287). México D.F.: Limusa.
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