Entorno natural: características, elementos, importancia, ejemplos
El entorno natural es el espacio constituido por los seres vivos y el conjunto de componentes físicos, químicos y biológicos con el que interactúan y en el que no ha intervenido directamente la acción humana.
Este concepto suele equipararse con el de medio ambiente natural y contrastarse con el de entorno artificial, que sería aquel en el que ha intervenido la mano del ser humano, aunque no hay una separación tajante entre ambos entornos, debido a que no existe prácticamente ningún ecosistema en la Tierra sin algún grado de intervención humana.
También se puede relacionar este concepto con el de ecosistema, cuando se habla de un ser vivo y el contexto que lo rodea (el oso y su entorno natural, por ejemplo), de recursos naturales en general (como el agua), o de grandes unidades ecológicas (los océanos, el Amazonas, etc.).
Índice del artículo
- 1 Características del entorno natural
- 2 Importancia para la sociedad de los entornos naturales
- 3 Ejemplos de entornos naturales
- 4 Referencias
A menos que se trate de un enfoque global, cuando se habla de entorno natural hablamos del referido a un grupo humano, a otras especies de seres vivos o a un espacio geográfico determinado.
El entorno natural como tal está conformado por elementos orgánicos e inorgánicos, cuya suma global e interrelación constituye la biósfera (la zona del planeta que alberga la vida).
Son los seres vivos que pueden encontrarse en un entorno, y que la ciencia ha dividido en cinco reinos: vegetal, animal, hongos, protoctista o protista y móneras.
Reino vegetal
Está conformado por las plantas, es decir, todos los seres autótrofos (que pueden producir su propio alimento con ayuda de la fotosíntesis), con excepción de algunas especies pertenecientes al reino protoctista.
Reino animal
Son todos aquellos seres pluricelulares con capacidad para desplazarse, que se reproducen sexualmente, y sin la capacidad de las plantas para producir alimentos con ayuda del sol.
Reino de los hongos
Organismos pluricelulares como las setas, el moho y la levadura.
Reino protoctistas o protista
Conformado por protozoos, algas, seres unicelulares del mar y el subsuelo, etc.
Reino mónera o procariota
Abarca seres unicelulares que no tienen un núcleo definido, y que pueden encontrarse en la tierra, el agua y el aire, e incluso dentro de otros seres vivos. Son principalmente bacterias.
Los principales componentes a considerar cuando se estudia un entorno natural son el relieve, el agua, el clima y el suelo. La suma de estos elementos determina la clase de seres vivos que pueden encontrarse en determinadas áreas o espacios.
Relieve
Son las características generales o accidentes de un espacio geográfico y que lo definen como un valle, una cordillera, un llano o una montaña.
En entornos naturales, el relieve puede estar conformado por más de un accidente geográfico.
Agua
Su presencia o ausencia es determinante en cualquier entorno, y primordial para la existencia de vida en nuestro planeta. En la Tierra se encuentra en los tres estados (sólida, líquida y gaseosa) y en grandes masas, como mares, ríos y glaciares.
El clima
Es resultado de la suma de las condiciones atmosféricas de un entorno determinado, e incluye humedad (presencia de agua en el aire), temperatura, presión atmosférica, radiación solar, lluvias y vientos.
Suelo
Es la capa de la tierra más superficial y donde prosperan los seres vivos; está constituida por la meteorización de la capa geológica superficial (la descomposición de las rocas gracias a la acción del agua, el aire y los seres vivos), combinada con la descomposición de la materia orgánica.
Los seres humanos han basado gran parte de su evolución y desarrollo construyendo entornos artificiales como las grandes ciudades, y alejándose cada vez más del entorno natural, sometido a su vez a distintos grados de presión y deterioro.
Estos grados de deterioro pueden ir desde la contaminación de todos los ecosistemas a la extinción masiva de especies y a cambios peligrosos en la atmósfera.
Esta situación ha creado alarma desde mediados del siglo XX, y ha generado una serie de movimientos sociales y políticos, conocidos como ambientalistas y ecologistas.
Estos movimientos han logrado sensibilizar a parte de la población y a un buen número de gobiernos del mundo, en torno a la necesidad de preservar el medio ambiente natural y de transformar los aspectos más negativos de la civilización industrial, como el uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo), o la protección de especies en peligro de extinción.
Hay que destacar que el ser humano, a pesar de sus grandes ciudades y de su intervención masiva en todos los ecosistemas del planeta, sigue necesitando y amando los espacios naturales.
Este aspecto se manifiesta en la pasión con que se siguen practicando actividades como el excursionismo, la observación de aves, los deportes acuáticos o la necesidad de contar con grandes espacios verdes dentro de las ciudades para mejorar la calidad del aire.
Citamos dos ejemplos sobre la importancia del entorno natural para los seres humanos: los parques nacionales y las acciones emprendidas para proteger la capa de ozono.
En 1872 se estableció el primer parque nacional en el mundo, el parque nacional Yellowstone; desde entonces esta figura legal para proteger grandes ecosistemas se extendió por el resto del mundo, con el objetivo de proteger grandes entornos naturales.
Mencionamos como ejemplos de estos parques: el parque nacional del Teide (España), el parque nacional Canaima (Venezuela) y el parque nacional Los Glaciares (Argentina). Estos tres parques además fueron declarados por la Unesco Patrimonio Mundial Natural de la Humanidad.
A fines de la década de los 70 del siglo pasado se descubrió que la capa de ozono –una capa atmosférica que filtra los rayos ultravioleta– se estaba reduciendo rápidamente, e incluso desapareciendo en zonas de la Antártida, debido al uso de compuestos químicos clorofluorocarbonados (CFC).
La desaparición de esta capa podría incrementar los casos de cáncer y tener otras consecuencias negativas, por lo que en los años 80 se firmaron varios convenios internacionales que llevaron a la prohibición del CFC.
La prohibición de estos químicos ha permitido observar la recuperación de esta capa, convirtiéndose en uno de los ejemplos más emblemáticos de que sí es posible revertir la degradación ambiental de nuestro planeta.
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