Cultura general

Los 18 mitos de México más conocidos (dioses y animales)


Entre los mitos de México más conocidos podemos reseñar que están arraigados en el sentir y actuar de muchas comunidades, especialmente en las de origen indígena. Esto se debe en gran medida a que estos relatos surgieron antes y durante del proceso de colonización española.

Buena parte de los mitos de México están relacionados con la naturaleza y sus fenómenos, en consecuencia muchos de los protagonistas de estas historias son dioses y animales fantásticos con poderes mágicos. Algunos de los mitos más conocidos del país azteca son el “Mito azteca del maíz”, “Quetzalcóatl”, “Tlaloc”, “El conejo en la luna” y “el Nahual”.

Pero ¿qué es un mito? Se trata de una especie de cuento o relato a través del cual se narran hechos asombrosos y extraordinarios llevados a cabo por personajes fuera de este mundo.

Estas historias forman parte de la cultura y de las creencias de una sociedad determinada. Por lo general, los mitos abordan temas relacionados con la existencia humana y, al mismo tiempo, contraponen la lucha entre fuerzas antagónicas e incompatibles (hombres contra dioses).

Además, el hecho de formar parte del sistema de creencias de una colectividad, hace que los mitos justifiquen algunas estructuras sociales y conecten con las emociones.

Por otro lado, los mitos han pasado de una generación a otra oralmente y eso ha permitido su vigencia dentro de la cultura.

Los mitos de México más populares

A continuación se describen brevemente algunos de los mitos más conocidos de México:

El tlacuache

Este mito tiene como protagonista a un animal llamado tlacuache, el cual pertenece a la familia de los marsupiales.

La historia relata la hazaña de este mamífero que se atrevió a quitarles a los gigantes una porción del fuego que cayó desde una estrella hacia la Tierra. El tlacuache fingió tener frio y en un descuido con su cola prensil tomó un carbón y se lo dio a los hombres.

El águila y la serpiente

Es uno de los mitos más representativos de México. La historia tiene su origen en la época prehispánica cuando los aztecas recibieron de parte del dios del Sol y la Guerra (Huitzilopochtli) la indicación de asentarse en un nuevo territorio al ver un águila parada en un nopal comiéndose a una serpiente. 

Los aztecas tardaron tres siglos para encontrar la señal y justo en ese momento fundaron Tenochtitlán, que posteriormente dio origen a la capital mexicana. No en vano, el águila y la serpiente forman parte de la bandera de México y de varios documentos de identificación ciudadana.

Mito de los dos volcanes

Este relato representa la historia de amor entre dos jóvenes tlaxcaltecas llamados Iztaccihuatl y Popocatépetl. Ella era una princesa y él un guerrero. Un día Popocatépetl partió a una batalla contra los aztecas y prometió a su amada volver para casarse. Sin embargo, un hombre malo le hizo creer a la doncella que su enamorado había fallecido.

Entonces, Iztaccihuatl cayó en una profunda tristeza que la llevó a la muerte. A su regreso el joven guerrero supo la mala noticia y quiso honrar a su amada con la construcción de una gran montaña para que sus restos reposaran. Ante la promesa de que su amor no se extinguiría, los dioses los convirtieron en volcanes. Hoy, permanecen uno frente al otro.

Mito azteca del maíz, ajolote y quinto sol

Este mito se refiere a la creación del sol por parte de los dioses para simbolizar la quinta era humana, de allí que lo llamaron quinto sol. Una vez creado, las deidades se dieron cuenta de que no se movía por sí mismo, así que decidieron hacer sacrificios para darle energía.

Sin embargo, cuando le tocó el turno de sacrificio al dios Xólotl, este usó su poder de transformación para salvarse. Primero se convirtió en un maíz, pero al ser descubierto tomó como segunda opción transformarse en maguey. Finalmente, el huidizo dios se lanzó al agua y adoptó la forma de ajolote.

Quetzalcóatl

Este mito es uno de los más importantes de México debido a que representa las limitaciones humanas y a los valores espirituales. Quetzalcóatl o la serpiente emplumada tiene su origen en la época prehispánica, específicamente en la cultura olmeca. Este dios representa la sabiduría, fertilidad, vida y luz para todos los creyentes.

Mito azteca del nacimiento del sol y la luna

Este mito tiene como protagonistas a los dioses Tecuciztécatl y Nanahuatzin, quienes se ofrecieron para alumbrar al mundo en la reunión de Teotihuacan. El primero era arrogante, pero el segundo era ejemplo de humildad y valentía.

Fue así como un día Nanahuatzin se aventó sin miedo al fuego, y de su sacrificio nació el sol. Luego de eso Tecuciztécatl lo siguió y se transformó en la luna.

Lago de Zirahuén

Se refiere a la desdicha de una princesa de la zona de Purépecha (hoy Michoacán), quien se enamoró de un joven guerrero que perteneció al bando enemigo de su padre. Así que el progenitor de la doncella se llenó de ira por el amorío entre su hija y el combatiente y decidió separarlos.

Después de muchas pruebas, el gobernante retó al joven a luchar contra él. Atemorizada por el posible duelo entre su padre y su amado, la princesa intervino para evitar la confrontación. Ella le pidió a su enamorado que se fuera lejos y él aceptó.

Luego de la partida del joven, la princesa se subió con profundo dolor hasta la cima de una montaña y lloró desconsoladamente. Tanto fue su llanto que se formó un lago donde la chica se ahogó.

Tláloc

El mito de Tláloc está vinculado con la cultura azteca y representa al dios de la lluvia, la agricultura, el agua y el rayo. Su nombre significa el néctar de la tierra. Si bien esta deidad tenía su lado positivo y amable porque hacía que las cosechas se dieran, también poseía un lado terrible, pues era causante de inundaciones y tempestades.

El conejo en la luna

Es uno de los mitos más conocidos en el territorio mexicano y como muchos posee diferentes versiones. La más popular es la que cuenta el viaje que realizó el dios Quetzacóatl en figura de hombre por todo el mundo y, en uno de sus descansos nocturnos, se encontró con un pequeño conejo.

Luego, en medio de la conversación el dios le preguntó al animal qué comía y este le contestó: zacate. El conejo le ofreció un poco, pero Quetzacóatl no quiso. Así que el conejo le dijo que se lo comiera a él para que saciara su hambre. La deidad en agradecimiento por el gesto lo lanzó a la luna para que su estampa permaneciera eternamente.

Los nahuales

Este mito está muy extendido en el territorio mexicano, puesto que se refiere a la capacidad de transformación de algunos seres humanos.

Se dice que desde la época de la colonia existieron hechiceros que cambiaban su forma a la de animales, tales como jaguares, perros o pumas. Los creyentes asumieron que lo hacían para espantar a los enemigos.

La diosa de la luna

Es un mito basado en la rivalidad de dos hombres por el amor de una hermosa mujer llamada Ixchel. Sin embargo, uno de los pretendientes estaba celoso porque la joven prefería al otro. Así que motivado por la envidia el hombre asesinó al preferido de la dama. En consecuencia, Ixchel cayó en una devastadora tristeza.

Luego de eso la joven tomó la decisión de quitarse la vida para pasar a la eternidad junto a su amado. El sacrificio de Ixchel hizo que las deidades convirtieran a su enamorado en sol y a ella en luna, para que su historia de amor quedara en la memoria de los pueblos. Como muchos otros mitos, este posee otras variantes.

Los chaneques o aluxes

Es un relato muy conocido en la zona de Veracruz y se remonta a los tiempos de la colonización española. Los chaneques o aluxes son seres parecidos a los duendes, pero más bajos y con el rasgo de ser peludos. Los antiguos mayas sostuvieron que eran hechos de barro puro y que sus creadores les colocaban gotas de sangre para conectarse con ellos.

Ahora bien, los chaneques se ocupaban de cuidar los sembradíos y a los animales para evitar que fuesen robados. En caso de que su propietario falleciera, estos aluxes pasaban al dios del maíz “Yum Kaax”. En el caso de que los cultivos de su antiguo dueño pasaran a otras personas, ellos se encargaban de molestarlos.

Omaxsaupitau

Este mito surgió durante la conquista de los españoles al territorio mexicano y cuenta la historia de una enorme ave. Si bien los pobladores conocían los riesgos de las montañas del norte del país, los colonizadores no. Fue así como un español fue raptado por un omaxsaupitau para que sirviera de alimento a sus crías.

Sin embargo, el hombre pudo escapar y vivir para contarlo. Al escuchar su relato los pobladores indígenas le aseguraron que estuvo a punto de perder la vida en las garras de un “pájaro-trueno” semejante al águila, pero más enorme.

El callejón del beso

Este mito es más contemporáneo y tiene su origen en la ciudad de Guanajuato. De acuerdo con este relato, las parejas que se den un beso en el tercer escalón del famoso callejón de esta localidad sellarán su amor para siempre, de lo contrario la mala suerte llegará a sus vidas.

Ahora bien, la fama de la estrecha calle surgió a partir de la relación prohibida entre dos jóvenes enamorados. El padre de la chica no quería al pretendiente y los alejó.

Sin embargo, el astuto enamorado compró una casa enfrente de la de su amada, sus balcones estaban separados por pocos centímetros. El padre de la joven los sorprendió un día besándose y asesinó a su hija.

El flechador del sol

El mito del flechador del sol proviene de la cultura mixteca y se refiere al nacimiento de los primeros hombres. De acuerdo con el relato, en la zona de Apoala se plantaron dos enormes árboles que se enamoraron y al unir sus raíces como señal de su amor dieron nacimiento a los primeros habitantes de la tierra.

Tiempo después, Tzauindanda (fruto de aquel amor) alistó sus armas de guerrero para ensanchar el territorio de Achihutla. Así que encontró una extensa área y decidió pelear por ella.

Tzauindanda creyó que el sol era el dueño del lugar y comenzó a lanzarle flechas. El astro se ocultó detrás de las montañas, mientras que el flechador se proclamó vencedor.

El chupacabras

El chupacabras es uno de los mitos más contemporáneos de México, ya que el relato data de mediados del siglo XX. La historia se basa en la aparición de un extraño y horroroso ser que devoraba a los animales, pero ponía especial atención en las cabras.

La bestia se presentaba en las noches en las haciendas para extraerles sangre a estos animales. El mito permaneció por muchos años en la mente de las personas. De hecho, algunos pensaron que el chupacabras también rondó por otros territorios de América Latina.

Aunque un cierto número de pobladores aseguró verlo, no se tiene ningún tipo de registro.

Mito otomí sobre la muerte

Los indígenas de la cultura otomí afirmaban que había dos causas para que la muerte se hiciera presente. Una de ellas era la que se daba de forma natural (enfermedad). Mientras que la segunda se relacionaba con hecho que tenían su origen fuera de este mundo, así que la persona podía ser atacada, quemada o ahogada.

Los nativos mexicanos afirmaban que el fallecimiento por razones sobrenaturales era causado por hechizos y brujerías. En el caso de los niños, el “chupete” de una bruja malvada podía llevárselos de este mundo. Para evitar los decesos, los indios oraban a sus dioses por la vida de los más pequeños de la etnia.

El jorobado

El mito del jorobado quizás sea uno de los menos populares de México, pero eso no le resta valor e importancia. Se trata de la supuesta existencia de un extraño animal conocido como “Itzcuintlipotzotli”, el cual se caracterizó por ser raro, similar a un canino, pero con la cabeza como la de un lobo. Además su cola era muy corta y carecía de pelaje.