Cultura general

Emiliano Zapata: Biografía


Emiliano Zapata (1879-1919) fue una de las figuras más destacadas de la Revolución mexicana, durante la cual formó el Ejército Libertador del Sur. Fue el inspirador del movimiento agrario llamado Zapatismo y el líder de la revolución campesina del Estado de Morelos.

Los primeros años revolucionarios de Zapata se desarrollaron durante el Porfiriato, el periodo de la historia de México marcado por la dictadura de Porfirio Díaz. Los campesinos e indígenas se habían visto muy perjudicados por el impulso a los latifundios que desarrolló el gobierno. Esto marcó la visión política de Zapata.

Aún muy joven empezó a involucrarse en la política, siempre en defensa del campesinado. Una vez que comenzó la Revolución, Zapata luchó junto a Francisco I. Madero, aunque siempre mantuvo cierta independencia de criterio. Esto le llevó a enemistarse con sus antiguos aliados cuando no cumplieron las expectativas creadas en relación a una reforma agraria.

Derribado el Porfiriato y la posterior dictadura de Victoriano Huerta, Zapata continuó con su lucha agrarista. Se opuso a Carranza, aliándose en su momento con Pancho Villa. Fueron los sucesores de Carranza los que decidieron acabar con su vida, engañándolo para que cayera en una emboscada y asesinarlo de varios disparos.

Índice del artículo

Biografía

Emiliano Zapata Salazar nació en Anenecuilco, Morelos, el 8 de agosto de 1879, en el seno de una familia campesina muy humilde. Sus padres fueron Gabriel Zapata y Cleofás Salazar, y Emiliano fue el noveno de 10 hermanos, aunque solo sobrevivieron 4.

Como era habitual en los ambientes rurales y pobres, Emiliano apenas pudo recibir educación. Se sabe que asistió hasta el sexto grado de primaria y que su formación estuvo a cargo del profesor Emilio Vara, un antiguo soldado juarista.

Una anécdota da muestra de su temprana comprensión del problema campesino. Se cuenta que, con 9 años, Emiliano vio un desalojo de campesinos por parte de unos grandes hacendados. Su padre le dijo que no se podía hacer nada en contra y Zapata le respondió: “¿No se puede? Pues cuando sea grande, haré que se las devuelvan”.

Desde niño, Zapata tuvo que ponerse a trabajar como peón y aparcero. Al cumplir los 13 años quedó huérfano y, junto con su hermano Eufemio, recibió una pequeña herencia: un poco de tierra y unas pocas cabezas de ganado. Con esto debían mantenerse ellos y a sus dos hermanas.

Juventud

Emiliano, a diferencia de Eufemio, decidió permanecer en Anenecuilco. Allí trabajaba sus tierras y, aparte, tenía que emplearse como aparcero en una hacienda vecina. Igualmente se dedicó a comerciar con caballos y a conducir recuas de mulas.

Con 17 años, Zapata tuvo su primer encontronazo con las fuerzas de seguridad. Algunos autores afirman que se debió a una acusación de secuestro de una joven. Se trataría de la que fue su primera esposa, cuyo padre había denunciado la fuga de los dos jóvenes acusando a Emiliano. Otras fuentes, en cambio, señalan que fue por factores políticos.

Por la razón que fuera, el 15 de junio de 1897 fue arrestado durante las fiestas de su pueblo. La intervención de su hermano, armado con una pistola, permitió su huida. Los dos hermanos tuvieron que abandonar el estado y Emiliano estuvo un año entero trabajando en una hacienda en Puebla.

Contexto social

Emiliano Zapata comenzó su vida política muy temprano. Ya con 23 años tenía un papel muy destacado en la Junta de Campesinos de Cuautla y empezó a luchar contra los abusos de los hacendados.

Para entender las reivindicaciones y la postura de Zapata es fundamental conocer la época en la que vivió. La política agraria que había desarrollado el Porfiriato (1876 – 1911) tuvo efectos muy perniciosos para los más humildes.

Las leyes promulgadas por el gobierno provocaron que las grandes compañías y los terratenientes se hicieran con las tierras comunales y con las pequeñas propiedades. Sus antiguos propietarios, campesinos con pocos recursos, se veían obligados a desplazarse o a trabajar, sin apenas derechos, en las que habían sido sus posesiones.

Los datos indican que, al comenzar la Revolución en 1910, más del 90% de los campesinos carecían de tierras. Estas estaban en manos de alrededor de 1000 latifundistas que empleaban a 3 millones de braceros.

Si bien esta situación se daba en todo el país, afectaba de manera especial a estados como el de Morelos. Las plantaciones de caña de azúcar habían ocupado las tierras de los pequeños propietarios.

Dirigente agrario

Un año antes del estallido revolucionario, en 1909, se estaba preparando una nueva ley que iba a empeorar la situación. Ante esto, los habitantes del pueblo de Zapata se reunieron y lo nombraron presidente del Concejo Municipal.

Desde este cargo, Zapata comenzó a consultar con varios letrados. Estudiaron en profundidad documentos que respaldaban los derechos de propiedad de las tierras por parte de los pueblos y que contradecían las Leyes de Reforma.

De igual manera, participó en muchas reuniones celebras en la Villa de Ayala, lugar en el que empezó a tomar forma el Plan que sería la base de todas sus reclamaciones en los siguientes años. El Plan de Ayala se centraba en una reforma agraria radical, bajo el lema “la tierra es de quien la trabaja”.

Algunos autores afirman que estas actividades provocaron la reacción del gobierno, que le ordenó incorporarse al ejército. Zapata estuvo durante algo más de un mes en Cuernavaca, obteniendo después la licencia para trabajar como caballerizo en la Ciudad de México.

Toma de la Hacienda del Hospital

Al regresar, poco después, a Morelos, Emiliano regresó a su lucha por las tierras comunales. En su localidad de origen había estallado un conflicto jurídico por la Hacienda del Hospital y los campesinos no podían cultivar en esos terrenos hasta que los jueces se pronunciaran.

Es entonces cuando Zapata desarrolló su primera incursión armada. Al frente de un grupo de campesinos armados, ocupó la hacienda y repartió las tierras entre ellos. La repercusión en las pueblos vecinos fue inmediata y Zapata fue nombrado jefe de la Junta de la Villa de Ayala.

Revolución mexicana

Después de varias décadas bajo la presidencia de Porfirio Díaz, parecía que las elecciones de 1910 iban a llevar un cambio al país. La oposición había conseguido organizarse y, en principio, el régimen estaba dispuesto a permitir unos comicios limpios.

El político elegido para enfrentarse a Díaz en esas elecciones fue Francisco I. Madero, del Partido Antireeleccionista. Sin embargo, poco después de las votaciones, Porfirio cambió de opinión y ordenó arrestar a su adversario.

Madero se vio obligado a exiliarse mientras Díaz volvía a ocupar la presidencia. Ante estas circunstancias, Madero lanzó el Plan de San Luís, llamando a los mexicanos a tomar las armas en contra del dictador.

Dentro del Plan presentado por el político se encontraba un punto fundamental para las zonas rurales y los campesinos: la restitución de las tierras de las que habían sido desalojados.

Zapata tuvo la oportunidad de leer el Plan de San Luís y, con especial atención, el artículo tercero, el que se refería a la reforma agraria. Pronto estableció conversaciones con personalidades como Pablo Torres Burgos, que fue enviado a entrevistarse con Madero para decidir si le prestaban su apoyo.

Levantamiento armado

El encuentro entre Torres Burgos y Madero acabó con acuerdo y parte de sus partidarios se unieron a la insurrección contra Porfirio.

Sin embargo, Emiliano Zapata no acababa de fiarse de las promesas contenidas en el Plan. Su intención era asegurar el reparto de tierras entre los campesinos antes de sumarse a los sublevados.

Madero nombró a Torres Burgos jefe del levantamiento en Morelos y parece que esto tranquilizó a Zapata. El revolucionario fue nombrado coronel y, tras la muerte de Torres, fue ascendido a «jefe supremo del movimiento revolucionario del Sur», en marzo de 1911.

Con ese rango, Zapata organizó en mayo la toma de Cuautla, usando esta ciudad como base para extender su poder por el resto del estado. Enseguida puso en marcha medidas de reparto de tierras en las áreas que controlaba, mientras la revolución iba triunfado en el resto del país.

La guerra contra Porfirio duró apenas seis meses. En mayo de 1911, Díaz salió al exilio tras dejar el poder. En su puesto quedó, de manera provisional, León de la Barra, encargado de preparar nuevas elecciones.

El Plan de Ayala

Francisco I. Madero, con todo a favor, fue elegido presidente en noviembre de 1911. Zapata, en sus feudos del sur, confiaba en que cumpliera con los compromisos adquiridos respecto a las tierras que habían sido confiscadas a los pueblos de la zona.

Sin embargo, las cosas no fueron tan sencillas. Madero se vio muy pronto presionado por el ejército y los sectores más conservadores, y su debilidad no le permitía realizar reformas demasiado radicales.

El presidente y Zapata volvieron a entablar conversaciones, sin llegar a ningún acuerdo. Ante esto, Zapata escribió en Plan de Ayala, con el que acusaba a Madero de no cumplir con sus promesas e incumplir los objetivos de la Revolución.

El Plan anunciaba que un tercio de todas las tierras en posesión de los terratenientes sería expropiado, ya fuera a cambio de una compensación económica o por la fuerza si era necesario. El Plan de Ayala empezó pronto a recibir apoyos.

Zapata y sus partidarios negaron la legitimidad de Madero y nombraron a Pascual Orozco como jefe de la revolución bajo la bandera de la reforma agraria.

Política agraria de Zapata

Aunque no tuvo demasiadas oportunidades de llevar a la práctica sus proclamas, durante esta época Zapata fue desarrollando sus políticas en las zonas que iba tomando. Así, distribuyó las tierras de las haciendas, expropiando aquellas cuyos dueños no querían llegar a acuerdos.

Se le acusó de ser cruel en sus tácticas y, ciertamente, en algunas ocasiones no dudó en ejecutar a sus enemigos o quemar sus terrenos.

Zapata y los suyos no se organizaron como un ejército reglado. Casi siempre usaban tácticas guerrilleras, llegando a trabajar en el campo con los rifles al hombro. Cuando hacía falta luchar, dejaban sus quehaceres y regresaban a ellos cuando la batalla había terminado.

Para pagar a todos sus hombres, Zapata impuso una serie de impuestos a los más adinerados, extorsionando a los que se negaban a pagarlos.

Victoriano Huerta

Mientras Zapata luchaba en el sur, en la capital se producía un nuevo cambio de gobierno. En este caso, mediante un golpe de estado liderado por Victoriano Huerta. Este traicionó a Madero y ordenó su asesinato. Pronto estableció una férrea dictadura que llevó a que los líderes revolucionarios acabaran uniéndose en su contra.

Huerta, con un frente bélico abierto en el norte con Pancho Villa combatiéndolo, envió al sur al padre de Pascual Orozco para tratar de convencer a Zapata de que lo ayudara. En ese momento, el revolucionario controlaba Morelos y parte del Estado de México, el Estado de Guerrero, de Puebla y de Tlaxcala.

El intento de los huertistas fue en vano. Zapata no quiso pactar con ellos, llamándolos “asesinos de Madero”. Esto parece indicar que, a pesar de sus desacuerdos, aún respetaba al fallecido político.

Después de esto, reformó su Plan de Ayala, declarando a Huerta indigno de dirigir el país y desconociendo su gobierno. Igualmente, retiró el cargo de jefe revolucionario a Orozco, quedando Zapata como único jefe del Ejército Libertador del Sur.

Unión de los revolucionarios

Para ese momento, Zapata se había vuelto muy desconfiado. Había sufrido varios intentos de asesinato y emboscadas. El revolucionario siempre las había evitado, pero desde ese momento empezó a rumorearse que contaba con un doble que lo sustituía en sus apariciones públicas.

En el resto de México, la mayoría de los antiguos luchadores contra el Porfiriato se habían unido para hacer frente a Huerta. Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, se había puesto al frente de los opositores, con la intención de expulsarlo del poder y restaurar la Constitución.

En el norte, Carranza obtuvo el apoyo de Pancho Villa, mientras que Zapata lo hacía a su manera en el sur. Hay que señalar que ese apoyo de los zapatistas estaba supeditado a la aceptación del Plan de Ayala, algo que Carranza nunca prometió.

En julio de 1914, Huerta fue derrocado. La estabilidad, no obstante, no llegó al país, ya que las diferencias entre los líderes revolucionarios eran muchas, tanto ideológicas como personales.

Convención de Aguascalientes

De esta forma, había tres figuras fundamentales en el México de esa época. El primero, Carranza, que no escondía sus intenciones de ser presidente y que pretendía continuar la política reformista de Madero.

Por otra, Pancho Villa, también con aspiraciones políticas y con ideas más radicales y agraristas. La última figura era la de Emiliano Zapata, agrarista y partidario de medidas sociales pero que, sin embargo, no dio muestras de estar interesado en la presidencia.

Para dirimir las diferencias se convocó la Convención de Aguascalientes en octubre de 1914. Las reuniones solo sirvieron para unir a Villa y a Zapata. El Centauro del Norte aceptó, al contrario que Carranza, el Plan de Ayala presentado por Zapata.

Por su parte, Carranza vio como sus intenciones de ser presidente eran desechadas y acabó retirándose a Veracruz para preparar sus siguientes movimientos.

Esto permitió, en un primer momento, que Zapata y Villa entraran en la Ciudad de México, aunque fueron incapaces de formar un aparato de gobierno. Ambos, a pesar de sus coincidencias, eran personajes bastante diferentes y Zapata acabó volviendo a Morelos.

Carranza y Villa comenzaron a luchar en el norte, sin que Zapata participara en la contienda. El líder campesino pudo, durante 18 meses de paz en su Estado, desarrollar una política de reconstrucción y revolución agraria.

Labor en Morelos

Nada más dejar Ciudad de México, Zapata se dirigió hacia Puebla, tomado el Estado en diciembre de 1914. Sin embargo, en enero del año siguiente, fue derrotado por Obregón y marchó de vuelta hacia Morelos.

Allí, sin participar en la guerra entre Villa y Carranza, pudo llevar a la práctica un gobierno de campesinos asesorados por varios intelectuales. Esto duró casi año y medio, y supuso un auténtico experimento social para la época.

En marzo de ese año, Zapata promulgó una ley administrativa para el Estado. Entre sus prioridades estaba la reapertura de escuelas, así como la creación de instituciones que reiniciaran la producción de alimentos del campo.

En ocasiones, Zapata aún realizaba acciones de guerrilla en los estados vecinos, aunque esa faceta fue perdiendo importancia.

Ataques contra Morelos

La derrota de Villa permitió a Carranza dirigir sus fuerzas contra Zapata. Al mando del ejército colocó a Pablo González Garza, quien se dirigió hacia el territorio zapatista contando, incluso, con el apoyo de la aviación.

De esta forma, en mayo de 1916, Cuernavaca cayó en manos de los constitucionalistas, aunque Zapata logró recuperarla temporalmente.

Al final, en diciembre de ese año, González Garza ocupó definitivamente la ciudad. Desde allí pudo tomar en poco tiempo casi todas las localidades del estado. Zapata y los suyos notaban la falta de armas y no contaban con ningún aliado.

Aún así, en 1917, los zapatistas lanzaron una gran contraofensiva. Consiguieron recuperar Jonacatepec, Yautepec, Cuautla, Miahuatlán y Cuernavaca, a pesar de sus limitaciones armamentísticas.

Poco duró esa ofensiva de Zapata. González Garza terminó de apoderarse de todo el estado. Para 1918, la capacidad de combate de Zapata era prácticamente nula. Además, Carranza promulgó una ley de reforma agraria que apaciguó mucho a los campesinos, dejando a Zapata sin buena parte de sus bases.

De esta forma, el zapatismo fue perdiendo su condición de rebelión de masas y, a partir de 1918, solo pudo presentar cierta resistencia en forma de ataques guerrilleros apoderándose del territorio.

Asesinato de Zapata

A pesar de haber reducido mucho su capacidad militar y de influencia, el gobierno carrancista aún temía la popularidad de Zapata. Para eliminarlo, trazaron un plan para matarlo.

Fue Jesús Guajardo, partidario de González Garza, el que contactó con el líder revolucionario. Así, le convenció de que estaba dispuesto a levantarse contra Carranza y le solicitó apoyo. Desconfiado al principio, Zapata pidió pruebas de lo que decía.

Guajardo solicitó permiso a Carranza y a González y organizó un fusilamiento de soldados federales para convencer al revolucionario. Este, entonces, el día 9 de abril de 1919, ordenó que atacara la plaza de Jonacatepec, lo que Guajardo hizo sin problemas.

El día 10 de abril de 1919 Zapata y Guajardo habían convocado una reunión en la que el segundo entregaría munición al primero y, de esta forma, comenzar una campaña contra el gobierno. El lugar elegido era la Hacienda de Chinameca, Morelos.

En un principio, Emiliano Zapata acampó a las afueras de la hacienda. Ante la insistencia de Guajardo, aceptó acercarse, acompañado de una pequeña escolta. Nada más cruzar el dintel, sonó un clarín tres veces. Era la señal para que los tiradores, escondidos, abrieran fuego.

El traidor fue recompensado con un ascenso y 50.000 pesos de recompensa, premios que le fueron otorgados por orden de Carranza.

Mito revolucionario

Se dice que Zapata llegó a sacar su pistola, pero una de las balas acabó con su vida. Guajardo recogió el cadáver y, a caballo, lo trasladó para que su jefe González lo viera y para que fuera exhibido frente al ayuntamiento de Cuautla. Al final, se comprobó que había sido alcanzado por 20 balas.

A pesar de su muerte, Zapata se convirtió en un auténtico mito entre los campesinos. Sus ideales continuaron, aunque su movimiento fue perdiendo intensidad con el tiempo. Zapata fue sustituido por Gildardo Magaña Cerda en el cargo jefe del Ejército Libertador del Sur. Un año después varios zapatistas se integraron en el gobierno surgido de Agua Prieta.

En Morelos, muchos campesinos se negaron a creer que Zapata había muerto. Aparecieron rumores acerca de que no había sido él el asesinado, sino su doble. Sin embargo, sus compañeros más cercanos lo identificaron sin discusión.

Vida personal de Emiliano Zapata

Aparte de su vida como revolucionario, las vivencias personales de Zapata también fueron muy reseñables. Tuvo nueve esposas, siendo la primera Inés Alfaro, con la que tuvo cinco hijos. Los historiadores la describen como una campesina dulce y algo resignada, que perdonó a su marido todas sus infidelidades.

Su segunda mujer fue la única esposa oficial de Zapata. Su nombre era Josefa Espejo y era conocida como La Generala. Provenía de una familia rica, que abandonó por seguir al revolucionario. Con Josefa se casó en 1911, teniendo dos hijos que fallecieron siendo aún niños.

Referencias

  1. Biografías y Vida. Emiliano Zapata. Obtenido de biografiasyvidas.com
  2. Portal Libertario OACA. Biografía de Emiliano Zapata. Obtenido de portaloaca.com
  3. El Historiador. El asesinato de Emiliano Zapata. Obtenido de elhistoriador.com.ar
  4. Biography. Emiliano Zapata. Obtenido de biography.com
  5. Alba, Víctor. Emiliano Zapata. Obtenido de britannica.com
  6. Minster, Christopher. The Full Story of Revolutionary Emiliano Zapata. Obtenido de thoughtco.com
  7. International Encyclopedia of the Social Sciences. Zapata, Emiliano. Obtenido de encyclopedia.com