Historia

Prehistoria: etapas, características, vida, armas, arte


La prehistoria fue el periodo que comenzó con la aparición de los primeros antecesores del ser humano hasta la invención de la escritura, sobre el año 3300 a.C. Esta definición cronológica es discutida por muchos historiadores, ya que los acontecimientos señalados como principio y final ocurrieron en épocas diferentes según la zona del planeta.

En lo que sí existe consenso es en considerar este periodo como el más largo dentro de la historia de la humanidad. Los seres humanos fueron evolucionando, comenzaron a utilizar el lenguaje oral, domesticaron a los animales, descubrieron el fuego y empezaron a realizar labores agrícolas.

características prehistoria

Los expertos dividen la prehistoria en dos periodos diferentes: la Edad de Piedra y la Edad de los Metales, aunque algunas corrientes historiográficas denominan esta última como Protohistoria. La Edad de Piedra está dividida a su vez en Paleolítico, Mesolítico y Neolítico, mientras que la de los Metales comprende la edad del cobre, la del bronce y la del hierro.

El primitivo ser humano experimentó grandes cambios en su comportamiento. Su organización era tribal y fueron nómadas hasta que la aparición de la agricultura, ligada al cambio en el clima, empezó a hacer que se levantaran asentamientos más fijos. Igualmente, desarrolló algunos de los hábitos culturales más característicos de la especie, como la religión o el arte.

Índice del artículo

Etapas

No existe consenso científico para establecer en qué momento comenzó la prehistoria. Además, la falta de documentos escritos provoca que todos los estudios sobre este periodo deban basarse en los restos arqueológicos que se han encontrado.

En cambio, casi todos los expertos señalan que finalizó con la aparición de la escritura, sobre el 3300 a.C. Esa fecha es considerada como el principio de la Historia.

La prehistoria es el periodo más extenso cronológicamente hablando. Por ese motivo, a la hora de estudiarla se ha dividido en varias etapas. La primera es la llamada Edad de Piedra, subdividida a su vez en el Paleolítico, el Mesolítico y el Neolítico.

Por su parte, la segunda etapa sería la Edad de los Metales. No todos los historiadores la incluyen dentro de la prehistoria, ya que algunos prefieren categorizarla como un periodo diferente: la Protohistoria. A su vez, esa Edad de los Metales se divide en la Edad del Cobre, la Edad del Bronce y la Edad del Hierro.

Un aspecto que hay que tener en cuenta con la cronología de estas etapas es que no sucedieron al mismo tiempo en todas las regiones del planeta. Por ese motivo, existen diferencias notables entre, por ejemplo, la prehistoria africana y la americana.

-Edad de Piedra

La Edad de Piedra se divide en Paleolítico, Mesolítico y Neolítico.

Paleolítico

El Paleolítico, cuyo nombre significa “piedra antigua” fue la etapa más larga de toda la prehistoria. Durante este periodo, el ser humano comenzó a elaborar algunas herramientas en África. La fecha de su inicio dependen del lugar del planeta, mientras que su finalización se produjo en el 12000 AP (Antes del Presente).

La población humana de ese periodo era eminentemente nómada. La búsqueda de alimentos y la lucha por sobrevivir obligaba a estos antepasados a trasladarse de un lugar a otro. Uno de los acontecimientos más destacados acaecidos durante este periodo fue el descubrimiento del fuego, algo que cambió los hábitos de los primeros seres humanos

A efectos de poder estudiarlo mejor, los expertos han dividido el Paleolítico en tres fases diferentes. La primera recibe el nombre de Paleolítico Inferior, en el que el ser humano fue evolucionando lentamente.

La segunda subdivisión es denominada Paleolítico Medio. Este comenzó cuando empezaron a fabricarse las primeras herramientas, incluidas armas que ayudaron al ser humano a sobrevivir.

Por último se encuentra el Paleolítico Superior, que duró hasta aproximadamente el 12000 AP. Durante esta etapa surgieron algunas de la primeras culturas humanas, como la Magdaleniense, la Gravetiense o la Solutrense.

Mesolítico

El Mesolítico fue el periodo de transición entre el Paleolítico y el Neolítico, tal y como indica su nombre (entre piedras). Comenzó sobre el 12000 AP  y tuvo una duración de 3000 años, aunque las fechas varían dependiendo del lugar del planeta que se tome como referencia.

El final de la era glaciar que había tenido lugar durante el Pleistoceno permitió al ser humano mejorar sus condiciones de vida. Uno de las consecuencias fue que abandonaron las cuevas y empezaron a vivir en el exterior.

Aunque aún no se puede considerar como una actividad principal, en esta etapa comenzó a practicarse una agricultura reducida. Poco a poco, esto fomentó que algunos grupos abandonaran el nomadismo y empezaran a asentarse en lugares fijos. Esto, sin embargo, no se extendió hasta el Neolítico.

Los historiadores dividen este periodo en dos partes: el Epipaleolítico y el Protoneolítico.

Neolítico

El nombre de este periodo se puede traducir como “Piedra Nueva”. Esta denominación se debe a que el hombre empezó a pulir la piedra y darle nuevos usos en todos los ámbitos. Este fue uno de los factores, aunque no el único, que convirtió al Neolítico en una etapa de profunda transformación para el ser humano.

Otro de los factores fue el cambio del clima que había comenzado en el Mesolítico y que continuó durante esta etapa. El calor provocó que se derritieran parte de los hielos que cubrían grandes zonas de Europa, Asia y América y grandes extensiones de tundra se transformaron en bosques.

Los animales migraron buscando adaptarse, lo que repercutió negativamente en la caza. Por otra parte, se extendieron especies vegetales comestibles, como el mijo, el arroz, la cebada o el maíz.

El desarrollo de la agricultura y la ganadería fue fundamental para el cambio desde el nomadismo hacia el sedentarismo

Todos estos cambios son lo que ha provocado que los expertos hablen de “revolución neolítica”. La principal consecuencia fue la aparición de los primeros asentamientos humanos y, con ellos, una organización social, política y económica bastante más compleja.

Desde este momento, lo obtenido de la agricultura empezó a desplazar a la caza como principal medio de subsistencia.

-Edad de los Metales

La Edad de los Metales se divide en Edad del Cobre, del Bronce y del Hierro.

Edad de Cobre

El final del Neolítico supuso también el comienzo de una nueva era, la Edad de los Metales. Dentro de esta, la primera etapa es denominada Calcolítico o Edad del Cobre, ya que este fue el primer metal que se comenzó a utilizar masivamente.

No existen datos exactos sobre cuando empezó a trabajarse el cobre, pero algunos descubrimientos apuntan a que pudo ser sobre el 9500 a.C.

En un primer momento, el ser humano usó el cobre en su estado natural, ya que todavía no sabía cómo fundirlo. Las técnicas utilizadas eran el martillado y el batido, todo en frío. Cuando profundizó en el uso del fuego se produjo el nacimiento de la metalurgia.

Entre los utensilios que se fabricaban con cobre, además de los meramente ornamentales, se encuentran las agujas y punzones. Después, la mejora de las técnicas metalúrgicas permitió que se crearan herramientas más complejas e, incluso, algunos símbolos religiosos.

De igual forma, el ser humano empezó a elaborar armas con este metal. Esto aumentó su capacidad para cazar animales y, también, para defenderse o atacar a otros asentamientos.

Edad del Bronce

El ser humano no se conformó con trabajar el cobre, sino que empezó a experimentar y mezclarlo con otros materiales. El resultado fue la aparición del bronce, aleación entre el propio cobre y el estaño que dio nombre a la segunda etapa de la Edad de los Metales, entre el 1700 y el 800 a.C.

La edad del bronce se divide a su vez en tres etapas: el Bronce Antiguo, el Bronce Medio y el Bronce Final, dependiendo de la evolución en la calidad de este metal. Su origen se sitúa en Oriente Próximo, desde donde se extendió a otras áreas del planeta.

El bronce era bastante más duro que el cobre, lo que permitió que se utilizara para mejorar las armas y las herramientas. En el primer caso, parece que el uso de armas elaboradas con esta aleación por parte de los aqueos fue una de las causas de la desaparición de la Civilización Minoica.

Además de las consecuencias directas del uso de este metal, un efecto secundario fue que se comenzó a hacer búsquedas intensivas de yacimientos. Al mismo tiempo, el comercio se fortaleció y los contactos entre las diferentes culturas fueron intensificándose.

Edad del Hierro

El último de los periodos de la prehistoria fue la Edad del Hierro. Aunque hay diferencias geográficas importantes, en general se sitúa su comienzo en el año 1500 a.C y su finalización en el 500 a.C.

La característica principal de esta etapa, y lo que le da su nombre, es el uso del hierro como materia prima más importante. No se conoce a ciencia cierta cómo y cuándo se descubrió este elemento, pero su dureza y su mayor abundancia provocó que se convirtiera en muy popular en todos los ámbitos.

El hierro pasó a ser fundamental para la fabricación de nuevas herramientas para la agricultura, como los picos o las hachas. De igual forma, se utilizó para hacer más resistentes los martillos o las mandarrias.

Sin embargo, el ámbito en el que el hierro adquirió mayor importancia fue en el bélico. Su dureza convirtió este metal en el mejor material para fabricar espadas, puntas de lanzas, cascos e, incluso, armaduras.

Características

Los conocimientos que se tienen de la Prehistoria, etapa en la que no existía la escritura, provienen de los distintos yacimientos arqueológicos encontrados alrededor del planeta. Gracias a esos restos, los expertos han podido detallar algunas de las características de este periodo.

Cambios en las costas

Los cambios en las condiciones ambientales jugaron un papel importante en la evolución del ser humano. Un buen ejemplo fue el cambio en las costas marinas que se produjo durante el Cuaternario.

El nivel de las aguas del mar fue durante la época glaciar mucho más bajo que en la actualidad. De acuerdo a los expertos, las costas pudieron estar hasta 120 metros más alejadas de lo que están hoy en día.

Cambios en el clima

También el clima sufrió enormes variaciones durante el largo periodo que comprende la prehistoria. Algunos continentes estuvieron comunicados durante la glaciación, lo que provocó migraciones humanas y animales entre ellos.

El ser humano debió adaptarse al clima existente en cada momento y aprovechar los recursos que la naturaleza le ofrecía. Uno de los motivos de la revolución neolítica fue, precisamente, el final de la era glaciar, lo que suavizó las condiciones de vida y permitió que apareciera la agricultura.

Descubrimiento del fuego

El descubrimiento del fuego o, mejor dicho, el aprendizaje del ser humanos sobre cómo controlarlo fue uno de los acontecimientos más importantes para la especie. En un primer momento, tuvieron que conformarse con utilizar el fuego cuando se producía de manera natural, como podía ser la caída de un rayo.

Más adelante, aunque no se conoce el momento exacto, el ser humano aprendió a encenderlo, manejarlo y conservarlo.

Entre los efectos que tuvo este descubrimiento se encuentran su uso para cocinar los alimentos. Esto permitió una mejor absorción de los nutrientes y que la comida se conservara durante más tiempo. Igualmente, permitió calentar los hogares en invierno y dotar de cierta iluminación y protección a los asentimientos.

Nomadismo

Durante las primeras etapas de la prehistoria, el ser humano fue esencialmente nómada o seminómada. Los diferentes grupos tenían que desplazarse de un lugar a otro para poder buscar fuentes de alimentación, ya fueran vegetales o animales.

No fue hasta la aparición de la agricultura y la ganadería cuando comenzaron a levantar asentamientos fijos.

Creación de herramientas

El uso y la fabricación de herramientas son elementos que estuvieron presentes desde la aparición de los primeros homínidos. Los que lograron adquirir las mayores habilidades en este ámbito tuvieron grandes ventajas evolutivas. Además, la introducción de la carne en la dieta permitió que sus cerebros aumentaran en capacidad e inteligencia.

En un primer momento, las herramientas que se utilizaban eran lo que encontraban a su alrededor, como palos y, sobre todo, piedras. Más tarde, el ser humano empezó a usar los huesos de los animales para crear nuevos utensilios.

El fuego representó también un avance en este sentido. Colocando los palos afilados sobre las fogatas se conseguía endurecerlos y, por lo tanto, que fueran más resistentes.

Con el tiempo, el hombre aprendió a pulir y tallar las piedras y creó una gran variedad de herramientas y armas. Finalmente, durante la Edad de los Metales, estos se convirtieron en la materia prima principal para elaborar sus creaciones.

Caza, recolección y agricultura

Los primeros seres humanos eran recolectores y cazadores. Esto implica que su alimentación dependía de las frutas y raíces que encontraban y de los animales que podían capturar. Algunos expertos señalan que pudo existir algún tipo de intercambio de productos entre los diversos clanes, aunque no era habitual.

En la última parte de la prehistoria, a partir del Neolítico, la situación cambió de manera muy importante. La agricultura y la ganadería empezaron a convertirse en las actividades principales del hombre, lo que provocó que se levantaran los primeros asentamientos fijos.

Igualmente, el comercio comenzó a ser más frecuente. Esta circunstancia no solo fue importante económicamente, sino que también permitió que se produjeran intercambios culturales entre las diversas tribus que comerciaban entre sí.

Comercialización e intercambio de bienes

Durante este período los hombres producían bienes que intercambiaban con seres humanos de otras regiones. Esto se deduce a partir de descubrimientos de ciertos bienes, como el cobre y el estaño, en lugares donde no se producían.

Invención de la aguja

Cuando los hombres se movilizaban de un lugar a otro, específicamente de lugares más cálidos hacia lugares más fríos, se protegían del frío con pieles de los animales que cazaban.

Para que la piel se ajustara más a las necesidades de protección, una de las técnicas inventadas en este período fue el de la aguja, elaborada a partir de cuerno de ciervo o de reno.

Forma de vida de los humanos

Los restos fósiles apuntan a que los homínidos empezaron a aparecer hace entre 7 y 5 millones de años. La cronología de las primeras etapas evolutivas aún no ha terminado de establecerse del todo, aunque los yacimientos que se descubren van aportando cada vez más datos.

La hominización se define como el proceso mediante el que el ser humano fue separándose evolutivamente del resto de los primates hasta llegar a convertirse en Homo sapiens. La teoría que goza de mayor aceptación afirma que la cuna de la humanidad se encuentra en África y que, desde allí, los homínidos se expandieron al resto del planeta.

Organización tribal

En la prehistoria se desarrollaron las primeras formas de organización social. Los primeros grupos estuvieron basados en las relaciones familiares, con los más fuertes como líderes. El grupo permitía ser tener más posibilidades de sobrevivir, defenderse de los peligros y cazar para alimentarse.

Poco a poco, esas familias fueron convirtiéndose en clanes familiares más amplios y poderosos. Finalmente, la unión de varios clanes dio lugar a la aparición de tribus. Estas necesitaron nuevas formas de organización social y económica y desembocaron en sociedades jerarquizadas y con trabajos especializados.

El Paleolítico: una economía recolectora y cazadora

Durante el paleolítico, los diferentes grupos humanos basaban su alimentación en la caza, la pesca y la recolección. Aunque siempre se ha señalado que existía una diferenciación de las labores según el género, los últimos hallazgos apuntan a que las mujeres también participaban en la captura de animales.

En ese periodo, los clanes, formados por 30 o 40 personas, eran nómadas o seminómadas. Así, buscaban sitios en los que hubiera agua y caza y se asentaban hasta agotar los recursos, momento en el que se desplazaban a otra zona.

Para descansar y protegerse lo más frecuente era que buscaran ubicaciones en los que existieran cuevas. En caso de que el clima lo permitiera, el grupo podía quedarse al aíre libre. Conforme fueron dominando el fuego, las posibilidades se multiplicaron, ya que les permitía combatir el frío, iluminar las cavernas y ahuyentar a los animales.

El Neolítico y la agricultura

Los seres humanos empezaron a abandonar sus refugios en cuevas y cavernas debido al aumento de temperaturas. La mejora de las condiciones climáticas permitió que empezaran a levantar poblados al aire libre que serían la base para los primeros asentamientos fijos. A esto hay que unir el creciente dominio de las labores agrícolas.

Todo lo anterior dio lugar a lo que se conoce como “revolución neolítica”, el proceso por el que el ser humano pasó de ser nómada, cazador y recolector y se convirtió en sedentario, agricultor y ganadero.

La transformación de su forma de vida también supuso cambios en la organización social y en las herramientas que utilizaba. En este segundo aspecto, destacaron las nuevas técnicas de pulido de piedras permitieron la fabricación de útiles agrícolas. De igual forma, los seres humanos empezaron a trabajar la cerámica y los textiles.

Por otra parte, los asentamientos estaban siempre cerca de fuentes de agua, elemento vital para la agricultura y para la ganadería. Las primeras viviendas eran cabañas de reducido tamaño y se levantaban sobre terrenos algo elevados.

Entre las novedades que surgieron dentro de la organización social se encuentra la aparición del concepto de propiedad privada. A corto plazo, esto condujo a que aparecieran diferencias económicas y, por lo tanto, a la necesidad de una estructura de poder.

Culto a los muertos

Los investigadores han encontrado restos que sugieren ritos funerarios ya desde el paleolítico. Sin embargo, fue en el neolítico cuando estas prácticas se hicieron más comunes.

Los hallazgos muestran que los muertos eran enterrados con ajuares. Igualmente, se han encontrado pruebas de que se desarrollaban algunos ritos religiosos.

La construcción de grandes monumentos de piedra de carácter funerario, como los menhires, los cromlechs o los dólmenes son más pruebas de que el ser humano de la época había desarrollado una serie de ritos asociados a la muerte.

Primeras ciudades metales

La siguiente gran oleadas de cambios, después de la “revolución neolítica”, se produjo con la expansión del uso de los metales. Las transformaciones abarcaron todas las áreas, desde la economía hasta la sociedad.

Por una parte, los trabajadores de la época debieron diversificarse. Ya no solo existían agricultores y ganaderos, sino que hicieron falta mineros, herreros, artesanos y comerciantes.

Además, gracias al uso de estos nuevos materiales, más maleables y resistentes que los anteriores, se fabricaron utensilios más eficaces para trabajar la tierra.

Con el tiempo, ambos factores hicieron que los poblados fueran más prósperos. La población aumentó y empezaron a aparecer las primeras ciudades. A su vez, esto provocó que la sociedad fuera más compleja. Unos pocos fueron acumulando gran parte de la nueva riqueza generada. Junto al poder económico, esos privilegiados acabaron asumiendo el poder político.

El hogar

Los primeros hombres en este período se refugiaban en la parte exterior de las construcciones, tales como en las  entradas de las cuevas. De esta manera, podían aprovechar la luz proveniente del exterior de manera natural mientras aprovechaban las paredes y techos como refugio natural.

La construcción de la cueva se elegía considerando la posición del sol y cuál era el lugar donde se tuviera la posibilidad de contar con más horas de luz.

Decoración de los hogares

Muchas de las decoraciones de los hogares de esa época son consideradas como parte del arte que se desarrollaba en el momento.

La decoración se realizaba desde la entrada de la cueva y hacia el interior de la misma. La decoración consistía en pinturas y grabados que se realizaban con restos de comida, instrumentos de piedra, antorchas colorantes, entre otros materiales.

Religión

El hecho religioso estuvo presente desde la prehistoria, aunque no como una religión organizada. En un principio, el ser humano practicaba ceremonias para obtener una buena caza o para que la cosecha fuera abundante. Igualmente, la fertilidad era otra de las motivaciones por las que empezaron a realizar estos rituales.

Sus creencias eran politeístas y las deidades más importantes eran las diosas que representaban la fertilidad y los dioses encargados de la caza. Igualmente, muchos grupos eran animistas y adoraban a animales o a fieras que representaban en tótems.

Dado que no existía una casta sacerdotal, al principio eran los ancianos de la tribu los que se dirigían los rituales. Con el tiempo, comenzaron a aparecer sacerdotes y se organizó una jerarquía religiosa.

Las tumbas

Una vez muerta una persona se introducía el cuerpo en una cueva que estuviera ubicada en la ladera de una montaña y la cual se decoraba de manera diferente. En otros casos los cadáveres eran colocados sobre montículos de tierra que se recubrían con piedras.

En algunos casos en las cámaras funerarias también se encontraban objetos relacionados con la persona, tales como muebles, ropa, tejidos, entre otras.

Sociedad

Las sociedades tribales de la prehistoria apenas tenían una organización jerárquica. Sin embargo, conforme el ser humano fue convirtiéndose en sedentario, el sistema social fue evolucionando hasta que se formaron distintos estamentos en su interior.

En el ámbito político aparecieron gobernantes y sacerdotes como clases más poderosas. Tras ellos, se crearon clases formadas por guerreros, artesanos y campesinos.

Ya en la edad de los metales apareció un nuevo grupo social que ocupó la parte más baja de la pirámide: los esclavos.

Armas

El ser humano se dotó pronto de armas, ya fuera para cazar animales o para defenderse de tribus rivales. Al principio, como ocurrió con las herramientas, utilizaron piedras, huesos o palos. Más adelante, con los adelantos en las técnicas de tallar la piedra, empezaron a fabricar armas más letales y resistentes.

Muchas de estas armas primitivas sirvieron como base para las que se construirían posteriormente, ya durante la Edad de los Metales.

Primeros materiales

Después de la época en la que el ser humano usó como arma cualquier elemento que encontrara, la piedra se convirtió en el material más importante a la hora de fabricarlas.

Las variedades utilizadas fueron desde el cuarzo a la cuarcita, aunque, sin duda, la más conocida era el sílex. Cada uno de estos tipos tenían cualidades diferentes, por lo que el uso que se le dio a cada una fue también distinto.

En general, este tipo de piedras poseían una estructura concoidea y, sobre todo el sílex, eran muy valiosas para construir armas destinadas a cortar.

Primeras armas

La habilidad de los primeros humanos para fabricar armas le permitió tener a su disposición una amplia variedad. Entre ellas destacaron el hacha, el garrote, la lanza y las flechas. Su primer cometido fue la caza y todo lo relacionado con el tratamiento de la carne que conseguían.

Siguiendo el orden cronológico, el primer arma que el ser humano utilizó fue la piedra. En un primer momento, estas piedras se usaban para romper frutos o huesos o abrir conchas.

Una vez que aprendieron a trabajar la piedra, el hombre empezó a fabricar hachas de mano. Para construirlas utilizaban el sílex, un tipo de material que aunaba la facilidad para ser tallado con su dureza.

Otro adelanto importante, especialmente porque permitió cazar a distancia, fue la flecha y el lanzador. En ambos casos, lo importante era que estuvieran bien afiladas para que aumentara su efectividad.

Algo similar se puede afirmar de las lanzas. Los primeros ejemplares eran, simplemente, palos con la punta afilada. Cuando se controló el fuego, esta punta se acercaba a la hoguera para que se endureciera. Más tarde, se unió una punta elaborada con sílex bien afilado.

Revolución de los metales

Como en otros muchos ámbitos, la Edad de los Metales representó una revolución en la fabricación de armas. Durante la primera etapa, la del cobre, el ser humano empezó a utilizarlo para mejorar su función. Con ese cobre se elaboraron las primeras dagas, dotadas de hojas triangulares y bastante anchas.

Ya al final de la prehistoria, en la edad de hierro, las armas adquirieron una nueva dimensión. Ese metal, además de ser abundante, era fácilmente moldeable y su dureza lo hacía perfecto para fabricar desde espadas hasta cascos.

Arte

La expresión artística por excelencia de la prehistoria fue la pintura rupestre. El ser humano utilizó las paredes de las cuevas para dejar constancia de su forma de vida y de su manera de ver el mundo que lo rodeaba.

Muchos expertos, no obstante, difieren en considerar arte a ese tipo de manifestaciones. Para esta corriente, los autores de esas pinturas no tenían como objetivo que se disfrutara de la visión de su obra, ya que esta tenía una función ritual y mística.

Arte en el Periodo Paleolítico

El arte rupestre o parietal fue protagonista durante el Paleolítico. Lo habitual era que se aprovecharan las paredes de las cuevas en las que el ser humano vivía para realizar las pinturas. En algunos casos, también se pintaba en el exterior.

Casi todos los ejemplos de este tipo de arte se han encontrado en el sur de Europa, concretamente a partir del límite que marcaron los hielos producidos por la glaciación de Würm.

La característica principal de estas pinturas era el naturalismo. Muchas de ellas reflejaban escenas de caza, con muchas figuras representando a las presas y a los cazadores. Una de las teorías existentes apunta que las pinturas tenían una función ritual, para que las capturas fueran abundantes.

Los primeros artistas de la humanidad usaron técnicas bastante sencillas. Las pinturas solo tenían uno o dos colores, obtenidos de diversos pigmentos minerales.

Arte en el Periodo Neolítico

La “revolución neolítica” también tuvo su reflejo en el arte. Durante este periodo, el ser humano aprovechó el fin de la glaciación para empezar a vivir en el exterior de las cuevas. Esto, junto al desarrollo de la agricultura y la ganadería, provocó que abandonara el nomadismo para pasar a vivir en asentamiento estables.

Todo esos cambios se vieron reflejados en las manifestaciones artísticas. Como en el Paleolítico, muchas de las obras utilizaban la piedra como material primordial, pero las nuevas técnicas de pulido hicieron que el resultado fuera bastante más refinado.

Otro material que empezó a cobrar protagonismo fue la cerámica. A pesar de que las creaciones eran puramente utilitarias, principalmente recipientes para conservar alimentos, se considera que representaron el nacimiento de un nuevo tipo de representación artística.

Por otra parte, también se elaboraron pequeñas estatuillas que solían representar a figuras femeninas relacionadas con la fertilidad. Los materiales más utilizados para elaborarlas fueron la piedra y la arcilla.

Arte en la Edad de los Metales

Al empezar a trabajar los metales, el ser humano contó con un nuevo material para elaborar sus obras artísticas. En la primera etapa, la Edad del Cobre, el ser humano utilizó ese metal para fabricar artículos meramente decorativos, como anillos o brazaletes.

El siguiente periodo, la Edad del Bronce, se caracterizó por la diversidad de las creaciones artísticas y por sus diferencias regionales. Los utensilios domésticos empezaron a decorarse con imágenes y las estatuas eran más realistas.

La aparición de diferentes estamentos sociales y económicos también se vio reflejado en el ámbito artístico. Los más privilegiados tenían como signo de distinción la posibilidad de poseer objetos más lujosos y mejor decorados, algo que se reflejó en las costumbres funerarias y religiosas.

Referencias

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  2. Briceño, Gabriela. Prehistoria. Obtenido de euston96.com
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