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La Hipótesis de la Empatía-altruismo de Batson


El psicólogo Charles Daniel Batson, como otros autores del ámbito de la Psicología, intenta explicar la motivación altruista a partir del sentimiento empático.

Para poder relacionar empatía con conducta de ayuda este investigador plantea distintas etapas como la percepción del necesitado, la valoración de su bienestar, la adopción de perspectiva y por último para que se decida a ayudar el cálculo hedónico, que se refiere al balance entre coste y beneficios.

En este artículo te explicamos lo que plantea Batson en su hipótesis de la empatía-altruismo y qué relación existe entre estos dos conceptos.

¿Qué es la Hipótesis de la Empatía-altruismo de Batson?

La hipótesis de la empatía-altruismo de Daniel Batson contempla que el sentir empatía por alguien comportará que realicemos una conducta altruista hacia esta persona. Para comprender mejor esta hipótesis debemos explicar antes en qué consiste y cómo se define cada término que la compone.

El primer concepto que encontramos es el de la empatía, que se entiende como la capacidad de entender las emociones de los otros y el poder ponernos en su lugar. No solo bastará con comprender cómo están los demás, sino que también es necesario valorar la situación teniendo en cuenta la perspectiva y situación del otro, sintiendo las emociones del otro como propias.

Por ejemplo, dada la situación de un amigo que lleva toda la tarde cocinando para prepararnos la cena y esta se le quema, actuar empáticamente sería entender y hacerle saber que comprendemos que se siente frustrado por la situación; en cambio, si actuamos como si no importara, restándole importancia, no nos estamos poniendo en su lugar y no estamos siendo empáticos.

En referencia al altruismo, este fenómeno consiste en actuar con el propósito de buscar el bien para el otro, es decir, beneficiarlo a él y no buscar mi beneficio propio exclusivamente. La conducta contraria al altruismo sería el egoísmo, donde se actúa con el propósito de complacerse uno mismo.

Por ejemplo, una conducta altruista consistiría en ayudar a un amigo con la mudanza sin esperar nada a cambio, sin la intención de que él nos devuelva el favor en algún momento, solo por el simple hecho de ayudarle.

Teoría de la empatía

Las etapas de la conducta prosocial

Batson intenta explicar la conducta prosocial, altruista, mediante el planteamiento de seis etapas: percepción del necesitado, valoración de su bienestar, adopción de perspectiva, empatía y motivación altruista, cálculo hedónico y conducta de ayuda. Todas ellas son importantes para que el sujeto decida ayudar.

Para entender mejor cómo surge la empatía debemos conocer los conceptos que influyen en ella. La percepción de la necesidad es el balance que hacemos entre el estado actual del sujeto que queremos ayudar y el estado ideal de bienestar; la valoración de su bienestar se relaciona con el vínculo afectivo que tengamos con el sujeto y en qué grado nos preocupa y la adopción de perspectiva se refiera a poder ponernos en el lugar del otro.

El autor opina que las dos primeras, percepción de la necesidad y valoración de su bienestar, son el punto de partida para la aparición del sentimiento empático, siendo los dos igual de importantes. Solo la percepción de necesidades del otro no implica que se dé adopción de perspectiva, pero sí influye la valoración de su bienestar, ya que en ella es más fácil que nos pongamos en el lugar del sujeto.

Como hemos visto, la hipótesis plantea una relación entre la empatía y la conducta altruista. El primer término, la empatía, se define como un sentimiento que predispone a la aparición de una motivación que en este caso es la conducta altruista, también conocida como prosocial, con la finalidad principal de mejorar el bienestar de la persona afectada.

Pero Batson aún define un paso más para que se dé la conducta de ayuda; y es que podemos tener una motivación altruista pero no ejecutar la ayuda. Esta dependerá del cálculo hedónico, que se realiza teniendo en cuenta las consecuencias positivas y las negativas de actuar. De este modo, solo ayudaremos si vemos posible hacerlo, es efectivo y en el balance coste-beneficio pesa más el último.

Oposición a la hipótesis de la empatía-altruismo

Así pues, Daniel Batson cree que la empatía genera en el individuo una motivación de actuar de manera altruista. Pero no todo el mundo está de acuerdo con esta afirmación, ya que hay teorías y autores que creen que la conducta altruista como tal no existe, que sería en todo caso un ideal, asegurando que las personas siempre actuamos buscando un beneficio propio y si la suma del coste recompensa sale positiva, es decir, si ayudar al otro es más positivo que negativo para nosotros.

Los que se oponen a esta hipótesis aseguran que siempre que actuamos en pro a otra persona lo hacemos con una doble intención, puesto que solo actuamos si no supone un coste para nosotros y nos beneficia o nos hace sentir mejor. Así, sería difícil identificar una conducta que sea plenamente altruista, ya que en mayor o menor medida siempre nos acabará aportando algo bueno a nosotros, aunque solo sea sentirnos bien por haber ayudado.

Otro punto destacable: la hipótesis está planteada con la finalidad de ayudar solo a una persona, pero si la aplicamos a la realidad, el número de sujetos que pueden requerir ayuda aumenta. Por tanto, sería interesante estudiar cómo afecta la aparición de otras víctimas que requieren de nosotros en nuestro proceso motivacional, de realización de conducta prosocial. Del mismo modo, se presenta otra variable a considerar: la limitación de nuestra conducta de ayuda. A pesar de haber diferentes víctimas, nuestra conducta no puede abarcarlas a todas, teniendo que decidir cómo actuar.

Pese a la oposición que ha recibido, la hipótesis de la empatía-altruismo Batson mantiene y ha comprobado mediante investigaciones y estudios, más de 35 experimentos, que muestran que la empatía y el altruismo sí que se relacionan y que no es cierto que las personas siempre actuemos esperando algo a cambio cuando apoyamos al otro.

En este sendido, cabe destacar que Batson no fue el único que plantó la influencia de la empatía para la realización de la conducta altruista; hay otros conocidos autores como el naturista Charles Darwin o el filósofo David Hume que afirman que la empatía es básica para que el sujeto actúe de manera prosocial.

El beneficio del otro es un beneficio para nosotros

Asimismo, cuesta valorar si una conducta se basa en el altruismo genuino, ya que será difícil saber con certeza cuál era la intención final o que buscaba sentir al tener tal comportamiento. Pero lo que sí hemos observado, siendo lo que sucede con mayor probabilidad, es que se da una retroalimentación entre hacer sentir bien al otro y sentirnos bien nosotros mismos.

Si ayudamos a otro individuo con la intención de que él se sienta mejor, es decir de manera altruista, al ver que su estado mejora, eso también nos hará sentir bien a nosotros mismos si somos empáticos. Sentirnos mejor no es nuestro objetivo principal, pero sí que es un hecho que aparece cuando vemos la mejora de la otra persona.

Teniendo en cuenta lo planteado hasta ahora, la conducta altruista puede vincularse con un beneficio propio aunque esta no sea su finalidad última. Actuando con la intención de ayudar al otro también saldremos indirectamente ganando nosotros, y ello mejorará nuestro autoconcepto, nuestra autoestima, nos sentiremos mejor con nosotros mismos, aumentando así la posibilidad de que volvamos a actuar de modo altruista. Actuar altruistamente beneficia a todos.

En cambio, si la intención de mi conducta para con el otro es favorecerme a mí (dicho de otro modo, actuamos de manera egoísta teniendo como objetivo principal el beneficio propio), eso termina por generar malas relaciones y enfados, ya que la otra persona se da cuenta de nuestras intenciones, o al no recibir nosotros lo que esperamos ocurre una reacción negativa que supondrá romper la relación con esa persona.

De este modo, si queremos mantener buenas relaciones y vínculos sociales el mejor modo de actuación es el altruista, ya que es el que permite que las conexiones se sigan dando y permanezcan, sin romperse por intereses propios o por reclamo de devolver un favor. Actuar sin esperar nada a cambio nos hace libres, nos da tranquilidad y nos alegra más si recibimos una buena acción de vuelta, porque no es lo que esperábamos.