Polígono de Willis: partes y arterias que lo forman
Nuestro cerebro es un órgano complejo que rige y coordina la totalidad de los sistemas que forman nuestro organismo. Pero este órgano, y el sistema nervioso en general, no funciona a partir de la nada: necesita de un aporte contínuo de oxígeno y nutrientes para poder funcionar. Este aporte le va a llegar a través de la irrigación sanguínea, llegando a las diferentes estructuras a través del sistema cerebrovascular. Dentro de este sistema disponemos de diferentes venas y arterias, que confluyen en el polígono de Willis.
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El polígono de Willis: descripción, localización y funciones
Denominamos polígono de Willis a una estructura de forma heptagonal presente en el cerebro. Dicha estructura está formada por la unión de las diferentes arterias que irrigan el cerebro, tiendo un importante papel en el aporte de oxígeno y nutrientes de éste. Se considera una anastomosis, o interconexión en una red de partes o elementos (en este caso las arterias) diferenciados entre sí.ç
El polígono de Willis puede encontrarse en la parte inferior del cerebro, rodeando el heptágono que forma estructuras como del quiasma óptico, el hipotálamo y la hipófisis. Su estructura puede variar enormemente de una persona a otra, hallándose que más de la mitad de la población tiene un estructuración de este polígono diferente del que se considera clásico o típico.
Las funciones que lleva a cabo el polígono de Willis son de gran importancia para nuestra supervivencia, ya que a través de él fluye la sangre que irriga gran parte del encéfalo. Además, estamos ante el principal mecanismo auxiliar que permite que siga llegando sangre a las diferentes regiones del cerebro aún si existe una alteración o daño en la arteria que en principio la rige. También equilibra el aporte sanguíneo recibido por ambos hemisferios cerebrales, permitiendo que la sangre que llega a un hemisferio se comunique con el de otros.
Arterias que confluyen en este polígono
Como hemos dicho, el polígono de Willis es la estructura mediante la cual se interconectan las diferentes arterias principales que irrigan el cerebro. Entre estas arterias, las principales y a partir de las cuales se ramifican otras muchos son las siguientes (si bien existen otras muchas ramificaciones).
1. Arteria carótida interna
Las arterias carótidas ascienden por el cuerpo hasta la cabeza, por ambos lados del cuello, para terminar penetrando en el cráneo (momento en que pasan a llamarse carótidas internas). Una vez dentro de él se encargaran de dotar de sangre a la parte anterior del cerebro, encargándose gran parte del suministro de oxígeno y nutrientes a la mayor parte del encéfalo (tanto corteza como estructuras subcorticales), para conformar junto con sus ramificaciones la parte anterior del polígono de Willis. Posteriormente se dividirá en arterias cerebrales anterior y media, entre otras muchas.
2. Arteria basilar
Otra de las principales arterias que irrigan el cerebro, la arteria basilar, aparece tras la unión en el tronco cerebral de las arterias vertebrales, que se internan en la base del cráneo directamente ascendiendo alrededor de las vértebras. Esta arteria y sus ramificaciones (las arterias cerebrales posteriores) se encargan de aportar flujo sanguíneo al tronco del encéfalo y a las regiones posteriores del encéfalo (incluyendo el lóbulo occipital), formando la parte posterior del polígono de Willis.
3. Arterias comunicantes posteriores
Estamos ante dos arterias de gran importancia, ya que permiten la comunicación entre la carótida interna y la arteria cerebral posterior de tal manera que las principales arterias cerebrales de un mismo lado del cerebro queden conectadas entre sí.
4. Arteria comunicante anterior
La arteria comunicante anterior es una pequeña arteria que conecta la arteria cerebral anterior derecha y la arteria cerebral anterior izquierda, ejerciendo de puente entre ambos hemisferios.
5. Arteria cerebral anterior
Parte de la bifurcación de la arteria carótida interna, esta arteria forma parte del círculo o polígono de Willis de manera directa. Sus ramificaciones permiten irrigar áreas sensoriomotoras y el orbitofrontal, entre otras áreas de interés.
6. Arteria cerebral media
La ramificación de mayor tamaño de la carótida y las más vulnerable a oclusiones, su aporte sanguíneo tiende a ir dirigido hacia el interior del cerebro. Su aporte sanguíneo llega al estriado, a la ínsula, y a regiones orbitales, frontales, parietales y temporales. Sigue la cisura de Silvio, motivo por el que también recibe el nombre de arteria de Silvio o silviana.
7. Arteria cerebral posterior
Arteria que surge a partir de la conexión entre arteria basilar y arteria comunicante posterior. Especialmente importante para la irrigación de las zonas inferiores y profundas de los lóbulos temporal y occipital, ya que su acción permite aspectos relacionados con la visión
8. Arterias cerebelosas
Se trata de las arterias que contribuyen a irrigar el cerebelo, además de otras estructuras propias del tronco del encéfalo. Podemos encontrar la cerebelosa superior, anteroinferior y posteroinferior
9. Arterias espinales
La arteria espinal es la arteria que aporta sangre a la médula espinal, resultando de gran importancia para el sistema nervioso autónomo y la transmisión de la información desde el cerebro hasta los distintos órganos.
Cuando aparecen lesiones
El polígono de Willis es un área de gran importancia para el ser humano, surgiendo en sus interconexiones una gran cantidad de ramificaciones que pueden llegar a albergar hasta el 80% del riego sanguíneo cerebral. Pero en ocasiones puede sudecer que este polígono resulte dañado tras un traumatismo, que aparezca un aneurisma o que exista un accidente cardiovascular en esta región.
Si aparece algún tipo de obstrucción en el polígono, es posible que las áreas irrigadas se queden sin oxígeno y mueran. Las consecuencias pueden ser múltiples, desde la muerte (si por ejemplo se pierden los núcleos que regulan las constantes vitales) a la pérdida de funciones mentales y físicas, sensibilidad o capacidad motora.
Otro problema que puede acontecer es el hecho de que aparezca un aneurisma (de hecho, el polígono de Willis es uno de los principales lugares en que suelen aparecer problemáticas de este tipo) y se termine produciendo un derrame, que puede tener consecuencias nefastas para el sujeto afectado. Y aún si el desenlace no es fatal, es posible que pierda la visión debido a la compresión del quiasma óptico.
Referencias bibliográficas:
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