Mansplaining: ¿otra forma subterránea de machismo cultural?
Aunque es muy probable que no se deba básicamente a las diferencias biológicas, está claro que, a día de hoy, el comportamiento hombres y mujeres es distinto en muchos aspectos. Algunas de estas diferencias, además, permiten que uno de los dos sexos domine al otro y lo tenga más fácil para imponer sus puntos de vista y sus propósitos.
El mansplaining, como fenómeno psicológico de dominación, es un ejemplo de cómo el hombre, estadísticamente, tiende a intentar llevar las riendas de los diálogos con mujeres, independientemente del tema del que se hable.
Veamos en qué consiste y qué relación tiene con el sexismo y el machismo cultural.
¿Qué es el mansplaining?
El término "mansplaining" es un neologismo proveniente del inglés que en su lengua originaria está compuesto por las palabras "hombre" y "explicar". Normalmente se utiliza para referirse a la tendencia estadística (y a la acción a través de la cual esa tendencia queda expresada) de los hombres a explicar cosas a las mujeres de manera paternalista y condescendiente, como si sus interlocutoras fuesen personas especialmente malas comprendiendo, incluso si aquello de lo que se habla es un tema del que la mujer sabe más que el varón.
Por ejemplo, un hombre sin formación universitaria que le explica a una bióloga en qué consiste la hibridación entre razas de perro sin siquiera dejar que ella hable es un caso relativamente claro de mansplaining.
Lo que caracterizaría el mansplaining no es que un hombre hable de ciertos temas relacionados con la femineidad o el feminismo (a fin de cuentas, un hombre específico puede saber más que una mujer en concreto acerca de cualquier tema, y viceversa), sino que, de forma sistemática, se asuma que el rol de la mujer es el de callar y aprender.
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La hipótesis basada en el machismo
El concepto de mansplaining ha empezado a usarse de manera relativamente reciente, y se cree que no han pasado ni una década desde que apareció, aunque su origen es poco conocido.
Ha sido acogido con entusiasmo por asociaciones y organizaciones vinculadas al feminismo y los estudios de género por razones obvias: puede ser interpretado como un micromachismo, una sutil forma de expresión del patriarcado y del machismo cultural que desde esta perspectiva reproduciría un sistema de dominación de los hombres sobre las mujeres.
A fin de cuentas, a la práctica el mansplaining tiene un efecto claro en lo que respecta a las relaciones de poder: hace que los puntos de vista de las mujeres queden invisibilizadas y anuladas y que esto se asuma como algo normal. Dicho de otro modo, "mansplaining" es una palabra que muchas mujeres venían necesitando para referirse a un problema que hasta hace poco nadie sabía cómo llamar, a pesar de que numerosas investigaciones científicas han reparado en su existencia a lo largo de los últimos años.
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Mansplaining hacia otros hombres
La anterior es la interpretación del mansplaining basada en la idea de que este es una de las consecuencias de un sistema de dominación machista. Sin embargo, también existe otra posible interpretación acerca de este fenómeno. Una interpretación basada en un dato que puede sorprender teniendo en cuenta lo que hemos visto antes: los hombres también realizan mansplaining al relacionarse con otros hombres.
Esta es la conclusión a la que permite llegar una investigación conducida por Elizabeth Aries. Después de analizar más de 40 horas de conversaciones, Aries comprobó que hombres y mujeres adoptaban unos estilos muy diferente a la hora de relacionarse con otras personas.
Los varones tendían a competir más por dominar las conversaciones con independencia de quién tuviesen delante, mientras que las mujeres demostraban una mayor voluntad de conectar con los demás a través de relaciones simétricas y no trataban de controlar el rumbo de la conversación.
Para ellos, las conversaciones acerca de los temas más banales también eran un escenario en el que se puede ganar poder e influencia, y trataban de escalar poco a poco mediante sus intervenciones, luchando por ganarse la atención de los demás.
De este modo, en los grupos compuestos únicamente por hombres también había una serie de individuos que, cuando había pasado un rato, quedaban invisibilizados ante una minoría que terminaba capitalizando las conversaciones, algo que ocurría mucho menos en los grupos de mujeres.
Un estilo de interacción mucho más agresivo
Estas conclusiones encajan muy bien con los hallazgos encontrados mediante otras investigaciones en psicología y que no se centran básicamente en el diálogo: los hombres tienden a ser más competitivos e muchos más tipos de interacciones, incluso aunque aparentemente no haya una recompensa concreta o reconocible a la que se pueda acceder haciendo esto.
Así, el mansplaining no sería tanto una manera en la que los hombres tratan de anular a las mujeres, sino un reflejo de su estilo a la hora de relacionarse con todo el mundo.
Por supuesto, estos resultados siempre se centran en tendencias estadísticas. Un hombre no tiene por qué caer constantemente en el mansplaining, y una mujer tampoco tiene por qué mostrarse siempre sumisa o evitar luchar por extender su poder en las conversaciones. Simplemente, el mansplaining está mucho más generalizado en uno de los dos sexos y destaca más y con más frecuencia cuando las personas que hablan entre sí son de sexos opuestos.