Valor facial

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El valor facial es el valor asignado a un instrumento de pago durante la creación y emisión de este por los órganos pertinentes. No es lo mismo que el valor nominal.

El valor facial es aquel valor que se asigna a un determinado instrumento de pago. Este valor es asignado por los órganos pertinentes, encargados de emitir y crear dicho instrumento. Aquellos instrumentos a los que se le atribuye este concepto suelen ser los billetes y las monedas de un territorio. Su valor facial, por lo tanto, es el valor que se le asigna a dicho billete o moneda durante la emisión, por la casa de emisión y la ley regulatoria.

Esto no es lo mismo que el valor nominal. Aunque los dos conceptos suelen confundirse, estos no representan lo mismo.

Diferencia entre valor facial y valor nominal

Aunque los conceptos tiendan a confundirse, ambos conceptos no son lo mismo.

El valor facial es el valor, en muchas ocasiones simbólico, que se le asigna a un instrumento de pago durante su emisión. Es decir, el valor facial de una peseta en 1957 era, es y será de una peseta. Este hace referencia al valor asignado por la casa de emisión.

El valor nominal, por otro lado, refleja el valor verdadero de un instrumento de pago, como el del dinero en circulación. El valor nominal de la peseta, por lo tanto, en la actualidad es bien distinto. Ha perdido su valor nominal, ya que la depreciación ha tenido un efecto en el valor representado durante su emisión. De esta manera, el valor nominal expresa un valor verdadero, mientras que el facial solo muestra el valor reflejado en dicho instrumento.

No obstante, para diversas excepciones, ambos conceptos son sinónimos. Por ejemplo, en el caso de los bonos, como instrumento de deuda.

Valor facial en los instrumentos de pago

Este concepto, en muchas ocasiones, suele ser utilizado para medir el valor, de forma simbólica, de un instrumento de pago del pasado. Es decir, el valor facial de una, ya extinguida, peseta, en estos momentos no sería el valor representado en dicho instrumento de pago. Sin embargo, este mide, indistintamente del tiempo, el valor asignado a esa moneda durante su emisión, perdurando su valor en el tiempo.

En muchas ocasiones, estos instrumentos de pago carecen de su valor de emisión. El paso del tiempo ha provocado que una moneda acuñada en el 1678, ya no goce de ese valor. De esta forma, la moneda tendría varios valores. En primer lugar, el histórico. El cual asigna un valor muy superior a la moneda por la historia que le acompaña. En segundo lugar, el valor nominal actualizado (valor real). El cual es muy inferior, dada la creciente inflación que desajusta los precios en el tiempo. Por último, el valor facial. Este sigue midiendo el valor de esa moneda en el momento de su acuñación, excluyendo así el resto de variables.