Reforma estructural
La reforma o cambio estructural es el conjunto de medidas que modifican la estructura de una economía. Es decir, reformas que se realizan en el marco institucional y regulatorio en el que operan los agentes socioeconómicos.
Se trata de medidas que, a través de reformas, modifican el marco institucional, así como el regulatorio, en el que operan los distintos agentes socioeconómicos que integran el territorio (estado, familia y empresa). A través de la reforma estructural, se establecen cambios de gran envergadura.
La reforma estructural tiene como principal objetivo el refuerzo de una economía. Así como, por otro lado, maximizar el potencial de dicha economía, así como el equilibrio en los crecimientos.
Diferencia entre reforma estructural y reforma coyuntural
Reforma estructural y reforma coyuntural son dos conceptos que tienden a generar gran confusión entre la sociedad. Sin embargo, cuando atendemos a su significado, podemos observar cómo estos conceptos, pese a guardar relación, no son lo mismo.
En primer lugar, una reforma estructural, como mencionábamos anteriormente, trata de establecer, por así decirlo, unas nuevas reglas del juego. En otras palabras, es una reforma de carácter permanente, pues los cambios que se establecen modifican el tejido de una economía, así como las reglas de actuación de los distintos agentes socioeconómicos que forman parte de una economía.
Por otro lado, en segundo lugar, la reforma coyuntural hace referencia a una reforma de menor magnitud. Es decir, una reforma que se realiza con el fin de corregir pequeñas desviaciones que, en el momento que se desea aplicar, pueden estar alterando los resultados de un determinado objetivo. La reforma coyuntural es la más común, pues suele presentar una menor dificultad en su aplicación.
¿Por qué se aplica un cambio estructural?
Existen muchos objetivos por los que llevar a cabo una reforma de este tipo. Sin embargo, dada la dificultad que presenta llevarla a cabo, se suelen aplicar reformas estructurales para una serie de objetivos muy determinados.
Entre los objetivos que persiguen este tipo de reformas cabría destacar:
- Incrementar la productividad.
- Eliminar obstáculos a la eficiencia de la producción de bienes y servicios.
- Incrementar la inversión.
- Incrementar el nivel de empleo.
- Reducir la economía sumergida.
- Corregir los niveles de endeudamiento.
Una reforma estructural puede estar compuesta por un grupo de reformas coyunturales, específicas, que traten de mejorar determinados aspectos de la economía en el territorio. El objetivo de toda reforma estructural es que la economía muestre un crecimiento sólido, sin desequilibrios que, en el futuro, podrían provocar situaciones desagradables para el país.
¿Cuándo se debe aplicar una reforma estructural?
En economía, una reforma estructural debe aplicarse cuando la economía a la que hace referencia presente desequilibrios de gran calado. Es decir, debemos aplicar una reforma de este tipo cuando la situación económica que presenta el país presenta problemas de magnitud, prolongados en el largo plazo.
Entre los posibles motivos que llevan a aplicar una reforma estructural podríamos destacar:
- Grandes niveles de desigualdad en el país.
- Estancamientos prolongados de la productividad.
- Una elevada tasa de desempleo sostenida en el tiempo.
- Grandes niveles de economía sumergida.
- Grandes problemas de endeudamiento público o privado.
- Desequilibrios de la estructura poblacional.
- Decrementos del producto interior bruto (PIB) sostenidos en el largo plazo.
Estos son algunos de los motivos por los que una economía podría tener la necesidad de aplicar una reforma estructural. No obstante, también hay otros muchos motivos que, como decíamos, pueden precisar de una reforma estructural.
Ejemplo de cambio estructural
Entre los múltiples ejemplos que podíamos seleccionar para poner un caso real de reforma estructural, hemos elegido una reforma que adoptó España en 2012 para corregir su mercado laboral. Una reforma impulsada por la Unión Europea, ante la dificultad que presentaba el país para crear empleo, así como la vulnerabilidad del mismo ante la crisis que acechaba a la economía mundial en 2008.
Para ello, Europa impuso a España la relajación en las políticas establecidas en el mercado laboral español. Es decir, se impulsaron medidas que flexibilizasen el mercado laboral, de tal forma que se pudiese crear empleo en el país de una forma más sencilla. Para ello se adoptaron reformas de peso como la estructura de los tipos de contratación, creándose nuevos métodos que permitían la contratación temporal, en combinación con la indefinida.
Así, España, pudo evitar una mayor destrucción de empleo. De la misma forma que, a su vez, preparó el escenario para impulsar la creación de empleo con unos niveles de crecimiento relativamente inferiores a los requeridos previamente.
No obstante, hay críticos con esta reforma que argumentan que el mercado laboral es más precario, los salarios han empeorado y la reforma debe ser eliminada.