Crédito comercial

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Un crédito comercial es un aplazamiento del pago de bienes o servicios que una empresa concede a sus clientes.

Por tanto, no es más que una facilidad que ofrece el proveedor para que podamos pagar la factura con posterioridad a la compra. Normalmente son a corto plazo y no conllevan intereses explícitos, pero sí puede llevarlos implícitos. Esto quiere decir que este ya se cobra en el precio o bien se ofrece un descuento si optamos por el pago en efectivo. Esta forma de relación comercial es muy habitual, siendo los plazos más frecuentes a 30, 60 o 90 días.

Origen del crédito comercial

Estos aplazamientos no se han dado siempre. De hecho, antes de la llegada del capitalismo, como lo conocemos hoy, los grandes comerciantes eran los únicos capaces de concederlo. Con el tiempo, la aparición de las relaciones capitalistas a gran escala promovió los créditos bancarios. A su vez, el aumento de la competencia y la globalización llevaron a la concesión de facilidades de pago de los proveedores a sus clientes.

Desde un punto de vista normativo, los diferentes códigos de comercio permitieron que esta relación cliente-proveedor fuera mucho más segura. Con ellos, la posibilidad de un impago estaría regulada y se podría obrar en consecuencia. Esta seguridad en las transacciones permitió que estos créditos comerciales tuvieran un elevado crecimiento.

Una alternativa, la consignación o depósito

Una alternativa en desuso es el llamado depósito o consignación. Consiste en entregar las mercancías al cliente, pero sin ceder la propiedad. Es decir, lo que hace el proveedor en este caso es ceder los bienes hasta su venta. Solo si se venden los cobraría, manteniendo la propiedad de los mismos en todo el proceso.

Este método se utilizaba en determinados productos para facilitar que el cliente los pidiera. El problema era que requería de una gestión administrativa compleja. Una empresa con demasiados clientes se encontraba con enormes procesos contables que hacían menos rentables las transacciones. Al final acabo prácticamente desapareciendo.

Ejemplos de créditos comerciales

Veamos algunos ejemplos de este tipo de créditos en las transacciones comerciales habituales:

  • Un claro ejemplo sería una heladería. Esta recibe materias primas para fabricar los helados, por ejemplo, azúcar y leche. El proveedor le ofrece una facilidad de pago. La factura se divide en dos, una parte a 30 días y la otra a 60 días.
  • Otro ejemplo, un franquiciado. Normalmente este contrato implica la compra en exclusiva al franquiciador de la mercancía. Lo habitual es ofrecer condiciones de pago al franquiciado. Este puede pagar en plazos y se le descontaría la parte relativa a las comisiones de la franquicia.
  • Un último ejemplo podría ser un servicio como una campaña publicitaria. Si esta es de larga duración, se puede llegar a un acuerdo de pago en función de una serie de fases. De esta forma, se puede pagar por meses, trimestres o de forma anual.