Civilización

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Una civilización es una sociedad que, debido al estado de evolución que poseen sus elementos, se considera muy avanzada. Una misma civilización ha de tener muchos elementos comunes: costumbres, conocimientos, tradiciones, instituciones, etc.

Una civilización es un conjunto social, el cual tiene en común numerosos elementos y características. A su vez, conviene señalar que estos elementos tienen un grado bastante alto de progreso.

Según Samuel Huntington, teórico de las civilizaciones, “una civilización es la entidad cultural más amplia”. Aunque la cultura entre zonas (pueblos o regiones) puede variar, estas comparten unos elementos superiores; ya sea la religión, la nacionalidad u otros elementos. Para el autor, los elementos objetivos comunes a los componentes de una misma civilización son: “lengua, historia, religión, costumbres, instituciones y la autoidentificación subjetiva”.

Elementos de una civilización

De forma general, los elementos que ha de tener toda civilización, para ser considerada como tal, son los siguientes:

  • Localización temporal: Las civilizaciones son temporales, es decir, tienen principio y fin. Pero su duración suele ser longeva, ya que, a diferencia de los países, su gran amplitud dificulta que una conquista territorial provoque la extinción de la civilización.
  • Territorio: Una civilización se asienta sobre un territorio determinado, bien es cierto que este no es inmóvil. La gran asiduidad de guerras y conquistas provocan una constante variación de las fronteras de una determinada civilización.
  • Cultura: Las personas que componen una determinada civilización comparten rasgos culturales. Aunque estos varíen de unas zonas a otras, siempre les unirán ciertos elementos comunes. Puede ser el caso de las creencias, normas, valores o el lenguaje. Bajo el Imperio Romano, los habitantes de Hispania y de Roma no presentaban las mismas características, pero compartían algunos elementos como el habla del latín.
  • Sociedad: Es el conjunto de personas que compone la civilización. Son parcialmente homogéneas.
  • Política: Es la organización del poder y de gobierno que se da bajo esa civilización. Así como las instituciones que hacen posible el control y la influencia en el territorio.
  • Economía: Es la forma en la que se producen y administran los recursos que satisfacen las necesidades de una determinada civilización. Puede primar el mercado como asignador de recursos, o ser las instituciones públicas quienes realicen esta tarea. También se puede hablar de prácticas autárquicas, o bien, de comercio internacional.

Características de una civilización

De la definición que realiza Huntington, podemos extraer las siguientes características de una civilización:

  • La civilización es una entidad cultural: Cultura y civilización son conceptos inseparables. La civilización es un todo, la combinación de elementos materiales (mecánica y tecnología) e inmateriales (valores, arte, etc.). Y no solo, como proponía la tradición alemana, los elementos materiales.
  • Son globales: La civilización es el plano superior de todas las unidades que la forman. Es decir, una zona, cultura o territorio tendrá unos elementos comunes determinados, pero están integradas en una civilización. Vamos a ver el ejemplo de un pueblo: un pueblo pertenece a una región, ésta a un país, y el país se encuadra en una civilización.
  • Son mortales y longevas: Aunque su duración sea muy extensa, incluso de miles de años, terminan por colapsar y se derrumban.
  • Su organización política es cambiante: Las formas de recaudación, de impartir justicia, o incluso de gobernar van variando y adaptándose a los tiempos. Varían entre civilizaciones, pero también dentro de la misma.

Civilizaciones antiguas

Como hemos mencionado anteriormente, las civilizaciones son mortales y transitorias. Podemos hablar de cuatro grandes civilizaciones, ya extintas, como las más importantes:

  • Mesopotamia (4000 a C. – 539 a.C.): Es la más antigua del mundo, y estuvo dividida en cinco etapas, siendo el periodo sumerio la primera de ellas. Se desarrolló en el actual territorio de Siria e Irak. Realizaron los primeros avances y descubrimientos sobre los que hoy nos asentamos, como la invención de la escritura, el diagnóstico en medicina o el sistema sexagesimal.
  • Egipto (3100 a. C. – 31 a. C.): La civilización egipcia se desarrolló a lo largo del  río Nilo, lo que hoy pertenece al país Egipto. Sus principales aportaciones a la historia fueron el desarrollo de la escritura, avances en matemáticas y geometría, el calendario solar o la arquitectura, entre otras.
  • Antigua Grecia (1100 a. C. – 146 a. C.): La civilización griega se desarrolló a orillas de numerosos territorios del mediterráneo, concentrándose en lo que hoy llamamos Grecia. Llevaron a cabo numerosos avances en arquitectura, en formas de gobierno y en filosofía. Es considerada la cuna de la civilización occidental.
  • Antigua Roma (753 a. C. – 476 d. C.): La civilización romana se fundó a orillas del mar Tirreno. Con el tiempo, fue expandiéndose hasta convertirse en uno de los imperios más importantes y poderosos del mundo. Su forma de gobierno fue cambiando durante sus diferentes etapas. Sus grandes aportaciones fueron arquitectónicas, de hecho se conservan numerosas construcciones a día de hoy. También destacan por el desarrollo del derecho y de la numeración romana. El fin del Impero romano dio paso a la Edad Media.

Civilizaciones contemporáneas

Según el autor del que se trate, distingue un número determinado de civilizaciones en la actualidad. Según Mathew Melko, hay vigentes cinco civilizaciones: occidental, china, japonesa, india e islámica. Aunque otros precisan esta lista añadiendo la rusa ortodoxa y la africana.

Lo cierto es que cada una de ellas tiene sus particularidades y sus propias formas de entender el mundo. Así, en muchos de los conflictos internacionales que estamos presenciando se ven involucradas civilizaciones distintas. El terrorismo islámico que sufren los países occidentales está parcialmente motivado porque entienden esta cultura como decadente y corrompida. 

También es verdad que, gracias a la globalización bajo la que vivimos, los choques entre civilizaciones no son tan bruscos y se ha incrementado notablemente la tolerancia global; siendo los intereses económicos, dicho sea de paso, el motor de los conflictos internacionales.