Barómetro de enero

Por tanto, es un indicador de la posible evolución del mercado, si este sube en enero, esta creencia implica que habrá un resultado positivo el resto del año. No sería cada mes, sino en el conjunto global de los 11 meses restantes.

Esta predicción, como veremos, se ha venido cumpliendo en cierto período y en determinados países. Pero con el tiempo se le han descubierto fallos que la convierten más bien en un acto de fe que en un indicador fiable.

Yale Horsch, en 1972, escribió una novela que llevaba por título «Stock Trader’s Almanac». En ella mencionaba este fenómeno que sigue marcando en el siglo XXI las estrategias de inversión de muchos. Además, parece cumplirse, sobre todo, en la bolsa de valores de EEUU S&P 500.

Por otro lado, es un indicador de tipo prospectivo. Es decir, busca predecir directamente el futuro sin tener en cuenta el pasado. Lo que hace es calcular un índice de los rendimientos anuales basado en lo sucedido en el mes de enero de ese año.

En primer lugar, no debemos confundir el Barómetro de enero con el efecto enero. Este último es un incremento en los precios de las acciones que suele darse en ese mes y que es estacional. Parece ser el contrapunto a las ventas masivas de diciembre.

Por otro lado, este método sí está muy relacionado con el concepto de market timming. De forma sencilla, es el movimiento que realizan los inversores decidiendo mediante métodos predictivos. Aunque veremos que en este caso no parece ser demasiado certero.

En primer lugar, desde mediados del siglo XX hasta 1984 parece que la correlación era elevada. Tanto si el mercado subía en enero como si bajaba, parecía darse una evolución similar el resto del año. La capacidad de predicción estaba entre el 70% y el 90%.

A partir de esta fecha, bajó hasta el 50%, por tanto, no servía realmente para predecir. Sin embargo, hay muchos inversores que siguen utilizando el Barómetro de enero como ayuda para las decisiónes en sus inversiones. Por tanto, lo mejor es utilizar siempre varias técnicas.