Definición de vasallo
Vasallo es quien, en la antigüedad, era obligado a pagar feudo. Se trataba del súbdito de un soberano o de cualquier otro tipo de gobierno supremo, y el mismo estaba unido a algún señor (noble) a través de un vínculo de vasallaje.
El concepto es propio del feudalismo, un sistema de organización social que predominó en la región occidental de Europa entre los siglos IX y XV. Dicha sociedad se basaba en el cultivo de la tierra por parte de los siervos o vasallos, que debían entregar parte de su producción al señor (quien, a su vez, era leal a un rey).
El vasallo era el hombre que pedía protección a un noble de categoría superior (desde el punto de vista de la jerarquía social) y a quien le juraba fidelidad en su favor. Ambos establecían un contrato de vasallaje que implicaba obligaciones mutuas.
El señor concedía el usufructo de un feudo al vasallo, quien lo administraba y aprovechaba sus rentas aunque sin tener la propiedad. El señor recibía parte de la producción agraria a cambio.
Era posible la formación de una pirámide de vasallaje, con diversas relaciones entre señores y vasallos. En la parte superior se encontraba el emperador y por debajo, sucesivamente, aparecían los reyes, los duques o condes, los señores de grandes feudos, etc.
En la actualidad, la noción de vasallo se utiliza para nombrar al individuo que tiene dependencia de otra persona o que reconoce a otro sujeto como superior. Por ejemplo: “Odio a estos millonarios que tienen decenas de vasallos a su alrededor dispuestos a obedecer sus caprichos”.
La caída del vasallaje
La pirámide feudal empezó a disolverse desde su cima, cuando el Imperio carolingio debió enfrentar los litigios internos de sus herederos a lo largo del 800. Al mismo tiempo el feudalismo comenzó a perder fuerza, a medida que los vasallos gozaban de más derechos. Eventualmente, los señores perdieron la posibilidad de desvincular a los vasallos de los feudos, dado que éstos se convirtieron en hereditarios.
Este fenómeno de desvanecimiento del vínculo entre vasallos y señores feudales, que se originó en la institución imperial, quedó expresado jurídicamente recién después de varios siglos, cuando a los reyes les fue reconocido el carácter de emperadores en sus propios reinos. Para tal fin fue de gran ayuda el legado del derecho romano, el cual redescubrieron glosadores, compiladores y letrados de la escuela Boloñesa. En pocas palabras, los reyes eran considerados vasallos del pontífice, pero quedaban desvinculados de la relación feudal con los emperadores.
Algo similar sucedió con algunos de los integrantes más importantes de la nobleza, quienes se transformaron en plenos soberanos de derecho (de iure, como sucedió con el reino de Portugal, que dejó de ser un condado de León) o de hecho (de facto, como el estado de Borgoña o los condados catalanes).
Las relaciones entre vasallos y señores podían ser muy peculiares: el rey de Francia era señor del rey de Inglaterra; el rey de Polonia (con sus terrenos en Prusia), del margrave de Brandeburgo, quien a su vez era vasallo del Emperador Romano Germánico. En muchos casos, el verdadero poder que tenía cada parte no se correspondía con el puesto que ocupaba en el contrato feudal, sino que era exactamente opuesto.
Asimismo, la excomunión (poder de la Iglesia de expulsar permanente o temporalmente a un individuo de la confesión) daba la posibilidad de pasar por alto las obligaciones como vasallo; esto la convirtió en un poderoso recurso de las autoridades eclesiásticas, que no dudaron en usar en varias ocasiones.
Por último, cabe mencionar que en la Baja Edad Media se notó aún más la disolución del lazo entre vasallos y señores, en especial a raíz de la crisis del Siglo XIV, cuando se dio una marcada separación entre los altos nobles y los bajos nobles empobrecidos, paralelamente a un fortalecimiento del poder real y un crecimiento político de la burguesía de las ciudades.