Definición de subcultura

El término subcultura no forma parte del diccionario de la Real Academia Española. La noción, sin embargo, es muy habitual en la sociología y la antropología. El concepto se utiliza para nombrar al grupo de personas que comparten comportamientos y creencias que son diferentes de los de la cultura dominante de su comunidad.

Podría decirse que la subcultura es un grupo diferenciado dentro de una cultura. Sus miembros pueden reunirse por diversos motivos, como la edad, la etnia, la identidad sexual, los gustos musicales o la estética, entre otros.

Es usual que una subcultura se defina a sí misma por oposición a la cultura dominante. Hay ocasiones, sin embargo, en que dicha oposición no es radical.

Los integrantes de una subcultura suelen compartir una apariencia similar que los identifica, como un determinado peinado (la cresta en el caso de los punks, por ejemplo) o el color de la ropa (negra, para los góticos o emos). Dentro de una subcultura se suele hablar un dialecto particular o utilizar términos poco frecuentes en otros grupos.

La aparición de una subcultura queda establecida por la existencia de símbolos compartidos. Esto diferencia a los simples grupos de personas que se reúnen por gustos comunes de las subculturas, donde existe un interaccionismo simbólico. En el mencionado caso de la subcultura gótica, sus integrantes apelan a la ropa negra y el maquillaje blanco para transmitir su escepticismo y su falta de esperanza respecto al desarrollo de la humanidad.

Se conoce como tribu urbana, por último, al grupo de personas que actúa como una subcultura dentro de una ciudad.

Prejuicios

Como toda tendencia que aleje a la gente del camino preestablecido por la sociedad, las subculturas son un blanco muy frecuente de prejuicios y discriminación. Dado que existen muchas y muy diversas (tanto como los punk y los floggers, que no parecen tener mucho en común) el desprecio parte de una base infalible y muy usada por nuestra especie en su lucha por dividir y excluir: no son normales.

A ese rechazo común a todas las subculturas siguen cuestiones particulares, a veces relacionadas con la forma de vestir, con los peinados y los maquillajes, o con el estilo de vida; todo esto, cabe hacer la aclaración, basado en suposiciones generadas en la mente de quienes jamás se han acercado realmente a individuos que formen parte de los grupos a los que atacan. ¿Por qué una persona vestida de negro y con maquillaje blanco es irresponsable o irrespetuosa? ¿Por qué debería atemorizar a su entorno? No hay respuestas sensatas a estas preguntas.

Y esto nos lleva al principio: no responden a la norma. Los seres humanos tememos a lo desconocido y tendemos a creer que formamos parte de un gran grupo que nos hace sentir seguros, ignorando la diversidad presente dentro de cada clase, esas características que nos vuelven únicos. Quizás esta actitud sea natural en los seres vivos, como un mecanismo de defensa que nos alerta ante la presencia de alguien o algo extraño; el problema existe cuando, pasado ese primer encuentro, desarrollamos un odio, un rechazo persistente y nocivo.

Todos somos responsables de los juicios que emitimos y de la forma en la que nos relacionamos con los demás seres vivos; sin embargo, existe una organización muy poderosa por encima de nosotros, que se encarga de poner en la mira a aquellos que atenten contra la monotonía a la que solemos llamar vida: estudiar, casarnos, procrear y trabajar hasta envejecer para mantener a nuestra descendencia.

Una prueba de esto se encuentra en el propio término subcultura: el prefijo «sub-«, según la Real Academia Española, indica inferioridad, estar por debajo de algo o alguien, ser secundario. Por lo tanto, ¿cómo se puede pretender que el pueblo perciba las subculturas de forma positiva si su nombre indica que quienes no forman parte de ellas gozan de una cierta superioridad?

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