Definición de silencio musical
La noción de silencio hace referencia a la ausencia de ruido o de sonido. Musical, por su parte, es aquello relacionado con la música (una sucesión de sonidos que combina armonía, ritmo y melodía para la recreación del oído).
Un silencio musical, por lo tanto, es una pausa que existe en una pieza de música. Puede definirse este silencio como una nota sin ejecución: cada figura, de este modo, tiene su silencio correspondiente, con quien comparte duración.
Los silencios musicales permiten el descanso de los músicos y cantantes y la separación de las diferentes frases musicales. En teoría musical, la redonda se representa mediante el número 1, ya que se considera la unidad; a partir de esto, es fácil entender la relación que tiene con las demás, ya que el número de cada una responde a cuántas veces debe dividirse una blanca para obtenerla. Por ejemplo, dado que la blanca equivale a dos blancas, cuatro negras, ocho corcheas y dieciséis semicorcheas, es fácil entender que los números representativos de dichas figuras sean 2, 4, 8 y 16, respectivamente.
Con esto en claro, se pueden emplear diversas equivalencias. Un silencio de redonda, por ejemplo, equivale a dos silencios de blanca, a cuatro silencios de negra y a ocho silencios de corchea.
Más allá de los silencios musicales de redonda, se puede hablar de silencios de semicorchea, silencios de corchea, silencios de negra, silencios de blanca, etc. También es posible extender un silencio musical a través de puntillos, que permiten incrementar la duración del silencio en la mitad del valor de la figura a la cual se aplique; por ejemplo, una blanca con puntillo tiene una duración equivalente a la de una blanca más una negra.
Muchos músicos han destacado la importancia del silencio musical en la percepción de la música. El argentino Charly García afirmó en una ocasión que lo importante en una pieza musical “no son las notas”, sino la “distancia” que existe entre ellas y que está establecida por los silencios musicales. Esto es esencial a la hora de componer, pero también a la hora de interpretar, y no muchos músicos son capaces de dominar «el arte del silencio».
En primer lugar, es necesario entender que todas las piezas musicales que oímos a diario están compuestas por varios silencios, ya que esto no implica que se detenga la obra, sino que determina los momentos en los cuales cada instrumento (lo cual incluye la voz humana) deben cesar su ejecución hasta que aparezca otra nota.
En una buena interpretación, el silencio debe tener tanto peso como el sonido, y debe usarse para transmitir el mensaje de la obra; a veces, esto es relativamente sencillo de alcanzar, pero otras puede convertirse en un verdadero desafío.
Tomemos el caso de una canción popular que en su letra diga «debo detenerme» y que en esa parte de la melodía imponga un silencio a todos los instrumentos con la intención de enfatizar la idea del texto; su interpretación no supone muchos desafíos, ya que basta con que todos dejen de emitir sonidos para que el mensaje llegue al público. Por otro lado, el silencio musical puede usarse de formas mucho menos evidentes, para recrear una amplia gama de sensaciones y sentimientos, como ser la timidez, la indecisión, el cansancio y la ira, entre muchos otros casos.
Cuando se combina el silencio musical de varios instrumentos, también surge la posibilidad de entablar un diálogo entre ellos, algo muy común en la música académica, y casi inexistente en la popular. Muchos compositores del pasado se basaban en este y otros conceptos básicos para crear interesantes momentos entre un oboe y un clarinete, un violín y la voz, o dos flautas, por ejemplo.