Definición de salud reproductiva
La salud reproductiva es reconocida como un derecho en la mayoría de los países del mundo. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud reproductiva es la condición de bienestar físico, mental y social vinculada al sistema reproductivo.
Por lo tanto, la salud reproductiva promueve que las personas puedan gozar de una vida sexual segura y que decidan cuándo quieren tener hijos. En este sentido, supone el derecho de hombres y mujeres de estar informados acerca del funcionamiento de sus propios cuerpos y de los métodos anticonceptivos existentes.
De esta forma, la salud reproductiva está conformada por diversos servicios y técnicas, incluyendo la educación y los cuidados vinculados a las enfermedades de transmisión sexual.
Diversas estadísticas señalan que los embarazos no deseados suponen el 50% del total, una cifra que incide en la existencia de abortos de alto riesgo y enfermedades venéreas de distinto tipo. Se estima que mueren 600.000 mujeres al año por complicaciones obstétricas, que no deberían existir en los países con adecuados planes de salud reproductiva.
La salud reproductiva también incluye la detección precoz de afecciones ginecológicas, con exámenes como el control mamario y el PAP.
¿Por qué es fundamental la salud reproductiva?
Algunos grupos extremistas, vinculados al fundamentalismo religioso, consideran que la salud reproductiva promueve el asesinato de niños, ya que se oponen a los métodos anticonceptivos y al aborto bajo toda circunstancia. Incluso consideran que la salud reproductiva es una violación de los derechos humanos. Sin embargo, la ciencia asegura que la salud reproductiva permite una mejor vida para los padres y para sus hijos.
La Iglesia, principal organismo no-estatal que aboga en contra de la implementación de leyes de salud reproductiva aunque éstas estén orientadas a ofrecer una libertad absoluta de las personas sobre sus cuerpos, objeta que los asuntos relacionados con la salud reproductiva son estrategias que apuntan a otorgar el poder global de las legislaciones a los diversos países poderosos. Por irrisorio que resulte, la propia iglesia también dice que estos organismos evitan mencionar los riesgos que los abortos de diferentes tipos pueden traer sobre las pacientes, pero, no profundiza en temas como el hambre en el mundo a causa de la sobrepoblación ni o los niños no-deseados frutos de violaciones.
Pese a lo que la Iglesia pueda afirmar, los intentos de normalizar la educación reproductiva y los planes de salud en torno a reproducción intentan cooperar con una mejora en la calidad de vida de las personas, volviéndolas independientes, dueñas de su cuerpo y de todo lo que de él se desprenda, y no esclavas de una ideología o un organismo como la Iglesia, por ejemplo.
Es importante señalar que el desarrollo de la sexualidad y la capacidad de procrear son dos derechos estrictamente vinculados con la dignidad de la persona y el desarrollo de sus capacidades, por eso, es necesario que esos derechos sean defendidos a nivel estatal, garantizando la integridad física y psíquica de la persona.
La decisión de tener hijos y cuándo tenerlos constituye uno de los asuntos más íntimos y personales que una persona debe afrontar y es fundamental que en tal ocasión no exista coacción ni ningún tipo de presión que puedan afectar la decisión de la misma. Por eso, es fundamental apoyar tanto la educación reproductiva (para que las personas desde pequeñas sean conscientes de que no es éste un tema para tomarse a la ligera y sepan tomar precauciones a tiempo) y las leyes respecto a la salud reproductiva (para que todas las personas entiendan que tienen derecho a decidir qué y cuándo reproducirse y poder recibir la ayuda pertinente en caso de encontrarse en problemas).